Umiko.

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—¿Así que la tal Umiko... es una vieja amiga?— preguntó Moroha siguiendo a Hisui

—Su padre, el señor Jiro, es un hombre muy gentil a pesar de ser el líder de la tribu. De pequeño solía venir con mi madre aquí por las telas, Umiko siempre fue una niña amable. La consideraba una amiga a pesar de nuestras diferencias sociales.— explicó el joven

—Y ahora está a punto de casarse, ¿que edad tiene ella?— inquirió Towa

—Tiene tantas estaciones como yo.— aseguró Hisui con un gesto amable que las chicas veían pocas veces

—¿Nos invitarán a la boda? ¡Son muy bonitas!— se fascinó Moroha agrandando los ojos

—Había olvidado por completo que el tiempo de compromiso se acabaría pronto. Soy descuidado ante los tiempos.— el exterminador levantó un poco el Hiraikotsu en su espalda mientras el sol teñía el paisaje con un manto cobre

—¿Es bonita?— dudó Towa tras de él

—Se la considera la joven más encantadora en la aldea pero ustedes juzgarán.— sonrió de par en par el hijo de Miroku

—Está portándose raro.— susurró la chica de rojo a lo que Towa asintió

—¿Crees que le guste la tal Umiko?— preguntó en voz baja la gemela mayor

—Pues si la chica se va a casar...—

—A Setsuna no le agradará eso.— cuchicheó la peliblanca divisando el pueblo cercano

Los arrozales abundaban, las plantaciones se veían propicias y los aldeanos trabajaban sin cesar.
Herrerías, posadas, ventas de telas. Este lugar tenía de todo, Moroha era una chica curiosa, se aseguró de visitar cada puesto de comercio.
Towa también observó algunos de los puestos comerciales notando que aquí abundaban las joyas.
Este era un pueblo acaudalado, la casa del líder de la tribu era visible metros antes de llegar a la entrada.

—Oye Hisui, ¿a qué exactamente se dedican aquí?— preguntó Towa divisando una cantera abierta

—El señor Jiro es uno de los comerciantes más reconocidos por su joyería. Algunas de las mejores joyas de la provincia son oriundas de este pueblo. ¿Ven las canteras abiertas? Extraen metales preciosos y gemas.— explicó el maestro del Hiraikotsu

—Pero no hay soldados alrededor.— apuntó Moroha viendo como la entrada del pueblo se veía desprotegida

—En eso te equívocas, mira por encima de las canteras.— pidió el muchacho a lo que la chica de rojo logró ver a los arqueros escondidos tras los arbustos de la montaña

—Ya veo.— suspiró Towa con paso tranquilo

Los guardias de la casa se impresionaron al ver al exterminador de vuelta.

—Por los dioses, ¿es acaso Hisui? ¿El hijo del monje Miroku?— preguntó uno de ellos

—¡Claro que sí! ¿No has notado el Hiraikotsu a sus espaldas?— lo corrigió su compañero

—Buenas tardes— saludó el joven inclinándose ante los guardias —Vengo a ver a la señorita Umiko. Tengo entendido que se casará pronto así que vine a rendirle mis honores.— aseguró el chico

—Claro, el señor Jiro estará feliz de recibirte, Hisui.— alentó uno de los samuráis

—A ver si puedes arreglar el problema que tenemos. Un demonio se hizo a la par de una caverna de jade y ahora nadie puede acercarse a la cueva. El señor Jiro intentó sacarlo a la fuerza pero nadie logró matarlo.—

—¡Que terrible! Pero eso no debería opacar la boda, al final es una ocasión feliz.— habló Towa

—Ellas son mis amigas, no se preocupen.— informó el hijo de Sango adentrándose en el fuerte que cubría la casa.

El hechizo tardío. [Setsui - Hisui x Setsuna] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora