1. Yume Nemuru

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Eran las siete de un segundo dia casi cualquiera

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Eran las siete de un segundo dia casi cualquiera.
La luz del sol chocaba contra la venta, y buscaba una distraccion por parte de la cortina para entrar a molestar los ojos de quien estuviera recostada. Pero no importaba, la musica del silencio que la mañana regalaba no permitia que la luz hiciese su cometido. De esos silencios que podian sonar como musica clasica. En estos momentos, pequeñas notas de trompones que se perdian en el aire.
Y un violin sonaba hacia abajo, hasta que paro de repente.
Abrio sus ojos de golpe, de manera cortante, casi seca, mientras sus casi invisibles pupilas se dilataban, para notar eso debias tener muy buena vista. Sento su cuerpo amarillo pastel sobre las sabanas verdes claras de su colchon, bajo su mirada y dio vuelta la palma de su mano derecha hacia su dirección. Numeros aparecian y desaparecian en esta, en forma de un reloj de horas, minutos y segundos, con una fuente algo digital, futurista, y algo brillante, de un amarillo mas claro que de su piel, un poco mas y quizas era blanco. Era como una luz que se encontraba dentro de su mano, y en la palma de este la piel era tan delgada que le permitia huir. La hora en ella retrocedia, iba en regresiva, faltando cuarenta minutos para llegar a cero.
El inexistente violin comenzo a sonar nuevamente.
Se levanto rapidamente y abrio su armario, sacando un uniforme cuya falda era rosada. Un uniforme de pasteleria. Se lo coloco en cuestion de segundos, y ni se molesto en mirarse al espejo, salio por la puerta de su habitación, algo apurada. Bajo las escaleras, se oia cada paso al bajar como la suela de sus zapatos chocar la madera lustrada, y en la imaginaria orquesta podiamos escuchar desparratados acordes de piano por cada escalon. Termino en la planta baja, escuchando como algo se fritaba en el zarten, en la cocina.

- Bebé, ¿Cómo has dormi-- Dejo caer la espatula que tenia en su mano. Maldicion, otra vez.- ...do.

Observo un hilo rojo escapar de los ojos tembloros de su hija, quienes de escondian bajo el manto de sus parpados y pestañas.

- Perdón, mamá, debo salir ahora mismo. Estoy apurada.

- Por favor, apresurate.- Con la garganta e impotencia en su puño. Nada mas podia hacer ante la conviccion de su pequeña.

La menor reverencio, tomo el bolso que siempre la esperaba en la entrada, y partio dejando a su preocupada madre en la cocina. Quizas para la castaña podría ser una rutina aquello; Despertar y preparar el desayuno en lo que su hija tambien despertaba, cuando lo consiguiera esperaria a que baje, para encontrarse con algun tipo de lesion en su joven cuerpo. Algo que sucedia minimamente una vez al mes. Esto habia empezado hace unos 8 años, cuando una mañana no la desperto su alarma, si no los quejidos de su hija, mientras expulsaba el agua salada de sus pulmones por su boca.

Tomo la espatula del suelo y la tiró con algo de fuerza en el fregadero, desquitandose un poco.

1.1

07: 25: 40. A.m.

Corria delicada y rapidamente por las veredas de un barrio transitado en tokyo, como el violin subia y bajaba de acordes. Esquivaba a los transeuntes sin dificultad alguna, como sabiendo cada movimiento exacto de aquellos. Recordo algo, y empezo a alentar su correr poco a poco, en una esquina. Un cochecito rojo estaba a unos metros de ella, quieto en su lugar, mientras el padre de la criatura compraba unas verduras al vendedor ambulante. Se acerco mientras el coche seguia quieto, y a unos centimetro de llegar, este comenzo a moverse hacia atrás, hacia la gigante y transitada calle, al instante lo detuvo.

s l e e p i n g .      bnha×Oc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora