Les dejo el cap de hoy. Y como siempre, comenten, voten si les gusta y regresen por más. Y si no pueden esperar, el siguiente capítulo en breve en mi blog.
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Gabi
¿Han ido al trabajo con resaca? Pues entonces se harán una idea de cómo me sentía en ese momento. Mi cabeza había sido golpeada con fuerza, y todo mi ser necesitaba unos segundos no solo para procesar el siguiente paso que debía dar, sino que ademas debía darlo con calma porque caminaba por el borde del precipicio.
Pero era una profesional entrenada para afrontar retos. Así que allí estaba, escondida detrás de unas gafas de sol negras, bebiendo el quincuagésimo café del día, sin apartar los ojos de la agenda donde tenía apuntados todos los pasos que debía dar antes de tener todo listo para la ceremonia del día. Por fortuna, era una boda de niños pijos, que a parte de ser unos finolis snobs y delicados, iban a irse a comer y a festejar a otro lugar. Solo querían un lugar para llevar a cabo la ceremonia que tuviese bonitas vistas para las fotos. ¿Y qué más hermoso que el mar, el sol y un bonito dosel abarrotado de flores blancas?
Mi teléfono vibró otra vez con la llegada de un mensaje. No podía dejar de atender ninguno, porque si uno de los proveedores tenía algún problema para cumplir con lo pactado, me las tenía que apañar para solucionarlo lo más rápidamente posible. Eché un vistazo a la pantalla para encontrar otro mensaje de Carlo. Otro mensaje que ignoraría de la misma manera que había hecho toda la mañana.
Lo sé, soy una cobarde. No he dejado de huir desde que alguien llegó a nuestro escondite para hacer lo mismo que nosotros. Por fortuna ya habíamos terminado, o quizás esa fue la desgracia, todavía no lo sé. El caso es que vi mi oportunidad para salir de allí tan rápido como pude, y con el único objetivo de desaparecer. Esconderme de él, de lo que habíamos hecho.
Tenía la esperanza de que los dos estuviésemos lo suficientemente borrachos como para olvidar lo sucedido, o tal vez que fue un sueño algo raro. Pero estaba claro que desear olvidarlo no es lo que Carlo tenía en mente. Según él, teníamos que hablar. Quizás con un poco de suerte se daría cuenta de que yo no quería hacerlo. Ese tema quería dejarlo como estaba, sin remover.
Me escondí de él durante el resto de la celebración, lo eludí durante el desayuno, había conseguido mantenerlo lejos, al menos hasta el momento.
—Señorita Gabriela. —Casi di un respingo cuando escuché la voz de Carmelita casi encima de mí.
—¿Sí? ¿qué ocurre?
—Hay un sanitario ahí afuera que dice que tenemos que irnos, que estamos en peligro de contagiarnos. —Aquello me abrió los ojos más de lo que era bueno para mi sensibilidad.
—Voy para allá. —Maldita la gracia que me hacía suspender la ceremonia, pero era mejor perder las fianzas de los proveedores, que tener que afrontar una demanda por parte de tus clientes por poner en riesgo su salud.
Mientras me acercaba a la entrada de la finca, al otro lado del edificio que hacía de dispensario y almacén, no podía apartarme de la cabeza el que se tratase de otra de las bromas de Amanda Parker. Ella y yo manteníamos una eterna lucha por figurar entre los 10 mejores organizadores de eventos de la ciudad, había sido así desde que coincidimos en nuestro último curso. Competíamos entonces por conseguir la mejor nota, y seguíamos compitiendo por estar una delante de la otra. Ella no podía competir con la localización del château, ni yo con los contactos y amistades de sus papas, así que estábamos más o menos empatadas.
Pero tanto ella como yo sabíamos que su terreno solo podía ser explotado una, a lo sumo dos veces, porque ¿Cuántas veces podía casarse una persona? Cuando los hijos de todos ellos se hubiesen casado, tendría que recurrir a otros terrenos de caza. Yo tenía una localización que otros organizadores deseaban utilizar, así que si no la usaba yo, podía alquilársela a otras personas. Al final, el château tenía más publicidad y nombre de la que una pobre chica de origen humilde podía permitirse.
A cada paso que daba hacia la entrada más convencida estaba de que esa interrupción además de oportuna, estaba poco elaborada, así que tenía que ser una sucia treta de Amanda. Pero cuando alcancé a ver a ese "sanitario" y su uniforme de hospital, supe que la treta me la había jugado otra persona, en ese momento más peligrosa para mí que la rata de Amanda.
