ʟʏsᴀɴᴅʀᴀ
Dios mío.
¿Cómo me había podido dejar?
No quería. Mentira, lo ansiaba, pero no quería reconocer lo que había provocado en mí en un solo instante. Si me tocaba así, vestida... ¿Cómo sería cuando estuviese desnuda? Quería que sucediese, pero a la vez mi maldito cerebro no me dejaba. Algo en mi interior no quería dejar que Vance hiciese lo que hacía unos escasos minutos iba a hacerme. Enviaba señales y palabras, pero mi mente no obedeció. No sabía si alegrarme o decirle que se fuera a la mierda. ¡Le había conocido solo dos días antes! Esto no podía ser. No podía hacer algo como eso con un absoluto desconocido, porque eso es lo que realmente era para mí. Un desconocido. Me habían criado de una manera en la que ser prudente con esos temas era una prioridad y no me parecía mal. En los últimos diez años había habido muchos problemas con el SIDA y no quería estar involucrada. Nunca me había entregado a un hombre con esa facilidad que mi cuerpo quería hacerlo con Vance. Pero él había logrado provocar cosas con solo rozarme la piel que ningún otro había llegado a conseguir.
Aquella mañana sorprendentemente no había discutido con ningún miembro de la familia. Sólo tuve un pequeño roce con Loren cuando se estaba arreglando para la comida. Había hurgado en mis cosas y me había quitado el maquillaje. Nuestros padres no la dejaban. Es decir, a mí hasta los dieciséis años no me dejaron comprarme ni si quiera un mísero pintalabios. Había tenido un par de palabras un tanto agresivas con ella y como no me hacía ni puñetero caso hablé con mis padres y les conté lo que estaba sucediendo. Me gané la mala cara de mi hermana durante todo el día, pero como estaba acostumbrada no me afectó en lo absoluto.
—¿Quién era ese chico? —preguntó mi padre con el ceño fruncido. Todavía no me había recompuesto del todo y mi respiración continuaba agitada.
—Trabaja aquí. Ayer salimos y me enseñó el complejo —mentí.
—Ya, eso ya lo ha dicho él.
«Joder, es verdad», pensé.
—Bueno, sigamos comiendo.
—¿Pasa algo? Te veo un poco agitada —mi madre me miraba de hito en hito con el ceño sumamente fruncido.
Tragué saliva.
—No pasa nada —respondí con rapidez, pero con la voz queda.
Quería acabar con esa conversación. No se tenían porque meter en mí vida.
—¿Es tu novio? —preguntó mi hermano. A mí se me cayó el tenedor en el plato lo que hizo un estruendoso ruido llamando así la atención del resto de comensales.
—¿De dónde te sacas tú eso?
—¿Es tu novio? —volvió a preguntar, pero está vez fue mi padre.
—¡Claro que no es mi novio! Lo conocí hace dos malditos días —dije visiblemente irritada—. ¿En qué pensáis?
—No hables así a tu padre —saltó mi madre.
—Me estáis atosigando con preguntas sin sentido.
—No seas exagerada te hemos hecho una, y muy clara, además, la cual no has respondido.
—¡Dos! ¡Han sido dos! Y una con sentido.
—Cincuenta —saltó mi hermana coronando la conversación. Como siempre super adorable ella.
Resoplé.
No iba a aguantar todo el viaje. Lo sabía, solo llevaba tres días y ya había tenido más de cinco discusiones con todos y cada uno de los cuatro miembros de mi familia. La idea utópica de mis padres era inviable, imposible. Quería volver a mí querida Nueva York, donde había tanta diversidad de gente ... Allí no te juzgaban por nada puesto que había tantas personas que nadie se paraba a mirar al resto. Pasabas desapercibido allí a dónde fueras y eso lo había añorado toda mi santa vida.
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Verano {COMPLETA}
عاطفية+18 Lysandra viaja a un complejo vacacional con su inestable y estruendosa familia con la que no puede apenas convivir. Allí conoce a Vance, un trabajador del lugar el cual está allí por obligación de sus padres. Ambos se encontrarán en un momento d...