ᴄɪɴᴄᴏ ᴅᴇ ᴀɢᴏsᴛᴏ

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ᴠᴀɴᴄᴇ

Mis abuelos, Bonnie y Tyler, al parecer han decidido quedarse unos cuantos días más para mí desgracia. Y la de toda la maldita familia, por supuesto.

Nunca habían hecho algo así. Venían, comían, juzgaban y se marchaban. Nunca habían tenido ningún tipo de interés en visitar el complejo, la playa. Disfrutar un poco del lugar, vaya. Pero hablaron con mis padres y decidieron quedarse un tiempo. Sólo unos días, pero de manera indefinida. Tampoco es como si tuviesen muchas cosas que hacer y muchas razones por las que quedarse en el sitio. Pero tenía claro que algo tramaban y nadie se había dado cuenta de ello. No era tan estúpido como para no darme cuenta de que algo había pasado y que querían quedarse. En realidad, me daba miedo puesto que toda mi familia estaría mucho más tensa de lo normal lo que me afectaría directamente en mi trabajo. Y, aunque yo no caía bajo los prejuicios estúpidos de mis abuelos, mi familia estaba obsesionada por quedar bien bajo sus ojos. Como si ellos fueran los dioses y si hacíamos algo que no estuvieran de acuerdo causarían la destrucción de la civilización hoy conocida. A lo mejor estaba exagerando, pero era lo que parecía cuando mis hermanos tragaban saliva nerviosos midiendo cada uno de sus pasos. Eso me estresaría y gracias a Lysandra esos días me encontraron como una puta rosa que acababa de florecer. Cómo ella me había hecho sentir en la playa ... Había sido fantástico. Definitivamente quería repetir, y por cómo había reaccionado ante lo que habíamos hecho esperaba que ella también lo quisiese con tanto entusiasmo como yo.

—¡Oye! —exclamó una voz masculina intentando llamar mi atención mientras me daba un puñetazo en el hombro.

Miré hacia arriba, era mi hermano Marshall.

—¿Qué pasa? —pregunté antes de levantarme de la caja en la que estaba sentado.

—Algo te pasa, estás muy empanado. Como si estuvieras en tu mundo —me respondió tirándome un trapo—. Tu descanso de diez minutos pasó hace ya quince.

—¿¡Como!? — exclamé sobresaltado.

Me había quedado tan absorto pensando en Bonnie y Tyler, y luego en la preciosa Lysandra que me había pasado de mi tiempo por mucho.

—Ponte a currar, hermano. Cómo nuestro padre se dé cuenta te corta tu pequeña masculinidad.

Reí ante su comentario sobre mi «masculinidad».

—No tienes ni idea de lo que hablas.

—Le puedo preguntar a la chica que te tiene así de tonto —me acerqué a él y le di un pequeño golpe.

—No hay ninguna chica y nadie me tiene tonto —resoplé cansado—. Estas obsesionado con eso.

—Ya y por eso intentas salir antes de trabajar, vuelves más tarde a casa y anoche la pasaste en vela pensando en a saber que —levantó las cejas demostrándome que al parecer se estaba notando demasiado que alguien había llegado a mi vida. Alguien que me estaba volviendo loco.

—¿Sabes qué? —me estiré en toda mi longitud. Le sacaba varios centímetros, los suficientes como para poder mirarle por encima—. Eres un capullo, Marshall.

A mi hermano le salió una sonrisa que no estaba seguro de como interpretarla. No perdí el tiempo y volví a mi puesto de trabajo.

Me acerqué a la mesa de platos recién hechos y cogí unos cuantos platillos que iban hacia la mesa veintiocho. Continúe haciendo mi trabajo de manera tranquila puesto que yo me sentía así. Tranquilo, sosegado, no había prisa para nada. Por supuesto que Marshall se dio cuenta de ese pequeño detalle mientras él también trabajaba. Cuando se equivocó de mesa por andar mirando lo que yo hacía, me acerqué y le susurré para que ningún cliente nos escuchase:

Verano {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora