¡Nos vamos Angie, buen día!, dijo Tenko prácticamente arrastrando a Himiko de donde estaba. Llevaron a casa y trataron el tema, Himiko solo decía lo que pensaba. Tenko dijo – No soy Dios, no soy perfecta, soy socialmente correcta y ya. - ¡Pero no quiero amar mas a alguien que a ti, es difícil creer en Dios para mi, yo solo quiero ser feliz contigo!, menciono Himiko avergonzada pero con valentía a la vez. Ven mi niña, esta bien, no iremos más donde Angie, viviremos nuestra espiritualidad aquí, en casa.
Paso el tiempo y Angie recibía a mas personas, entre mas personas recibía, se daba cuenta que hay pocas personas que creían tanto como ella, ella sabia que debía reportar la palabra de su Dios, pero ya nadie iba. Las pocas personas que visitaban a Angie, la idolatraban y trataban como Diosa, y ideo un plan, para acabar con el pecado, el pecado que ella denomino: ”Dios si lo es todo”, aquel que no creía o no es discípulo de su sabiduría, seria eliminado para llegar a un mundo mejor.
Un día como cualquier otro, en aquel pequeño pueblo, muy temprano a la mañana, se escuchaban gritos de agonía y sufrimiento. Tenko estaba despierta, ella solía traer el desayuno a casa como pudiera, pidiéndoselo a nobles o fiando algo. Al salir ella vio como asesinaban a un pobre hombre por no visitar a al nuevo Dios, “Angie”. Angie vio a Tenko y dijo: - ¡A POR ELLA!.