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Pov. Hinata
El sonido de la lluvia golpeando la ventana y el pavimento era una melodía bastante relajante. Me encontraba sentada en unas de las mesas de la biblioteca estudiando para el examen de matemáticas.
Toda mi atención estaba en el libro que tenía en la mano, hasta que ella entro a la biblioteca. Sus mejillas y nariz estaban rojas, asumí que era el por frío que habitaba alrededor.
Con su mirada buscaba una mesa vacía y al final se sentó en un lugar cerca de la mesa en dónde yo estaba. No pude evitar el verle, me parecía tan hermosa, cómo un ángel caído del cielo.
_____ (______) es mi compañera de clase, no hemos entablado alguna conversación que no fuera para pedir un lápiz o un borrador. Solo la vez que nos tocó hacer equipo para la materia de Historia junto con Haruka e Ino.
Yo estaba tan nerviosa a su lado que apenas y si pude hablar, en esa exposición me di cuenta que ella era muy buena en historia, más de lo que creía. Yo solo hablé cuándo nos tocó exponer, de hay en más no pude dirigirle la palabra sin decir alguna tontería o comenzar a tartamudear.
Ella es tan perfecta, y yo solo soy una cobarde que ni siquiera pudo hablar con ella para aquella exposición.
Deje mi libro de matemáticas a un lado y saque una libreta de mi mochila, cada vez que la veo me llena de inspiración para escribir poesía. Solía escribirla cómo pasatiempo, pero desde que la conocí se volvió un vicio escribir sobre ella.
Son poemas que jamás llegarán a ella, no me atrevo a decir todo lo que siento por el miedo a no ser correspondida y solo lograr que se alejé de mí. Tal vez me acepté pero ¿Y si no lo hace?
Mi mano se movía rápidamente escribiendo cada verso, levantaba la mirada para verla, cada palabra pasaba por mi cabeza al verle.
Su cabello caía un poco por su cara cada vez que bajaba la cabeza para escribir, sus lentes brillaban un poco por al luz de su celular qué utilizaba, muy seguramente para responder sus dudas.
Solo verle hace que mi corazón lata de forma rápida, podía sentir cómo este quería salir de mi pecho y gritar a los cuatro vientos su nombre.
Sus orbes ___ se posaron en los míos, podía sentir cómo mi cara se ponía cada vez más caliente, me había pillado mirándole. Me sonrió mientras movía su mano de un lado a otro levemente, yo solo pude desviar la mirada a mis apuntes. Era tan cobarde cómo para mirarle.
Me arrepentí al segundo, la volví a mirar y de nuevo tenía su vista fija en sus libros. Otro poema fue lo que empecé a escribir, del cómo odiaba mi cobardía y mi timidez que me prohíben hablarle.
