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ᯓ Jisung, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta.
Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa.
Minho, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde...
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Minho tomó el labio inferior de Jisung entre los suyos y succionó delicadamente, sintiéndose adicto a su suavidad. En aquellos minutos que llevaban besándose había descubierto lo esponjosos que eran, y que se volvían más apetecibles entre más los mordía a su antojo.
Jisung buscó la lengua ajena como si fuera la cura de sus males y disfrutó de sus roces. Su calor corporal incrementaba en cada segundo, jadeando cuando Minho demandaba más de su boca, con intensidad. El delta dejó un casto beso en sus labios con cariño, pidiéndole perdón sin palabras.
El omega se sintió derretir con la mirada tan dulce que Minho le brindó en ese momento. Le estaba demostrando arrepentimiento. Y casi lo perdonó, pero dejó ese tema de lado cuando apartó el pudor de su sistema y dirigió una mano de Minho dentro de su propia camisa, invitándolo a avanzar.
El delta se mordió el labio y comenzó a tocar. Sus dedos se pasearon sobre el abdomen plano con cuidado, asombrándose por la suavidad de la piel. Jisung lo atrajo en busca de otro beso acalorado. No quería perder la sensación de felicidad que sentía dentro de sí, el sentimiento de plenitud y la excitación por tener a su «alfa» sobre él.
No quería pensar demasiado sobre si estaba haciendo lo correcto. En ese momento estaba perdido en las cosquillas de su vientre y el aroma dominante del más alto.
—No quiero lastimarte —pronunció Minho entre besos, preocupado por no poder contenerse.
—No importa —habló sobre sus labios, justo después de un breve mordisco—. Adelante. No soy virgen.
Aquella afirmación provocó estragos en el alfa interior de Minho. El pensamiento de otra persona tocando a Jisung alteró sus nervios, aún a flor de piel, y pareció desencadenar algo reprimido.
Y Jisung no estaba seguro de si era bueno o malo.
—En algún lugar debo tener condones, necesito buscarlos antes de que... ¡Minho, espera!
Jisung fue devuelto a la cama cuando intentó levantarse. Minho hundió sus dientes sin fuerza en las clavículas del omega mientras sus manos se aventuraron a la espalda baja. Un jadeo escapó de los labios gruesos, sorprendido por aquello.
—¿Con quién fue?
—Eso no importa aho- ¡Ah! —la lengua de Minho trazó un camino desde su cuello hasta llegar a su oreja, donde mordió con poca fuerza. Los dedos largos se introdujeron dentro del pantalón y apretaron la carne de su retaguardia, arrancándole un gemido quedo—. M-Minho...
—¿Fue Felix?
—No, ¡Santo cielo! No lo nombres mientras haces eso...
Minho rió sobre la piel rosácea y bajó los pantalones ajenos lentamente. Jisung se sintió sonrojar cuando se dió cuenta de que estaban humedecidos gracias al lubricante que segregó. Minho no le prestó atención al detalle y siguió recorriendo la piel descubierta.
La camisa del omega era lo suficientemente larga como para cubrir más abajo de su ropa interior. El delta se separó para observarlo, notando las mejillas rosadas y los labios hinchados y brillantes. Era hermoso, con su cabello rubio revuelto y las marcas de besos en su cuello.
Quería quedarse allí toda su vida, ignorar sus errores, y probar aquel precioso chico toda la noche.
Sus manos acariciaron cuidadosamente los muslos gruesos, con apreciación; disfrutando lo terso de su piel. Jisung se mordió el labio, temblando sutilmente debido a los nervios repentinos.
Minho se inclinó, sosteniendo su mirada, y besó la cara interna del muslo derecho del omega. Probándolo.
Jisung suspiró al sentirlo descender sus besos en un camino rumbo a su ropa interior, tanteando. Su omega interno chilló. Una de sus manos se enredó en el cabello oscuro del más alto y le pidió mudamente que avanzara, concediéndole el permiso de colarse entre sus piernas.
Y Minho lo acató.
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