—¿Carlo? — No era del todo una pregunta, esta convencida de que era él. Su figura esbelta, sus hombros anchos, y aquel pelo atractivamente desordenado enmarcando aquella sonrisa arrebatadora. No, la mía era más bien una pregunta de ¿qué demonios haces aquí? Aunque sonrisa, lo que se dice sonrisa, en ese momento no tenía ninguna en la cara.
—Vas a hablar conmigo. —Me giré hacia Carmelita que me había seguido bastante preocupada.
—Es solo una broma de un amigo, Carmelita. Todo está bien. —Ella asintió y nos dejó solos. Giré hacia Carlo que esperaba. —Vayamos aun sitio menos público. —Su ceja se alzó de manera inquisitiva. Si pensaba que iba a ocurrir lo mismo de la noche anterior estaba equivocado. Pero no dijo nada, simplemente caminó detrás de mí. Cuando cerré la puerta del pequeño almacén de verdura ahora vacío, él se lanzó al ataque.
—¿Por qué saliste huyendo? ¿Por qué te escondes de mí? —Moví la cabeza de esa manera que hacía cuando la gente decía cosas que eran evidentes. A mi parecer, no hacía falta ser un genio para entenderlo.
—Por que en principio no tuvimos que hacerlo. —Antes de que pudiese hablar me lancé a soltar todo, porque ya que había abierto la boca, no quería dejar nada sin decir. —Siento lo que ocurrió. No debí arrastrarte a esa locura, y el que estuviese borracha no es una excusa. Solo puedo pedirte que me perdones y que trates de olvidarlo. —Sus brazos se enlazaron sobre su pecho mientras yo trataba de justificarme.
—Así que decidiste soltar tu frustración con un revolcón. —Así sonaba realmente mal. Me hacía sentir sucia.
—Lo siento. ¿Cuántas veces tengo que decirlo? Y no estaba frustrada. —Él ladeó una sonrisa.
—Sí que lo estabas. Reconócelo Gabi, por fin has asumido que nunca vas a conseguir a Drake. —Aquello me sorprendió.
—¡¿Qué?! —Él puso los ojos en blanco.
—¡Oh, vamos! Llevas persiguiéndolo desde que éramos niños, y no has sido precisamente discreta con ello.
—¿Pero qué...? —No sé si estaba más indignada porque tuviese razón, o porque se estuviese atreviendo a decírmelo a la cara.
—Nunca tuviste una oportunidad. —Aquello dolió.
—¿Me estás llamando patética? ¡Mírame!, soy un regalo para la vista. Soy el doble de mujer que esa rusa paliducha. Guapa, inteligente, emprendedora... Lo tengo todo para atraer a cualquier hombre, así que no te atrevas a llamarme patética.
—Yo no he dicho esa palabra, has sido tú.
—Pero lo piensas. —Carlo dejó escapar un suspiro.
—Si pensaría que eres patética no habría ido contigo anoche, mucho menos habría tenido sexo, y por supuesto no estaría deseando repetirlo otra vez. —Aquellas palabras me dejaron anonadada. Pero me recuperé rápidamente, porque había más explicaciones para eso.
—O simplemente piensas que soy una chica fácil. —Él intentó acercarse para tocarme, pero yo reculé para impedirlo. No quería que se pusiera tierno conmigo porque sería más difícil deshacerme de él. Los hombres dulces son mi debilidad, por he tratado toda mi vida de mantenerlos alejados. Solo había uno por el que quisiera caer, y ese tren ya salió.
—Si pensara que eres fácil no habría esperado a esta noche. —Eso era confuso.
—¿Esperado? —Él volvió a suspirar, y esta vez sí que consiguió acorralarme contra la mesa. Su mano ascendió para acariciar mi mejilla con suavidad. Aquellos ojos me taladraron como si buscara algo dentro de mi alma.
—He deseado besarte durante tanto tiempo...
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Gabi - Legacy 8
RomanceGabi es una mujer joven y moderna, a sus 23 tiene todo lo que cualquier otra puede desear; una familia que la quiere, un trabajo que la gusta... Pero lo que siempre ha deseado y nunca ha podido conseguir es al hombre del que se enamoró de niña: Drak...