parte veintidos

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Volver a Hogwarts había sido genial para Annelisse. Durante el viaje de regreso al castillo y la cena, se puso al día con Mittie y Thaddeus, contándoles emocionada todo lo que sucedió con Draco. Durante esto, no dejaron de mirar al Gran Comedor de un lado al otro.

—¿Y no te ha pedido salir todavía?—Mittie preguntó confundida.

—No, pero no importa—le sonrió.

Era cierto, aunque Annelisse quería ser oficialmente la novia de Draco, le gustaba cómo estaban. 

—Todavía no puedo creerlo—Thaddeus añadió con los ojos muy abiertos. Annelisse le había enviado previamente una carta durante el receso, contándole sobre Draco, pero aún le parecía irreal.

—No es que fuera el diablo. Es solo un tipo normal.

—Eso no es cierto—Mittie negó—. Será un tipo normal para ti, pero es Draco Malfoy de quien estamos hablando.

—Mittie—la regañó—. Baja la voz, tampoco necesito que todos en Hogwarts lo sepan.

—Lo siento.

—Y, ¿han arreglado para verse más tarde?

—Sí—respondió con una gran sonrisa en su rostro. 

Después del toque de queda, habían acordado encontrarse en el baño de Myrtle y pasar un tiempo a solas. 

—¿Y qué hay de sus amigos?

—Son geniales. En el baile fueron muy amables conmigo. Incluso bailé con Blaise.

—¡¿En serio?!—dijo sorprendida. 

—Bueno, es el novio de Pansy, está bien, pero oye, no digas nada.

—Oh, Dios mío, Ann. ¡Te quedas encerrada con Malfoy durante cinco horas y tu vida cambia por completo!—dijo Thaddeus en voz alta. 

—Idiota, no grites—Mittie le golpeó la cabeza.

Los tres terminaron riendo entre ellos y continuaron cenando. Annelisse ocasionalmente miraba a lo lejos, fijando sus ojos en Draco y sorprendiéndose de que él estuviera haciendo lo mismo, como si pudieran sentirse el uno al otro. Sin siquiera darse cuenta, la cena terminó rápidamente y llegó el momento de ir a sus salas comunes.

Mittie y Annelisse se despidieron de Thaddeus después de un tiempo y se dirigieron a su habitación. 

Annelisse deseaba que llegaran las once para poder finalmente encontrarse con Draco. Mittie le hizo compañía hasta la hora tan esperada y luego se despidió. Annelisse se escabulló de la sala común de Hufflepuff tratando de no ser vista. A pesar de que ya lo había hecho antes, lo encontró más emocionante que nunca, la adrenalina que implicaba.

Abrió paso a través del castillo a oscuras, haciendo el menor ruido posible. Finalmente llegó al pasillo que conducía al baño de chicas. Miró a su alrededor una vez más y se aseguró de que no hubiera nadie, aceleró el paso para llegar antes. Llamó a la puerta tres veces, hizo una pausa y llamó una vez más. Ese solía ser su saludo para que Myrtle supiera que era ella. Cuando entró, la fantasma salió disparada a su encuentro. 

—Mira a quienes tenemos por aquí. ¿Cómo fueron tus vacaciones?—preguntó Myrtle. 

—Muy buenas, tengo muchas cosas que contarte—dijo emocionada—. Además, hoy tenemos un invitado especial—abrió los ojos y apretó los labios. 

—¡Oh! ¿Quién es?

—No lo creerías.

—Apuesto que sí.

—Draco... Malfoy.

—¿Qué?—preguntó levantando la voz. 

—Shh, nos escucharán—movió sus manos. 

—Me voy a morir—Myrtle se llevó la palma de su mano a la frente. Annelisse rió. 

—Sé amable. Sé cómo te comportas con los nuevos—arqueó una ceja. Myrtle suspiró.

—Está bien, haré mi mejor esfuerzo—rió. 

Mientras Annelisse le contaba a Myrtle cómo había sido su Navidad, Draco caminaba por los pasillos del castillo tratando de no ser visto. Se dirigía al baño para encontrarse con su encantadora Annelisse. 

Entró lentamente, sin hacer mucho ruido, y pudo escuchar pequeñas risas. Sonrió al escuchar la suya. 

—Tu príncipe azul está aquí—Myrtle comentó al ver a Draco.

Annelisse volteó para verlo y sonrió. Ambos caminaron hacia el otro y se abrazaron fuertemente, como no habían podido durante unos días. 

—Siento llegar tarde. Snape estaba vigilando y tuve que evadirlo.

—Está bien, solo hablaba con Myrtle—sonrió. 

—Malfoy, Malfoy—Myrtle dijo acercándose a ellos, mirándolos con una sonrisa divertida—¿Ya la invitaste a salir?

—¡Myrtle! ¿Qué te acabo de decir?—lareprendió con el ceño fruncido, a lo que Draco no pudo evitar reír. Sus mejillas estaban completamente rojas. 

—Bueno, si no nos das privacidad, no puedo pedirle—respondió Draco. Annelisse lo miró sorprendida sonrojándose.

—Ups, creo que Sir Nicholas me está llamando—Myrtle dijo antes de volar por el baño y desaparecer.

Annelisse y Draco se miraron, ella volvió a bajar la cabeza, todavía avergonzada por la situación. Sintió que su corazón latía a mil por hora, como si fuera a salir de su pecho. Draco suspiró.

—Entonces, ¿cómo debería hacerlo?—arqueó una ceja. 

—No lo sé—dijo en voz baja. 

—Oh, ¿no quieres salir conmigo? Bien, en ese caso...

—¡No! Es solo que...—Draco comenzó a  reír, interrumpiendo a Annelisse, que fruncía el ceño confundida. 

—Eres una verdadera Hufflepuff—la miró con ternura, amando una vez más su forma de ser, tan pura. 

—Me alegro de que te diviertas—lo fulminó.

Él suspiró, acercándose a ella y ahuecando su rostro entre sus manos, acunándolo con ternura. 

—Lisse, estoy bromeando. Por supuesto que quiero salir contigo—la miró como si esperara algo más.

—Oh, ¿ahora soy yo quien tiene que preguntar?—arqueó una ceja con incredulidad. 

—Eso, Annelisse, significa que quiero que seas mi novia—sintió que su cuerpo hormigueaba ante esas palabras, su corazón latía cada vez más y más—¿Me darías el honor?—añadió suavemente.

A lo Annelisse que se quedó sin habla, pero con una gran sonrisa en su rostro. Asintió con la cabeza ante tal propuesta, y ¿cómo no iba a hacerlo? Annelisse deseaba tanto como Draco que fuera oficial.

Ambos se unieron en un tierno y apasionado beso, sellando lo que comenzó esa noche entre los dos.

Draco Malfoy tenía novia por primera vez y se sentía como el chico más afortunado del mundo. Tenía la chica más perfecta que alguna vez pudo desear.

cinco horas con draco malfoy ─ draco malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora