Les dejo el cap de hoy. Y como siempre, comenten, voten si les gusta y regresen por más. Y si no pueden esperar, el siguiente capítulo en breve en mi blog.
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Drake
Por mí me habría dejado caer redondo sobre el colchón, pero Tasha tenía razón, debía quitarme la pintura corporal, o sería un infierno lavar después esas sábanas. Por eso estaba en ese momento bajo la lluvia de agua caliente de la ducha, dejando que mi chica frotase con cuidado mi espalda, eliminando a conciencia todo ese pringue. Había discutido con ella sobre el que lo hiciera, porque sus ojillos risueños hacía tiempo que pedían un descanso. Estaba a un suspiro de quedarse dormida, podía sentirlo, pero ella se negaba a ceder al sueño, era una cabezota que se empeñaba en mantenerse despierta para asegurarse de que la fiesta se centraba en Gloria, no en sus necesidades de embarazada.
Así que allí estaba, luchando por no quedarse dormida en cada pasada, pero fracasando, porque podía sentir como sus pasadas cada vez eran más lentas. No podía decirle otra vez más que se metiera a la cama, que yo lo haría, porque ya sabía lo que tocaba, protestas y ella aferrada a la esponja. Así que me giré hacia ella para hacer el último intento, para decirle que ya estaba lo suficientemente limpio como para no manchar nada.
Pero no pude, porque nada más tenerla frente a mí me di cuenta de que sus ojos no estaban sobre mi rostro, sino en ese trozo de piel donde estaba una particular cicatriz. Sus dedos la acariciaron con reverencia, aunque yo podía ver el pesar en sus ojos.
—Fui una inconsciente. —Aferré con cuidado sus muñecas para obligarla a mirarme. No podía negar que esa herida la sufrí por su culpa, porque no iba a permitir que aquel desgraciado la lastimara, y porque por ella arriesgaría mi vida, una y mil veces. Soy estúpido, lo sé, pero es lo que hace el amor. No escoges a la más lista, la más guapa, o a la más perfecta, sino a aquella que hace que tu cuerpo vibre como una cuerda de guitarra, sacando la nota más hermosa que jamás hayas escuchado.
—Así que esta fue la pista por la que supiste que era yo. —No era una pregunta, y ella lo sabía.
—Esta cicatriz. —Movió sus manos para tomar las mías y girar las palmas hacia arriba. —Tus manos que no puedo dejar de mirar cuando vuelan sobre las teclas de un ordenador, la forma en que sacas pecho cuando te enfrentas a un desafío, —Sus dedos se posaron con suavidad sobre mi esternón. —y esa forma de en que se tensan los músculos de tu abdomen cuando... —Sus ojos ascendieron hacia los míos, pero yo estaba más centrado en la forma en que sus dientes atraparon su labio inferior. —¿Besarla? ¿cómo evitar hacerlo?
—Si no estuvieras tan cansada te haría una demostración. —Ella sonrió, como si de verdad fuese a aceptar el desafío. Pero un largo bostezo no le dejó continuar.
—Te habría comido entero delante de todas esas lobas hambrientas del local. —Mansamente dejó que la empujase fuera de la ducha. Fui recogiendo algunas toallas para secarnos a ambos de camino a la cama.
—Nadie como tú para marcar territorio. —Besé su sien, porque ese era todo el contacto que no nos llevaría a cometer una locura. Yo encendido como una bengala y ella dormida en cuando su espalda tocase la cama. Yo podría seguir con la tarea, pero la parte buena del sexo no es conseguir tu propio clímax, sino el hacerlo ambos juntos, si es al mismo tiempo, eso tiene un plus.
—Ya te digo. Casi le tiró un paquete de pañuelos a la cara a Gabi para que dejara de babear. —Eso me hizo reír.
—Ya sabes que ella nunca tuvo una oportunidad conmigo. Siempre fuiste tú. —Con delicadeza la recosté en la cama y me acosté frente a ella. Quería ver el momento exacto en que sus ojos se cerraban y el sueño la vencía. Tasha es de las que pelea hasta el final, y creo que es precisamente eso lo que más me gusta de ella.
