Epílogo

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Sábado, 14.30 horas.

Megan se encontraba sentada frente a la isla de la cocina. La suela de su zapato golpeaba rítmicamente el suelo, mientras escuchaba la música de la emisora. Sus ojos, sin embargo, se hallaban fijos en las líneas de código. Sus dedos se deslizaban hábilmente sobre el teclado, sin perder la concentración.

Estaba de buen humor. El brillo azul de la pantalla iluminaba su rostro, logrando vislumbrarse la sutil sonrisa que surcaba por sus labios.

— ¡Sí! —se irguió sobre su asiento, elevando sus brazos en celebración.

En la pantalla podía leerse el cartel:

<< ACCESO CONCEDIDO >>

Ese iba a ser un gran día.

Volvió a inclinarse sobre el portátil, reanudando su tarea. Se infiltró sigilosamente en la interfaz, revisando periódicamente el reloj de pared. La sincronía y la precisión lo eran todo en esta misión.

"Un minuto con veinte segundos."

En su cabeza inició la cuenta regresiva, aguardando su ventana de oportunidad. Como esperaba, los técnicos iniciaron el lanzamiento. Esa fue su señal de partida para apoderarse del servidor principal.

"Está hecho." Sonrió de oreja a oreja, satisfecha con la información en pantalla.

Ante sus ojos se desplegaron una serie de paneles con los planos y controles de su nuevo juguete.

Ante sus ojos se desplegaron una serie de paneles con los planos y controles de su nuevo juguete

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— ¿Quién quiere hijos cuando puedo tener este bebé?

Se trataba de un avión depredador no tripulado de última generación. Estaba diseñado principalmente para operaciones de vigilancia y espionaje. Sin embargo, los ocupantes de esa base militar abandonada habían realizado unas cuantas modificaciones al prototipo con fines de carácter más... bélico.

La mujer refregó sus manos, sintiendo como la emoción y la adrenalina se apoderaban de cada fibra de su cuerpo.

"Veamos cómo se vuela esta belleza."

Mientras tanto, del otro lado del hemisferio, los técnicos e ingenieros de la base revisaban minuciosamente las computadoras. Uno de ellos se percató que las coordenadas de vuelo se habían alterado misteriosamente.

La prueba de vuelo estaba en marcha. Hasta ese momento, el avión se elevaba lenta y suavemente en el aire, siguiendo la trayectoria establecida.

Ella presionó unas cuantas teclas, cortando así la línea de comunicación entre las computadoras del cuartel y el dron. El aparato se detuvo abruptamente, permaneciendo suspendido en el aire.

Al darse cuenta del fallo, un excoronel y actual líder de la organización, se acercó a las pantallas y le dirigió una mirada severa al técnico en jefe, exigiendo silenciosamente una explicación. El científico negó con la cabeza compartiendo su perplejidad. Rápidamente sugirió la posibilidad de un desperfecto en la dirección y ordenó su inmediato descenso para inspeccionarlo.

Bye bye, Mr. Holmes (Mycroft y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora