La razón.

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Moroha y Towa se mostraban impresionadas ante los hornos, la fundición de metal y el labrado de las piedras pero Hisui se desenvolvía naturalmente entre los grandes hornos. Saludó a cuantos recordaron su nombre o su cara.
A Umiko le gustaba pasar tiempo con los aldeanos, era algo natural en ella.
Desde la muerte de su madre se transformó en una especie de princesa para los aldeanos.
El día de la boda llegaría pronto, la futura señora del pueblo quería asegurarse de tener los preparativos listos.
Moroha no soportaba la espera, corriendo dejó sola a Towa quién gruñó por lo bajo impacientándose por la repentina curiosidad de su prima.
Hisui tomó la delantera mirando hacia todos lados hasta que pudo verla hablando con uno de los orfebres.

Moroha se quedó a su lado perpleja, al igual que con la señorita Tamano.
Umiko se veía como una verdadera princesa. Una sonrisa gentil se dibujaba en el tierno rostro de la joven, su cabello suelto la distinguía.
Se veía como una frágil flor a punto de ser arrastrada por el viento.
Sus fracciones se posaron en Hisui, al joven le hubiera gustado poder abrazarla pero por cuestiones de respeto en vista a la boda la saludó inclinándose ante ella.
La chica mantuvo la mirada serena devolviéndole el saludo cordialmente.

—Señorita Umiko, vengo a entregarle buenos deseos de parte de los exterminadores con motivos del fin de su compromiso. He venido aquí con el propósito de entregarle un regalo, espero no le moleste la presencia de mis amigas: Moroha y Towa.— habló humildemente el muchacho

Umiko rió dejando escuchar su risa de alondra.

—Los amigos de Hisui son mis amigos, me alegra que hayas recordado la fecha de mi boda. Han pasado años desde la última vez que nos vimos, dime, ¿cómo se encuentra tu madre?— preguntó aferrándose a las mangas de su kimono color tila

—Goza de buena salud, muchas gracias por preguntar.— al levantar la mirada Hisui recordó el cierto pudor que sentía al verla provocando que desviara la mirada rápidamente

—Bienvenidas Moroha y Towa a nuestro pueblo, ojalá logren disfrutar de este pequeño pedazo de cielo en la tierra.— le dio la bienvenida la señorita a ambas

—Oímos que pronto se casará, felicidades por eso señorita Umiko.— habló Moroha con una pequeña reverencia

—Por favor, acompañenme a la celebración del té. Estaré encantada de escuchar tus aventuras, viejo amigo.— alegó la chica con calma dejando ver su lado educado

Los orfebres la reverenciaron dejándola marchar hasta su casa, las siervas abrieron las puertas de la casa para que los cuatro jóvenes entraran.
Towa estudió cada rincón de la casa, la sala de invitados era enorme y la otra puerta contraria daba hasta un jardín privado donde las habitaciones se conectaban.
La chica era bonita pero una melancolía sin igual se presentaba como un velo que cubría su felicidad opacada.

—Hiroto prometió venir a visitarme pero no lo he visto ni una sola vez. A pesar de las insistencias de mi padre no hemos sido capaz de convencerlo. Quizá trate de evitarme...— susurró desilusionada la futura novia

—La señorita Umiko no debe decir eso, ¿quién en esta región sería capaz de rechazarla? Sería tan tonto como rechazar una hermosa joya.— habló la sierva que traía el té

—¿Su novio es miedoso? Tal ve sea causa del demonio de la cueva. Algunos hombres le temen a los espectros.— Moroha intentó imitar algunos tentáculos por encima de su cabeza con sus dedos

—Hiroto no sabe como usar una espada, su familia ha fomentado la paz pero muchas provincias ven eso como una debilidad.— explicó la chica tomando una taza de té

—Es verdad que en esta época es algo fundamental saber usar un arma pero ¿no aferrarse a una cultura de disputa hace a su prometido menos honorable?— dudó Towa sentándose sobre sus rodillas

El hechizo tardío. [Setsui - Hisui x Setsuna] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora