Shipp: Ranpoe
Ranpo Edogawa nunca olvidaría la noche que conoció al amor de su vida, a esa persona que llenó el vacío que antes llenaba una buena historia de misterio, o un caso policiaco que nadie podía resolver.
Fue bajo la hermosa luna de octubre que llegó a un burdel bien conocido por no solo tener bellezas locales, si no también extranjeras. Él había escuchado de lo grandioso que era el lugar gracias a sus colegas en el departamento de policía, pues había rechazado muchas invitaciones tildándolas de "aventuras insanas para aquellos que no tienen imaginación". Claro, eso lo creía fervientemente, pero cayó cuando vio a cierto extranjero de mirada triste y piel pálida sentado en una esquina más alejado del local. Sus ropas eran de colores oscuros y en su regazo se encontraba un pequeño mapache.
Debía admitir que no tenía ninguna gracia en particular, y los atuendos baratos que portaba demostraban que no debía de ser muy popular, pero para él, era perfecto.
Consiguió una noche con él, y notó la mirada resignada del pelinegro cuando lo llevaron a la habitación. Estaba por quitarse sus ropas cuando Edogawa lo detuvo.
— ¡No! Te necesito con las ropas puestas. — murmuró.
El contrario lo miró sin entender, ¿acaso sería uno de esos clientes con fetiches extraños?
— ¿Por qué? — se atrevió a cuestionar, encogiéndose instintivamente por el regaño que creyó que recibiría, o quizá un golpe por hacer preguntas, pero nada de esto llegó.
— Porque no es necesario desnudarse para leer un libro. — respondió buscando entre sus cosas su manuscrito. — ¿Sabes leer? Pensé que podría obtener una buena opinión de una tercera persona.
El de ojos tristes tomó las hojas que el contrario le ofrecía, abriéndolas en el inicio.
— ¿El extraño caso de la isla panorama? — preguntó. — ¿Es una historia de misterio?
— ¡Así es! Puede que al principio te resulte complejo y... — Ranpo fue interrumpido por un pequeño grito. — ¿Qué sucede?
Abrazando el manuscrito como si la vida se le fuera en ello, el chico del burdel miró con las mejillas rojas y sus ojos brillantes al detective.
— ¿E-e-e-res Ran...Ranpo? — susurró.
— Mi nombre es Edogawa Ranpo, ¿ya me conocías?
En ese momento el más alto tuvo un desmayo que el de ojos verdes atendió con prisa. Más la razón de tal reacción, debió admitir, le tomó por sorpresa. ¡Mira que encontrarse con el que parecía su más grande fan...!
— Hey, me parece injusto que solo tú sepas mi nombre. — le recriminó una vez el otro se recuperó.
— A-Allan. Edgar Allan Poe. — respondió con las mejillas completamente rojas.
Esos fueron los pequeños gestos que enamoraron al escritor de "El extraño caso de la isla Panorama".
Fueron muchas noches más las que pasaron juntos. Mientras sus compañeras y compañeros del burdel obtenían joyas y prendas caras de regalo, Poe atesoraba como si se tratara de la piedra más extraña y hermosa los escritos que su cliente favorito le llevaba. Pasaban el tiempo que Ranpo compraba charlando sobre historias de misterio, compartiéndolo también con el pequeño mapache de nombre Carl, incluso una vez Allan le dió permiso de ver unos cuantos escritos que el pelinegro hacía en sus tiempos libres y que no habían sido destrozados por su dueña. Cuándo los sentimientos fueron demasiados apenas se dedicaron suaves caricias y besos fugaces, para ellos esas tiernas muestras de afecto eran suficientes.
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Siete Flores
FanfictionSiete flores para siete tristes historias, cada una basada en los prompts de la Angst Week.