Capítulo 11

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—¿Desde hace cuánto sales con la loca de Trina?—

—No está loca, es diferente.  Ella ha estado escribiendo...— un rubor adorna sus mejillas y aparta la mirada rápidamente de la ojiazul.

Jade entrecierra los ojos, ejerciendo presión a la pelirroja.

—Sí Jade, le he respondido. Y...—da un sorbo largo a su té de frutos rojos. —Hemos salido un par de veces.—

—¡Excelente! No deseaba estar enterada de esto, y menos porque claro, han pasado casi dos meses desde entonces.— se queja, de manera sarcástica.

—Lo siento.— Cat se remueve nerviosa en su sitio, sabe que la gótica ya no la está mirando, aún así, puede sentir toda la tensión sobre si. —¿Has intentado salir con alguien?—

Aquello le toma por sorpresa y la deja, dispersa por un momento.

—No, no tengo tiempo, tengo mucho trabajo.— se excusa, se acaricia el cabello sedoso y ruge con frustración.

—Claro que lo tienes, el problema es que... Sabes que siempre he estado de acuerdo con todo lo que haces y que además tienes todo mi apoyo. Pero, no me gusta ver que aún le tienes fidelidad a Victoria. Ella no va a cambiar Jadey.—

La azabache le observa con atención y un ligero brillo en sus ojos, le dan alerta de lo que podría pasar.

Traga pesadamente, con el dolor en la garganta presionando y quemando mientras se contiene.

—Sé que te ha dado "señales", pero siento que sólo es un juego más. Por favor, comienza a ver por ti misma.—

Y West no dice nada. Se ahorra sus palabras, porque sabe que su amiga tiene razón. Esa pelirroja tiene toda la jodida razón.

—No me siento lista, no tengo ganas de querer a nadie más. Y sé que quizá me estoy ilusionando en vano, pero... es complicado.—

La joven pelirroja no dice nada más al respecto, se inclina un poco y toma la mano de su compañera.

—¿Quieres asistir a una pequeña reunión?—

Jade frunce ceño.

—Es de una compañera de trabajo. Me ha invitado, Trina va a ir conmigo, considero que podrías venir tú también. Para despejarte un rato.— revisa su móvil y sonríe como idiota.

—Cat, te estoy perdiendo. Luces como una boba— confiesa con falso desagrado.

—Más tarde te envío la información...— suspira en señal de derrota. —Puedes llevar a Tori si eso te hace sentir mejor.—

Horas más tarde, una Victoria iba de un lado a otro, preocupada por cuál sería un atuendo adecuado.

Demasiada energía para una chica embarazada. ¿A caso había comido demasiados dulces?

Victoria opta por un vestido color vino, que llega por debajo de sus rodillas, se ajusta al cuerpo, resaltando su pequeño vientre.

Jade le observa, cautivada y fascinada, con la boca entre abierta;

—Te ves increíble...— añade con nerviosismo, al sentirse descubierta. Y rápidamente aparta la mirada.

—Gracias.— la morena baja el rostro, ligeramente enrojecido por el cumplido.

Después de 45 minutos, entre pequeñas discusiones, logran dar con el domicilio, que luego de analizarlo bien, no estaba para nada complicado de encontrar.

Definitivamente, Tori no era un buen copiloto y mucho menos era buena dando indicaciones.

Aparcaron el auto en el único espacio disponible, la azabache fue la primera en descender, prácticamente corrió del lado de la puerta del copiloto y ayudó a la morena a bajar.

La mujer podía ser un poco torpe en algunas ocasiones, y esta vez no sería la excepción.

La mujer bajó con prisa y casi resbala, por suerte la firme mano de Jade le tomaba por la cintura.

El momento fue interrumpido por el timbre de llamada, y la vibración provocada por el móvil de la azabache.

—¿¿Dónde estás?? Tengo esperando casi una hora.— se queja de manera evidente.

La voz chillona de Cat llega hasta los oídos de la morena, quién cierra con cuidado la puerta del auto.

—Justo acabamos de llegar. ¿Puedes venir por nosotros?—

—Oh, vale, en un segundo estoy ahí...—

La voz malhumorada de la pelirroja cambia, a una más agradable.

La llamada culmina y ambas mujeres van en su encuentro.

No era una reunión tan pequeña como su amiga le había hecho ver. Apenas se podía pasar entre la multitud.

Y West, no era muy fan de estar rodeada de tantas personas. Victoria había ido al baño y ella, se encontraba, sentada en un sofá color negro mientras bebía whisky.

No estaba segura del porque había accedido a asistir. Sólo pudo ver y conversar en dos ocasiones con su mejor amiga.

Victoria ya estaba tardando demasiado, se abre paso entre los cuerpos sudorosos, y con dificultad puede acceder al cubículo.

Tori se ve frustrada, trata de limpiar algo de su vestido.

—Una chica, tiró su trago sobre mi...— murmura con cierta tristeza.

—Está bien, te ves hermosa de todas maneras. Déjame ver si tengo algo que nos pueda ser de utilidad.— busca entre sus cosas, sólo llevaba bolso en caso de ser necesario y esta situación lo ameritaba. Saca una bolsita llena de toallitas húmedas, las coloca sobre el tocador y comienza a limpiar a la chica, justo al donde el cuello tipo "V" del vestido alcanza a cubrir el inicio de sus pechos.

Ignora por completo el sitio en el que se encuentra. Limpia con delicadeza el vestido, logrando llevarse la mayoría de la mancha, y de vez en cuando, mirando a Tori sonriéndole con ternura.

La castaña no aparta la vista, admira la concentración de la azabache, que de cerca luce más "agradable" que se costumbre. Aparta las manos pálidas y la mujer le mira confundida.

Es ahora o nunca. Así que, sin titubear, corta la distancia entre sus rostros y posa ambas manos en las mejillas de la chica, para después besarla.

Sí, Jade había estado bebiendo, sus labios conservan ese ligero sabor y además están algo fríos por el hielo que siempre acompaña las bebidas.

El beso es lento y tímido, como si la pelinegra temiera lastimarla. Tan delicado que eso comienza a cansarle un poco.

Se ha sentido un poco alterada últimamente por las hormonas, quizá se deba a eso, que ha tenido ganas de besar con mayor intensidad a la mujer con la que comparte habitación. Y su anhelo hace presencia.

Profundiza el beso, pide permiso a los labios de Jade para introducir su lengua y es bien recibida.

West se aferra a la cintura de la chica, y la atrae, siente el calor emanar de su cuerpo, chocar con las partes que su vestido no puede cubrir.

Y el toque en la puerta poco les importa, hasta que la molesta voz de Trina las hace detenerse exaltadas, con la respiración ajetreada y los labios rojos.

—Un momento.— grita Victoria, ajustando su vestido y limpiando con cuidado, su labial de los labios de Jade con sumo cuidado. Para no dejar evidencia.

Fɪɴᴅ U AɢᴀɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora