Prólogo

6.1K 1.1K 156
                                    


Y aquí empezamos....

Les dejo el cap de hoy. Y como siempre, comenten, voten si les gusta y regresen por más. Y si no pueden esperar, el siguiente cap. ya está en mi blog.

https://irisboo.es/

Prólogo

Soy joven, vivo mi vida sin prejuicios y no acepto órdenes de nadie, aunque sí sugerencias. Nadie ha condicionado mis decisiones, nadie me puede obligar a tomar un camino que no quiero. Seguramente por eso me he equivocado muchas veces, he hecho estupideces, pero he afrontado sus consecuencias, porque me lo merecía.

Ahora ya soy lo suficientemente adulta como para no hacer idioteces, para saber que no tener en cuenta las consecuencias de mis actos puede acabar con un problema. Pero hay veces, unas pocas, en que no quiero pensar, solo revelarme, gritar y hacer locuras. Como en esta ocasión, en que no he podido aguantar por más tiempo el sonreír como si nada hubiese pasado. Es mentira, me han roto el corazón, pero es culpa mía.

Yo sola dejé que ese deseo, esa fantasía, traspasara la línea de la realidad. Pensé que podía conseguirlo, igual que he obtenido todo. Peleo, soy constante y según mi padre, un dolor de cabeza permanente. No soy de las que se rinde, e incluso lo hago con más intensidad si mi objetivo se resiste. Pero esta vez no lo he conseguido, porque los asuntos del corazón siempre son de dos, y porque mi rival ha sabido utilizar sus cartas mucho mejor que yo.

Toda mi vida, desde niña, he conseguido de los hombres cualquier cosa que haya deseado. Mamá siempre decía que jugar con ellos tarde o temprano me pasaría factura, pero ¿qué le voy a hacer?, soy una polilla a la que la atrae la luz de la llama.

Esta vez me he quemado, he salido ardiendo como un papel bañado en gasolina. Y no ha sido por él, sino por mí. No he podido atraerlo, no he podido seducirlo, no he podido conquistarlo. Ella sí. Esa rusa altiva y prepotente lo ha atrapado con el truco más viejo del mundo; un bebé.

No podía dejar de mirarlos. Eran el centro de atención, ella siempre lo ha sido. Eclipsando a todos los que están a su alrededor, manejando a su antojo a todas las moscas que vuelan a su alrededor. Y ahora esa redondeada tripa suya era el sol sobre el que todos orbitaban.

Pegué otro largo trago de mi bebida, maldiciendo el alcohol que me quemó la garganta. No estoy acostumbrada a beber una mezcla tan cargada, y mucho menos tan deprisa. Se me estaba subiendo a la cabeza más rápido de lo habitual, y eso era bueno porque adormecía el mal humor que me había despertado esa abeja reina, pero malo porque estaba perdiendo el control de mí misma. Me daba igual que los demás supieran que estaba borracha, pero también era su culpa el que hubiese llegado a este extremo. Sus miradas de lástima no hicieron más que empeorar las cosas. Que él me gustaba nunca fue un secreto. Me rebajé a límites que rozaban el ridículo para una mujer del siglo 21, casi que me tiré a sus brazos desnuda para que me viera, que se diera cuenta de que aquí había una mujer ardiente dispuesta a darle lo que esa flacucha de piel pálida nunca podría ofrecerle. Pero no sirvió de nada. Él cayó en sus garras, y estaba feliz de estar ahí.

—¡Vivan los novios! —No sé quién gritó eso por quincuagésima vez esa noche, ya perdí la cuenta. Tan solo levanté mi vaso de cristal al aire y brindé como todos.

—¡Vivan! —coreé como el resto.

Di un largo trago a mi vaso para terminarlo. El hielo bailó en el interior, recordándome que no le había dado tiempo a enfriar mi bebida. Ya no me importaba, lo aprovecharía para la próxima recarga. Me giré para enfilar el camino hacia la barra de bar que se había instalado en el jardín de la casa, con tan mala suerte que un vaso que si estaba lleno se derramó sobre mi escote.

—¡Mierda!, lo siento. —No estaba de humor para aguantar otra humillación más, así que casi salté sobre él como una leona defendiendo a su cachorro. Pero en cuanto mi puño aferró su camisa, mis ojos encontraron una salida para mi frustración.

—Tú. —No sé si sonó a acusación, puede que mi tono le hiciese retroceder un pequeño paso hacia atrás. Todos allí sabían que tengo un genio de mil demonios, que pateo espinillas como un profesional del fútbol. Pero esta vez no iba a castigarlo por su delito, iba a ser recompensado con la mejor noche de su vida.

—Gabi ¿qué...—Antes de que pudiese escapar una palabra más de su boca, me arrojé sobre sus labios para hacerle callar.

Al principio se sorprendió, puede que tratase de alejarse porque era muy consciente de que esto no está bien, que éramos como de la familia, y que estaba borracha. Pero a medida que iba devorando su boca, él fue cayendo en mis garras. ¿No he dicho que puedo conseguir cualquier cosa de un hombre? No es que sea una de esas con una larga lista de conquistas, me basta con darles una dulce sonrisa y caen como tontos. Pero he tenido novios, y no he sido una santa, ya me entienden. Y lo más importante, no soy tímida. Y borracha, mucho menos.

Asalté el interior de su boca exigiendo su rendición, y como un tierno adolescente, él cayó. ¿Arrepentirme? En ese momento no me importaban las consecuencias, pero cuando el alcohol se evaporase de mi sistema eso cambiaría. Así que lo empujé para llevarlo a un lugar oscuro, para tomar de él todo lo que había estado esperando de Drake, para desatar toda la lujuria que había estado conteniendo hasta ese momento. Mi necesidad ya no podía ser contenida por más tiempo, mi hambre necesitaba ser saciada, mi ego debía ser compensado, mi estupidez debía ser alimentada.

—Gabi. —Su voz contenía un tono de súplica, no sé si para que me detuviese o para que no lo hiciera. Decidí optar por la segunda.

Y así es como cometí el mayor error de mi corta vida, uno con el que tendría que vivir. Y no, no estoy hablando de un embarazo, ni una de esas enfermedades que están pensando. Mi mayor error fue escoger a la persona equivocada.

Gabi - Legacy 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora