Carlos es el primero en abrir los ojos cuando su reloj biológico le indica que es de mañana. El calor de la habitación, el dolor de cabeza y las ganas de vomitar son la combinación perfecta para hacerle saltar de la cama y dirigirse al baño casi corriendo. Deja la puerta abierta. Se arrodilla y sostiene el borde del inodoro. Espera el vómito; pero no sale nada. Tiene solamente la sensación de que va a devolver al exterior todo lo que tiene en su estómago.
La resaca es de las peores de su vida, aunque nunca le había sucedido de esa manera, y menos con una botella. Normalmente la pasa mal; mas es después de consumir un maratón de bebidas alcohólicas fuertes.
Se pone en pie sosteniendo su frente con la mano derecha. Recuesta su espalda a la pared para que su dañado equilibrio no le haga caer. Si le pasa puede estamparse la cabeza contra el lavamanos y luego contra el piso.
Le dirán fenómeno, pero prefiere romperse los huesos del cráneo lo menos posible.
Una vez estuvo hospitalizado por un golpe que recibió. Los médicos, al analizar la herida, dijieron que el objeto utilizado era largo y delgado, como un pedazo de tubería o un bate de béisbol. Tenía suerte de seguir vivo.
Para Carlos era incomodísimo tener la cabeza vendada y estar inmóvil en un hospital. Estaba muy delicado. A veces perdía el conocimiento debido a al daño en su cerebro y a los medicamentos que le suministraban a través del suero. Estuvo cerca de caer en un coma profundo. Luego de aquel terrible suceso empezó a tomar píldoras fortísimas contra las migrañas.Continúa sostiendo su frente y piensa en que tal vez su cerebro le está haciendo pasar un mal rato con una jaqueca infernal. La luz le molesta tanto que no puede abrir los ojos.
-¿Cómo te sientes?-Samael le pregunta muy preocupado.
Había despertado debido al sonido del corretaje que Carlos armó. Se estruja los ojos y bosteza.
-Como la mierda-frota su frente. Le duele hablar. Cada sonido retumba por el interior de su cráneo-. Necesito mi medicación.
-¿Dónde está?
Carlos frunce el ceño de dolor y deja escapar un quejido.
-Las olvidé en casa.
-Pues estás jodido-Samael siempre ha sido bastante directo-yo aquí no tengo nada de medicina.
Carlos le pasa por al lado y se sienta en el sillón.
-¿No tienes ni aspirinas?-Pregunta.
-No.
-¿Y si te enfermas, que va a tomar?
-Yo nunca me enfermo, Carlos.
-Veo que la tertulia comenzó sin mí-aparece Junior en la sala. Aún está somnoliento. Estira sus brazos. Flexiona la espalda.
-Este idiota no trajo su medicación. Ahora tiene una crisis de migraña y no tengo nada que se la pueda mejorar.
A Carlos le duele tanto la cabeza que está a punto de soltar un par de lágrimas.
Junior no dice nada. Mete su mano derecha en su bolsillo y le lanza a Samael un bote de blanco lleno de pastillas. Samael lo garra en el aire.
-Dale una con un poco de agua-orienta y se dirige al baño.
Lo siguiente que se escucha es el sonido del chorro de orine al chocar con el interior del inodoro, seguido de un gemido de alivio.
Samael observa la etiqueta y lee el nombre del medicamento.-Parece mentira que Junior te cuide más que tú mismo.
-¡No me jodas que tú no eres mi madre, ni un carajo!-responde Carlos muy alterado.
-Y alégrate que no lo soy. Te hubiese dado dos buenos golpes ahora mismo por ser tan irresponsable.
Samael va en busca de un vaso. Va al refrigerador por una botella plástica con agua. Llena el vaso y vuelve a donde está Carlos.
Ya Junior salió del baño y está sentado junto a su amigo adolorido. Samael saca una pastilla del frasco.
ESTÁS LEYENDO
"Hijo del Diablo" [En proceso]
RandomSu cuerpo y alma fueron marcados por su pasado, como si fuese ganado.Todo lo que hizo y lo que dejó de hacer lo atormenta constantemente. Sabe que una vida difícil lleva a tomar decisiones horribles, y además, que es odioso existir a merced de t...