Capítulo 10

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Les dejo el cap de hoy. Y como siempre, comenten, voten si les gusta y regresen por más. Y si no pueden esperar, el siguiente capítulo en breve en mi blog.

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Gabi

¡¿Qué?! Estaba alucinando. ¿Carlo me deseaba? ¿Y desde hacía tiempo? ¿Cómo no me había dado cuenta? Yo noto esas cosas, los chicos son transparentes cuando les gusta una chica, y yo soy muy observadora en ese aspecto.

—Estás... estás bromeando. —Él me devolvió una sonrisa triste.

—Has estado tan deslumbrada por Drake, que no has podido ver a los demás. —¿Era eso verdad? ¿Qué me había estado perdiendo?

—Yo... —No me dejó decir más. Sus labios se posaron sobre los míos suavemente, como si temiera que me asustara y saliera corriendo. Y lo habría hecho, pero por alguna razón mis pies no quisieron ponerse a trabajar.

He besado y me han besado, más de un chico, pero Carlo...Sus labios eran pura miel, suaves, delicados, untuosos...Era imposible no quedarte pegada a ellos. Pero aquello no estaba bien por muchos motivos, y él casi consigue que los olvidase.

—Esto no está bien.

—¿Por qué? —Se retiró un paso para hacer la pregunta. Mejor, porque su cercanía era capaz de nublar mi sentido.

—Porque somos familia, porque eres menor que yo, porque escogí al que tuve más cerca para sacarme a Drake de la cabeza... No sé, escoge tú. —Me alejé de allí apartando la vista de aquellos ojos inquisidores. No podía mirarle, así que me centré en sacudir mi ropa para eliminar algo de suciedad imaginaria.

—No compartimos ni una sola gota de sangre, así que no tienes que preocuparte por si cometemos algún pecado o si atentamos contra natura. ¿Y la edad? ¿en serio? En pleno siglo 21 no puedes venirme con eso. Mientras seamos mayores de edad nadie puede decir nada. —¡Mierda!, ¿es que tenía que rebatirlo todo?

—Y si... —Antes de que pudiese continuar, él se acercó rápidamente hacia mí invadiendo mi espacio personal.

—Un podía no sirve de nada ahora, Gabi. Fue a mí a quién escogiste y eso no puedes cambiarlo. Si no quieres continuar con esto que has empezado lo entenderé, pero no te escondas detrás de excusas que ni tú misma te crees. —Se alejó un paso hacia atrás, dejándome espacio para respirar. —Mi turno empieza en una hora. Tienes tiempo para decidir lo que quieres hacer, pero no juegues más conmigo, ya no soy un niño, y tú tampoco. —Se dio la media vuelta y me dejó allí.

¿Por qué de repente me parecía que el pequeño Carlo acababa de darme una lección? ¿Qué les enseñaban en la facultad de medicina? ¿Por qué parecía más maduro de lo que debería ser?

—Señorita Gabriela. —Giré la cabeza hacia una tímida Carmelita que asomaba la cabeza por la puerta que Carlo había dejado abierta.

—¿Sí?

—Los invitados están empezando a llegar. —Aquello hizo que mi espalda se enderezase con una sacudida seca. Hora de entrar en batalla.

—¿Está todo listo? —Empecé a caminar hacia el exterior, con Carmelita a mi espalda.

—El personal ya ha abandonado la zona de recepción, las flores y el menaje está todo colocado. Solo falta poner la música de bienvenida.

—Bien, entonces hagamos que suene. —Carmelita sonrió.

Era demasiado mayor para ser la ayudante de nadie, pero ella le ponía entusiasmo, y tenía bocas que alimentar, así que allí estaba, realizando cada una de las tareas que delegaba en ella con eficiencia. Era buena ejecutando mis órdenes, aunque le faltaba determinación para caminar por su cuenta, lo de resolver problemas no era lo suyo. Pero era agradable tener a alguien como ella con quién trabajar, no porque estuviese disponible para mí las 24/7, sino porque enseguida había pillado mi peculiar sentido del humor.

Gabi - Legacy 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora