PAIGE
Recuerdo cuando solo era una pequeña niña, siempre me la pasaba jugando con mis muñecas hechas de trapo, adoro mis largos vestidos que me hacia mi madre. Solía levantarme muy temprano para arreglarme para luego ayudarle a mi madre con la comida que le hacía a papá antes que se fuera a trabajar.
Me gustaba mucho ayudarle a mi madre, mi hermano mayor se iba a trabajar con él. Nosotros vivíamos en el campo, mi casa era muy acogedora, no salía mucho porque mis padres no me lo permitían así que la mayor parte del tiempo jugaba con mis muñecas y pasaba un rato muy agradable con mis hermanas.
Cuando estaba por caer la noche mi abuelo llegaba a la cabaña y nos reuníamos todos mis hermanos, hacíamos un círculo y nos sentábamos en el junto frente a la chimenea. Mi madre nos llevaba chocolate caliente. Mi abuelo se sentaba en una perezosa y nos contaba muchas historias, a veces de su vida o algún que otro cuento al final todos nos quedábamos dormidos, sus historias eran muy interesantes, hacíamos muchas cosas y me gustaba pasar tiempo con ellos, verlos a todos felices y atentos a cada palabra que salía del abuelo. Mi padre se sentaba en un sofá algo lejos de nosotros, todos disfrutábamos esos momentos.
Pero cuando era el momento de irnos a dormir, siempre mis hermanos se ponían nerviosos y se miraban entre sí, mi madre llegaba a nuestra alcoba con una sonrisa, pero su cara era más de preocupación que de felicidad no entendía porque mi madre y mis hermanos se ponían así, me daba mucha curiosidad porque ellos se ponían así de tensos y las despedidas en la noche eran demasiado largas mis hermanos le decían a mi madre que se quedara a dormir con ellos pero mamá siempre respondía con un:
-¡no puedo!
Siempre me preguntaba porque todas las noches le hacían esa petición a ella.
-¿Por qué nunca te quedas con nosotros? ¿Y por qué ustedes le piden que se quede?-. Preguntaba muy inocentemente.
-Porque tenemos miedo.- me respondían todos en unísono.
Ella se despedía y se iba. Nadie se dormía hasta que yo quedase dormida.
Y pues cómo siempre la rutina en la mañana.
Muchas veces mi madre usaba vestidos muy largos, cubrían casi todo su cuerpo, era extraño ver a mi madre con ropa así cuando eran días de mucho sol.
Ella no salía de casa, mi padre era el que hacia todos los mandados al parecer no le gustaba que ella saliera.
Era muy posesivo al decir verdad y era muy celoso con mamá. Mi madre no era para nada fea al contrario era muy bonito y muchas veces pensé en lo suertudo que fue mi padre al conseguirla.
Ella era de test blanca cómo la nieve, su cabello era rubio y era rizado, cuando salía a tomar el sol su cabello brillaba, sus ojos eran grandes y tenían un color azul cielo, tenía unas pestañas largas y bonitas, tenía un cuerpo bien marcado, se le veían muy bien los vestidos, se notaba su elegancia al andar, su aroma suave pero delicado.
Mi padre también tenía lo suyo al decir verdad.
Mis hermanos no les gustaba el hecho de dejarla sola, no sabía porque pero después me di cuenta el por qué.
Era una mañana muy tranquila, me gustaba cómo estaba el panorama, recuerdo que mi madre había cometido un error en lo que hacía y vi como su cara se tornaba de miedo, sus nervios empezaban a surgir pero a la vez quería disimularlo para que no me diera cuenta, empezó a moverse con rapidez para poder arreglar lo que había hecho pero al parecer era demasiado tarde porque papá ya había llegado a casa.
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Detrás De Una Muerte [En Proceso]
Mystery / ThrillerEsta es una historia de un joven que cuya infancia no fue tan feliz y tan divertida como la de los otros niños, fue una infancia que no le gustaría a nadie vivir, tales problemas y cierto sufrimiento hizo que sus pensamientos fueran diferentes a la...