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Pov. Hinata
Sabía que todo terminaría mal, pero aún así quise probar lo que era enamorarme por primera vez.
La conocí durante la guerra, un mal tiempo para encariñarse con alguien que posiblemente va a morir. Ella se veía fuerte e intimidante, me llamo la atención desde la primera vez que la ví, me pareció muy atractiva. Venía junto con otras cuatro mujeres y una de ellas estaba herida, una bala había herido su abdomen.
Las “personas vulnerables pero con dinero” tuvimos la gran suerte de podernos refugiarnos lejos de todo en una casa algo vieja y por lo visto olvidada, éramos tres chicas y máximo ocho niños los que nos encontrábamos allí, una de de las dos chicas sabía medicina y pudo atender a la mujer herida. Tuvieron que quedarse en nuestra casa durante algunos días ya que al parecer ninguna planeaba dejar sola a su compañera, admire aquello.
Al principio creí que serían cómo los soldados alemanes pero demostraron tener más corazón que todos ellos, no hablaban mucho con nosotras pero aún así seguían siendo amables. Me sorprendió bastante el ver su actitud pero sobre todo el saber que también estaban combatiendo contra los soldados estadunidenses y rusos, mi padre me había dicho que una mujer ni tenía lugar en la guerra pero por lo visto ellas eran tan fuertes cómo un soldado varón.
—Nuestros logros jamás serán recordados—solto una de ellas—La sociedad nos olvidará tan rápido que ni siquiera estaremos en los libros de historia, jamás hablarán de nosotras
Esas palabras me siguen molestando hasta la fecha, cada palabra fue tan acertada que me hierve la sangre al ver cómo la sociedad sólo admiro a todos los hombres pero olvidaron que algunas mujeres también estuvieron en la guerra.
Ella era la más callada de todas, tal vez eso fue lo que captó mi atención, de cierta forma me daba curiosidad su silencio. Intenté acercarme a ella fallando inevitablemente, sólo me miró y siguió con su vida, ignorando por completo mi pregunta. Una de las alemanas me había dicho que no lo tomara personal.
El segundo intento fue un poco mejor que el anterior, por lo menos logré que soltara una muy linda risa, casi se me cae un vaso e hice un sonido algo extraño lo cual la hizo reír. Su risa era celestial, me considero afortunada de haberla escuchado reír.
El tercer intentó no fue bueno pero tampoco fue malo, adule su cabello diciendo que era muy lindo y que el color de este igual lo era y en respuesta recibí un “Lo sé”, pero la sonrisa egocéntrica que me dio al final de aquellas dos palabras casi me deja en el piso. Mi corazón latió con fuerza al ver aquella sonrisa, toda ella me parecía simplemente fascinante.
