sɪᴇᴛᴇ ᴅᴇ ᴀɢᴏsᴛᴏ - ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ

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ʟʏsᴀɴᴅʀᴀ

—Sus palabras no tenían sentido alguno —murmuré mientras mi mirada se quedaba fija en un punto lejano cualquiera. Estaba completamente absorta con mis palabras.

—Es una niña. Se estará montando películas en su cabeza, además por lo que me estás diciendo tu hermana es bastante especial. Por llamarlo de alguna manera —hizo una pausa para beber su batido y continuó—: Parece ser una niña mala.

Puse los ojos en blanco y moví la pajita de mi batido de fresa.

—No es mala, simplemente le caigo mal y es un poquito manipuladora con todos —levantó una de sus cejas y resoplé—. Vale es muy manipuladora. Es decir, consigue hacer siempre lo que quiere a expensas de mis padres, mi hermano es muy influenciable así que se deja llevar...

Vance asintió como si le estuviera dando la razón.

—Es una niña mala —dijo tajante, pero con un tono de voz gracioso que hizo que me tomase el tema con filosofía.

Reí y tomé un sorbo del batido. Hoy habíamos decidido ir al pueblo al que fuimos el otro día y hacer una merienda-cena puesto que a él le tocaba servir la cena esa noche. Habíamos estado muy bien y le había comentado la extraña conversación que había tenido con mi hermana pequeña el día anterior, pero algo estaba pasando y yo no lo sabía. Cuando me besaba lo sentía frio, cuando le hablaba estaba completamente perdido en sus pensamientos y, de vez en cuando, no respondía. En estos días que habíamos estado casi siempre juntos nunca le había visto así de distante. Su cabeza seguramente no estaba en este planeta y eso me preocupaba, algo había tenido que pasar para que su coqueteo con falta de decoro se viese perturbado.

—Solo sé que es muy extraño y que algo debe de estar pasando —dije continuando con el tema de conversación que teníamos sobre mi hermana. No quería agobiarle con preguntas que seguramente no me iba a responder. Es decir, tampoco me podía meter en su vida privada. Yo era una absoluta desconocida. Miré a Vance y esperé una respuesta por su parte. Me quedé callada y esperando cerca de dos minutos. Él se encontraba absorto, quieto, incluso apenado. No lo toqué y simplemente me quedé a la espera para ver si resucitaba. Porque parecía un muerto viviente.

—¿Qué coño te pasa? —desistí viendo que no iba a reaccionar.

No quería, pero llevaba todo el maldito día tan embobado que ya estaba cansada. Parecía que llevaba hablando sola con la pared todas las horas que llevábamos aquí.

—¿Mmm? —hizo un sonido gutural y me miró aturdido.

Tomé una larga respiración.

—Que qué coño te pasa —repetí con un tono de voz mucho más serio—. Llevas toda la tarde así y ayer estabas tan normal. Algo te ha debido pasar.

¿Sería por mí? ¿Estaría preocupado porque me iría en unos días? No habíamos hablado del tema, pero a mí me preocupaba. No tenía ni idea de lo que él pensaba sobre mí, sobre nosotros. ¿Quería seguir con esto? Definitivamente yo sí y si me volvía a mudar a Nueva York no estaría tan lejos de este lugar y nos podíamos ver los findes de semana... Pero su trabajo apenas le dejaba tiempo para estar conmigo estando aquí, no quería ni imaginarme si solo venía los fines de semana. Además de que los viajes serían muy caros y no podía moverme en coche porque directamente no tenía y no pretendía tenerlo puesto que la mejor forma de moverse en Nueva York era en tren. Una forma mucho más fácil, rápida y barata que un coche.

—Nada, es que yo...

Titubeó y movió la cabeza indeciso.

No sabía si confiar en mí y eso en parte me estaba doliendo. También debía comprender que realmente no nos conocíamos aun que nos sintiéramos como si nos habíamos conocido hacía ya años y supiésemos lo que el uno piensa del otro. Pero todo era una gran incertidumbre que sabía que pronto debíamos solventar.

Verano {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora