ROSA AZUL: Ghost

172 9 0
                                    

~ Continuación de "The night I met you" ~

Shipp: Ranpoe

Si debía decir algo malo de su vida, es que ésta fuera tan larga. No lo mal entiendan, no se trataba de un obseso del suicidio como su compañero de la estación de policía en Yokohama, ni tampoco estaba en alguna situación en la que la tristeza no lo dejara continuar, de hecho, estaba bastante tranquilo, sólo sentía que ya había logrado todo lo que debía lograr. Ahora se hallaba, quizá, algo impaciente.

Ranpo miró hacia la pila de libros frente al altar sin fotografía, ahí donde descansaba una urna gris de cenizas a la que, hace unos cuantos años atrás, se le unió una más pequeña, y la única que tenía un marco de madera al lado. El ahora escritor retirado sonrió al ver la fotografía que le tomaron durante una fiesta de gente distinguida, donde sostenía una copa de vino y Carl lo acompañaba sobre sus hombros. Era una hermosa fotografía para recordar a su querido mapache.

— Yo ya me hice cargo de él, ahora te toca a ti. — dijo con buen humor.

Y de nuevo se sumió en el silencio de su habitación. Decidió continuar escribiendo su nueva novela de misterio, pues a pesar de hallarse retirado oficialmente aún se entretenía escribiendo, aunque le desesperara que sus ya viejos dedos le dificultaran la tarea. La vida se había vuelto aburrida, y quizá por eso se hallaba impaciente. Había publicado más de 25 libros, todos ellos habían encantado, así como también los cuentos de su querido Allan, pero ahora, con 7 décadas en su haber, todo se había vuelto gris. Quizá como siempre la había visto el pelinegro en aquel lugar horroroso de donde no lo pudo sacar.

Nya

El escritor giró su vista a la ventana, donde estaba un hermoso gato negro. Sonrió y se levantó con dificultad, ese animal se había vuelto su última compañía, aunque el descubrimiento de este fue toda una sorpresa. Una mañana simplemente encontró a Carl jugando con el pequeño gatito, quien se mostraba nervioso y asustado, y él decidió salvarlo de su peludo animal. Después de eso no había día que no apareciera, aunque después desapareciera como si de un fantasma se tratase. Se había vuelto tan unido a ellos que incluso había permanecido echado al lado del mapache cuando este estaba en sus últimos momentos. Siempre se preguntaba si el pequeño gato haría lo mismo con él o sería al revés.

— Ya sé, ya sé. — le respondió cuando el gato lo agobio con sus maullidos. — Creo que tengo un poco de atún para ti.

Con manos temblorosas debido a la edad, Ranpo le dió de comer al animal, quien le ronroneo antes de comer. El ex detective se sentó a su lado y comenzó a beber el té que hizo en su viaje a la cocina, esperando a que el otro terminara.

— ¿Sabes? Los días como hoy me traen muchos recuerdos. — comenzó a contar, viendo las hojas de los árboles caer a su jardín. — Ya viene el otoño. En esas tardes salía emocionado de trabajar, y aunque no estoy dispuesto a admitirlo frente a él, debo confesar que corría un buen tramo para llegar pronto a su lado.

— El sentimiento era mutuo, yo rogaba porque pudiera verte esa noche. Durante todo el día pensaba en muchas historias para que pudieras escucharlas.

Esa voz...

Edogawa giró su cabeza y lo vio, sentado justo a su lado con los ojos fijos en el atardecer. Cuando sus miradas hicieron contacto un extraño sentimiento invadió su cuerpo, sabía que él ya no estaba, pero, al mismo tiempo... Llevaba el mismo atuendo gris con el que quemó su cuerpo un día después de haber muerto (si se ponían técnicos ahora era una buena oportunidad para disculparse por la premura de dicha acción), su piel seguía pálida, pero simulaba la sanidad con la que lo conoció. Su sonrisa hizo a la suya salir y el brillo en sus ojos grises lo hechizó como la primera vez.

— Poe...

— Muchas gracias, Ranpo. — le dijo con una sonrisa. — Por todo lo que hiciste por mí después de morir.

— Bueno, no podía abandonar a Carl, hubiera sido algo inhumano, y tus escritos me estorbaban, así que los mandé a publicar.

— ¡Que malvado eres por expresarte así! — le reclamó. — Mira que tratarme mejor como gato que como persona...

Ranpo no dejó que se notara su sorpresa ante aquello, al contrario, actuó como si eso no fuera el único misterio que no pudo resolver.

— Bueno, soy débil ante los gatos, tú te aprovechaste de mi bondad al hacer eso.

La risa del extranjero le pareció la música más maravillosa que alguna vez pudo escuchar. Levantó la mano para ponerla sobre la mejilla contraria y notó que ya no habían manchas ni arrugas en ella, estaba tan limpia y tersa como en sus veintes.

— ¿Entonces llegamos al final? — preguntó el escritor.

— Ya no hay un final, Ranpo, justo ahora podemos empezar nuestra eternidad. — le respondió Allan, en ese momento tal parecía que recordó cómo debía actuar siendo Edgar Allan Poe. — A-a no ser que con el ti-tiempo que pasó ya no q-quieras...

— Idiota. — le interrumpió, tomando su mano. — Nunca había esperado tanto por algo como este momento.

Y Poe sonrió, apretando el agarre de sus manos, las cuales no se volverían a soltar nunca más.

Rosa Azul - Paciencia, espera eterna.

Siete FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora