Capítulo 7

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—¡Qué rara eres!— apartando repentinamente a la joven castaña, liberándose de su agarre.

—Jade...—

—¿Qué es lo que te ocurre?— tragaba pesadamente, mientras era observada de una manera ¿extraña?.

—No estoy muy segura...—

—Sea lo que sea, es posiblemente culpa de tu embarazo y yo, no puedo ayudar...—

—¿Por qué no lo intentas?— relamío sus labios, sin apartar su vista de aquella figura delgada y pálida que estaba frente a ella.

—Sí, eso es culpa de las hormonas.— afirmó, más para sí misma. De un salto salió de la cama.

Se puso su calzado rápidamente, y dejó a la joven en aquella habitación, pidiéndole que volviera. No le importó aún portar su pijama.

—Buenos días, Jade...—

Aquella voz le otorgó un poco de tranquilidad.

—Buenos días madre...—

—¿Y Tori?— preguntaba, fingiendo desinterés, mordiendo un pan tostado con mermelada.

—Ella está...está un poco indispuesta el día de hoy.— restandole importancia aquella incómoda pregunta.

—¿Se siente bien?—

—Estoy segura de que lo está. No tienes porque preocuparte.—

Después de esto, no hablaron más, su madre salió de la cocina y después de la casa, en dirección al trabajo.

Mientras preparaba un poco de fruta y un par de pan con mermelada, sintió como alguien la abrazaba por detrás.

—¡Maldita sea!— se regaño.

[...]
Había salido de casa para mantener distancia de la castaña, quien no hacía más que comportarse de una manera muy extraña. Se sentía un poco incómoda, Victoria tenía días mirándole de una forma singular. Y aquello le asustaba.

No quería involucrarse de más con su ex amiga, tenía que mantener la cabeza fría. No sentimientos, no amor. Nada. Ni por más que su ser le exigiera estar cerca de la joven.

Tenía que continuar odiandole, no había hecho más que joderle la vida todo el tiempo y ahora, estaba nuevamente cediendo ante ella. Dejándose envolver, para que después fuera azotada con la dura realidad. Victoria sólo la moldeaba a su conveniencia.

Recordar todo lo que la morena había hecho y dicho, le hizo hervir la sangre nuevamente, justo como la primera vez. Se regañaba a si misma por permitirse tenerla en su casa, aún peor, hacerse cargo del hijo del tipo que más odiaba. Debía ser una completa estúpida.

Sacudió su cabeza, para alejar todos esos pensamientos. Y miró su móvil. Su agenda le había enviado una notificación. Hoy, tenían una cita con el médico obstetra, debían ver el desarrollo del bebé, el pequeño que le alegraba el alma, le otorgaba una paz inexplicable. Quizá, esto era por lo único que seguía soportando a Tori.

Por el bebé, por SU bebé.

* * * * * * * *

Victoria se encontraba recostada sobre la camilla, mientras el médico deslizaba aquel aparato sobre su abdomen desnudo. El gel frío le había puesto la piel de gallina.

Después de algunos segundos intentando encontrar la imagen perfecta, el leve latido del corazón del bebé, invadió la habitación.

—Y ahí está...— murmuró aquel hombre de cabellera blanca y de edad avanzada.

Jade veía aquella ecografia, sus ojos brillaban de felicidad, una felicidad que intentaba ocultar en vano. Una sensación desconocida para ella, se expandió en cada cm de su cuerpo. Instalándose, haciéndola sentir extrañamente feliz.

De manera involuntaria una sonrisa se formó en sus labios. Miró a Tori, quien tenía la mirada perdida en la imagen que arrojaba el monitor.

Se veía asustada, cosa que no pasó desapercibida por parte de la joven de mirada penetrante. Y quizá aquella actitud le molestó bastante, más se limitó a dejar pasar esa reacción.

***

—Tengo miedo, Jade— jugueteaba nerviosamente con sus dedos. Sin apartar la vista de ellos.

—¿De qué?—

—¿Y si algún día me pregunta por él?—

La pelinegra apretó su quijada, molesta con esa pregunta.

—Puedes decirle que era un completo idiota. Aunque sí quiero dejarte una cosa en claro. Yo, no voy a renunciar a este niño, solamente porque su padre se arrepintió y quiere arreglar sus errores.—

Fɪɴᴅ U AɢᴀɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora