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El viento soplaba con calma atrayendo al frio consigo, pequeños copos de nieve descendían con lentitud alrededor de toda la aldea y todo el bosque.
La nieve manchaba cada superficie que encontraba, el gran frío llegaba a congelar las cosas, una de ella era un pequeño lago que se encontraba en la aldea. Los árboles que anteriormente eran frondosos ahora estaban cubiertos de tanta nieve que les hacía lucir realmente magníficos.
La gran mayoría se encontraba en su hogar, refugiándose del fuerte frío que hacía en el exterior, pero ni con aquel frío clima los problemas se congelaban tal cual el agua.
La infante cayó al suelo bañado de nieve, su nariz estaba rosada al igual que sus mejillas al causa del fuerte frío que estaba haciendo. Sus manos estaban cubiertos por unos guantes rojos que la protegían del frío, pero al caer, un poco de nieve se cómo entre sus manos haciéndola temblar.
Risas.
Las risas de esos niños se escuchaba en las desoladas calles de Konoha, miró hacia arriba viéndolos divertirse al molestarla. Se sintió tan vulnerable y humillada, un sentimiento negativo la invadió al grado de querer llorar. Se había sentido una completa burla para todos ellos, una cobarde más.
Un grito fue el que paro los movimientos de los demás niños.
—¿¡Que creen que hacen!?—grito claramente irritada
Se acercó corriendo a ellos pero ni siquiera parecieron inmutarse ante su presencia, tan sólo era un payaso más del circo para esos crueles niños. Pero su reinado no durarían mucho en pie una vez que estuvo lo suficientemente cerca de ellos. Uno de ellos se rió al verla tan decidida, otro se burló y la reto, mientras que el último de ellos ya estaba en el piso.
Un movimiento rápido lo hizo terminar allí, un sólo golpe.
Si antes estaba enojada, ahora lo estaba el doble.
Hubieran atacado de regreso, de no ser porque ya estaban viendo cómo cierta bicolor se acercaba de manera lenta y aterradora hacia ellos. Podían lidear con una molestía, pero dos ya era demasiado. Detrás de aquella pequeña venían de igual forma otro infante, una pelea justa si tan sólo uno de ellos no fuera del famoso clan Yoshida, el niño era un idiota fuerte.
—Oh, huyeron—dijo con simpleza el pelinegro
Los orbes ___ se posaron sobre la pequeña niña, era tan sólo unos centímetros más alta que ella pero ante sus ojos era una pequeña niña que tenía que cuidar. Sus manos recogían sus cosas con cuidado, casi pareciendo un fantasma.