—Ya, pero ella sigue pensando que tiene posibilidades. Hoy se vistió para ti. — No me había fijado en su aspecto, pero si la manera de buscarme con la mirada.
—Estoy felizmente casado y tenemos un bebé en camino. —Acaricié su tripita con suavidad. —Si eso no le basta tendría que hacérselo mirar. —Pese a tener los ojos cerrados, una media sonrisa apareció en su cara.
—Un poco loca si que está. Con lo bien que nos lo pasábamos de niños, y ella no hacía más que convertirlo todo en una competición. —Eso me hizo pensar.
—Gabi siempre fue la líder del grupo de Miami, que tu llegaras desde Las Vegas para quitarle el puesto debió de escocerle.
—Tiene un ego demasiado pagado de sí mismo, pero eso cambiará en cuanto madure, como nos pasó a todos. Cuando se dé cuenta...—otro bostezo—de que ella no es la más importante, verá al resto de las personas que tiene alrededor. —Su voz casi desapareció en esa última palabra. Morfeo acababa de vencer.
—Como hiciste tú, cariño. Te diste cuenta de el resto no teníamos que correr detrás de ti. Nunca has sido tú contra el mundo. —Me incliné para depositar un último beso sobre sus labios, y después me recosté en la almohada.
Gabi
Viernes de resaca. ¿Alguna vez han odiado al mundo por moverse bajo sus pies? Pues ese no había sido el peor de todos, me he emborrachado hasta perder el conocimiento, esos sí, siempre con la seguridad de hacerlo en casa, junto a gente de confianza. Nunca he sido tan estúpida, como para dejar este cuerpo tentador a la merced de cualquier depredador sexual de Miami. Pero justo ese día odiaba al mundo, porque tenía que ir a clase, porque había dormido menos que un pez. Ya saben, los peces no se duermen, porque si lo harían, dejarían de respirar. Como decía, odiaba al mundo. Y no era solo por las pocas horas de cama que había tenido, sino que estas habían resultado ínfimamente productivas.
Sueños, o pesadillas, no sé como podría calificarlos. El caso es que a parte de que me mantuvieron en un extraño estado en el que mi mente no podía descansar, dejaron detrás de sí algunas ideas locas. Y la culpa la tenía la tía Cari. Esa mujer de mente calenturienta aprovechó la parada en la que quedó libre el asiento del copiloto, para tomar posesión del mismo. A ver, que no hacía falta ser un genio para saber de lo que estaban hablando ellos dos, bueno, más bien ella, el otro simplemente babeaba. Hombres, ponles una mujer con hambre de macho, con algunas copas encima, y una minifalda, y los tienes olisqueado tu culo como si estuvieras en celo. Uf.
Verles tan contentos me hizo pensar en las palabras de Franccesco "Si son libres y lo desean, nadie tiene que juzgarles. Ni siquiera tú." ¡Agh!, odio cuando un enano te da lecciones de vida. Pero es que tenía razón. Y lo de enano... Mmmm, tuve que sujetarme la cabeza porque no podía más. ¿Por qué tenía que pensar que el cuerpo de Fran no era el de un enano? Me sacaba por lo menos 7 u 8 centímetros, y aquellos músculos... Y lo peor era ese culito duro que pude ver por la ventana, cuando la falda esa de paja salió volando de camino a su casa. Menos mal que no había vecinos curioseando.
¡Agh!, da igual, él era menor que yo, no podía verle de esa manera. Además, era de la familia, su padre era el cuñado, de la hermana de mi padre. Eso nos hacía primos, ¿no? Crecer juntos le convertía casi en mi hermano, y de tu hermano no piensas de esa manera, son tus amigas las que babean por sus huesitos. Aunque... Darío era dos años más pequeño que yo, si alguna de mis amigas babeara por él tendría que darle un par de pescozones. ¡Ni si quiera tenía edad para beber!, le faltaba un mes para los 21.
En fin, hoy tampoco prestaría mucha atención al profesor.
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Gabi - Legacy 8
RomanceGabi es una mujer joven y moderna, a sus 23 tiene todo lo que cualquier otra puede desear; una familia que la quiere, un trabajo que la gusta... Pero lo que siempre ha deseado y nunca ha podido conseguir es al hombre del que se enamoró de niña: Drak...