9.

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Al día siguiente, en la escuela, todo estuvo muy normal. Caminaba por el pasillo junto a Cassidy y vi a James. Entré en pánico así que tomé a Cass de la muñeca y abrí la primera puerta que encontré para esconder.

—Hallie, ¿qué demon...?

—¡Cállate!

—¿Señoritas? —dijo una voz masculina detrás de nosotras. Nos giramos y nuestra sorpresa fue enorme al ver que había un montón de chicos con toallas en sus caderas—. Este es el vestidor de varones —nos aclaró un chico moreno con buen cuerpo.

—Sí, lo siento, lo sentimos, ya nos vamos —dije rápidamente. Di la vuelta para salir, pero antes de tomar el picaporte, alguien lo giró desde afuera.

—¿Chicas? —dijo James cuando entró—. ¿Qué hacen aquí?

—Cassidy entró por error, ya sabes, en ocasiones es muy tonta —Cass me golpeó con su codo en las costillas, no me quejé—. Igual, ya nos íbamos —volví a tomar a Cass por la muñeca y la arrastré hacia afuera.

—Hallie —me llamó James.

—¿Si?

—¿Podemos hablar?

—Estamos llegando tarde a clase.

—Es la hora del almuerzo —estúpida Hallie mentirosa, estúpida, estúpida.

—En ese caso, llegamos tarde a la cafetería. Nos vemos luego —por tercera vez tomé a Cassidy por la muñeca y la obligué a caminar por el pasillo.

Después de unos segundos se soltó y dijo: —¿Qué carajo fue eso?

—Tal vez hay algo que olvidé contarte.

—¿Qué pasó?

—Tengo más de una semana evitando a James.

—¿Por qué?

—¿Recuerdas que cuando fuimos al bar se ofreció a llevarme a casa? —asintió—. Pues cuando llegamos... lo besé... me besó... nos besamos.

—¿¡Qué!?  —gritó ocasionando que unos chicos nos miraran—. ¿Qué hiciste?

—Salí corriendo y le cerré la puerta en la cara.

—¿En serio hiciste eso?

—Sí —suspiré—, soy horrible.

—No, no lo eres. Sólo estás confundida.

—No quiero hablar con James.

—Tienes que hacerlo.

—Lo sé.

Después de eso ninguna dijo nada, almorzamos en silencio y luego fuimos a clase, aunque no pude concentrarme en ninguna. A la hora de salir, huí —literalmente— de James.
Sólo me despedí de Cassidy y salí corriendo a mi casa.

Hice lo mismo toda la semana, hasta que el viernes mi huida se vio truncada por Jason.

—Hallie —dijo deteniéndose frente a mí.

—Hola, Jay, ¿qué necesitas? —le dije apurada.

—¿Todo bien?

—Sí, todo bien, ¿qué pasa?

—Me preguntaba si... ¿quisieras ir a cenar conmigo mañana?

—Oh, Jay, me encantaría, pero no puedo. Iré a casa de mi papá.

—¿Tu papá?

—Larga historia. Me tengo que ir, hasta luego.

De nuevo salí corriendo y así lo hice durante todo el camino.
Cuando llegué a mi casa, comí, ordené y habitación e hice tarea. Por la noche cuando llegó mamá yo ya estaba preparándome para dormir así que sólo me dio las buenas noches.

Amores Confusos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora