㸑 siete

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Después de meditarlo por poco más de un día, sí, definitivamente debía disculparse.

Todo sería más fácil si no estuviera recostado en el piso de su casa, observando hacia el techo. Quería matar a Hongjoong, por más que se hubiera preocupado por él, le había dicho que no comía mucho.

Eso, más la insoportable jaqueca con la que despertó esa mañana, le impidieron asistir a la escuela por ese día.

La mayor cantidad de sus días era la monótona y desmotivante situación, él siendo devorado por la soledad de su hogar. No le gustaba estar ahí, pero no tenía otro lugar a donde ir, mucho menos si se sentía débil físicamente.

Cerró sus ojos, sumergiéndose de inmediato en la tranquilidad que muy pocas veces lograba tener. Gracias a momentos así lograba deshacerse de aquellos pensamientos intrusivos como si se tratase de un privilegio, quería que sentirse tranquilo no fuera prácticamente un milagro, solo quería respirar y sentirse seguro.

Encontrarse tan relajado estaba por llevarlo a quedarse dormido a pesar de estar recostado en el piso, eso no le importaba hasta que tocaron la puerta.

¿Por qué siempre alguien tenía que interrumpirlo? Por esa razón era que también solían haber muy pocos momentos de tranquilidad para él, muchísimo menos de una tranquilidad absoluta.

—¡Seonghwa!

Se levantó de su sitio tan solo para ir a abrir la puerta, pues sabiendo de quién se trataba por lograr escucharlo gritar, sabía que podría insistir mucho más hasta que la puerta fuera abierta. Honestamente, ver su sonriente rostro lo hizo sentir más desanimado y con menos energía.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a ver cómo estabas, ¿puedo pasar?

—Hongjoong, solo falté a la escuela por un día...

—Sí, pero si me escribiste diciéndome que estabas enfermo, obviamente iba a preocuparme.

Tenía razón en sus palabras; pero en defensa de Seonghwa, no tenía nadie más a quien avisarle. Mejor dicho, no tenía nadie a quien le importara que él estuviera enfermo.

—Está bien, pasa.

El peliazul entró a la casa e involuntariamente el alegre gesto que expresaba, desapareció.

Por fuera, la casa tenía plantas y un césped muy bien cuidado, sin embargo por dentro había un desastre para él. Era un lugar oscuro, las cortinas estaban cerradas. En la sala de estar había una mesa llena de cosas probablemente inservibles y basura, un sofá de cuero que por su estado, parecía ser bastante antiguo, y también había mucho desorden ahí.

Hongjoong no podía descifrar por completo una fea sensación que tenía en ese momento, era como si el lugar transmitiera una sensación de abandono, y como si también transmitiese malas vibraciones.

Y a Seonghwa parecía no afectarle...

—¿En serio ya estás bien? —Decidió preguntar Hongjoong al ver a su amigo tan serio, a pesar de que esa fuera su expresión normal.

—Dije que sí.

—¿Entonces me dejas cocinar algo?

—De acuerdo. La cocina está a la derecha, y si gustas puedes dejar tu mochila en el sofá.

Hongjoong asintió y caminó hacia la cocina, también era naturalmente oscura pero por lo menos estaba ordenada. Decidió que iba a hacer hotcakes para ambos, pero al abrir el refrigerador se llevó la sorpresa de que tan solo habían botellas de agua, manzanas y dos postres envasados... Tal vez él o su familia aún no hacían las compras mensuales.

crystal boy ꩜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora