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Desperté cuando había salido el sol, la cabaña se iluminaba tenuemente.

Me levanté para ir al baño y accidentalmente pisé a alguien.

—Ese era mi pie —dijo Jason con la voz ronca, recién despertaba.

—Ay, perdón.

—No importa, ¿qué hora es?

Tomé el teléfono de James, estaba sobre una mesita, y lo encendí para ver la hora. Me distraje viendo la pantalla de bloqueo, el fondo era una foto mía que había tomado con su celular un día que salíamos de la escuela. El hecho de que viera esa foto cada vez que encendía su celular me parecía lo más bonito del mundo.

—¿Hall?

—Ah, sí. Faltan cuatro minutos para las siete —dejé el teléfono en su lugar justo cuando Jason se acercó a mí.

—¿Realmente estoy despierto desde antes de las siete un domingo? Vaya forma de desperdiciar mi día de levantarme tarde.

—Y que lo digas —sonreí y pasé una mano por su cabello para intentar peinarlo, como siempre, no pude—. Voy al baño.

—Estaré buscando algo para comer.

Fui al baño, era pequeño y bonito, baños de gente rica.

Me lavé las manos y salí justo a tiempo para ver a Jason salir de la cocina con una caja de cereal.

—¿Quieres?

—Sí, por favor —me sirvió un poco de cereal y comimos en silencio sentados en un sofá de la cocina.

—No entiendo cómo es que mi papá le rentó esto a Connor, si yo le hubiera dicho que me aburrí del bar seguro hubiera contestado: «¿desde cuándo tienes edad para ir a un bar?» y yo le habría dicho: «cumplí dieciocho hace poco, ¿lo olvidaste?» y él diría: «alto, ¿tú quién eres?» —me dijo después de un rato, y aunque intentó hablar con gracia, sabía que el tema le molestaba.

—Jay —tomé su mano y la apreté suavemente—. Eres un chico magnífico y lamento que haya personas que no se den cuenta, pero en serio, eres genial.

—Gracias, Hall, de veras.

—No agradezcas.

Volvimos a quedarnos en silencio, pero nuestras manos no se soltaron.

—Oye —volví a hablar—. ¿Por qué te molesta tanto que James me diga bonita?

—No sé —le di una mirada incrédula—. Bueno... siento que tiene un detalle contigo, uno que yo no tengo y... no sé, es raro.

—Claro que es un detalle, pero tú también tienes uno. Fuiste la primera persona en pedir permiso para llamarme Hall y eso me parece el primer detalle.

—¿En serio?

—Sí, Jay, en serio —sonreímos y él acercó su mano a mi rostro para poner un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, luego acaricio suavemente mi mejilla y yo apoyé mi cara en su mano. Después de pocos segundos sonreí, era lindo estar así con él.

—¿Qué piensas? —preguntó sin quitar su mano.

—Te ves muy lindo por las mañanas.

—Tú te ves muy linda por las mañanas —dijo él y seguí sonriendo mientras lo miraba.

—Bueeeenos días —dijo Kendall entrando a la pequeña cocina y Jason apartó su mano.

—Hola, idiota —saludé.

—Cuñado, buenos días —dijo Jason y Kendall fingió que no lo había escuchado.

—Papá llamó, preguntó por ti.

Amores Confusos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora