En cuanto las puertas se cerraron, era imposible volver atrás. El volteo a verla, parada en medio de la oficina, pensando en que sucederá en ese momento. No paso mucho para saberlo. El se apresuro a tomarla presa de sus brazos. Firme en su pecho. Chocando uno contra otro. El unió su frente con la de ella gimiendo por lo que la adrenalina le provocaba. La apoyo contra la pared que tuvo más cerca y la acorralo con su cuerpo. Y sin poder evitarlo la beso vorazmente. Sensual y con tanta lujuria contenida. La presión era enorme. El dolor la sofoco y con aquel sentimiento se acordaba lo que había pasado y gracias a quien tenía ese feo chupón. Poso sus manos en el pecho de él, empujándolo levemente. Desprendiendo sus labios de los suyos. El apenas lo hizo con un disgusto tremendo. Frunció las cejas y la miro sin entender que pasaba.
-¿Qué ocurre? - pregunto aun con la vos leve -
Ella negó con la cabeza. Haciendo una mueca de disgusto. En verdad le dolió aquel beso. Sus labios se habían despintado por el beso.
-si estas resentida por... - dejo de hablar en ese instante, viendo su labio con determinación, noto lo morado que estaba y el leve hinchazón que no había notado, se torno serio y apretó los dientes- ¿Quién te mordió el labio de esa forma? - Comento serio- si fue Paul, te juro que hago que renuncies a ese empleo tuyo
-el no fue - dijo en un hilo de vos - el sería incapaz - elevo un poco más la vos ceñuda - fue un cliente, la noche que no fuiste
Por un momento Justin se quedo callado, sintiendo la adrenalina con más velocidad en su sangre - ¿te duele? - pregunto ahora con la mirada clava en los ojos de ella-
______ asintió levemente, sintiendo el leve dolor - y preferiría que no me beses de esa manera
Asintió y dejo de emerger presión en su cuerpo - perdón - se disculpo - si quieres, puedes irte, no tenemos porque seguir con esto, si te sientes mal
-¿Por qué no fuiste ese día? - Pregunto ella, sin hacerle caso a lo que había dicho-
-estaba ocupado - corto seriamente -
- pese que irías, cuando vi que otro chico había ganado la apuesta... - fue interrumpida por él, bruscamente -
-tienes que entender que yo no iré para siempre ah ese burdel - quedo muda por un segundo antes de asentir - me gustas - pauso - eso no lo niego y no sabes las ganas de ti que tengo en estos momentos - con delicadeza resbalo los dedos por su mejilla, rozando su labio inferior -
Y todo comenzó. Los labios de el vagaron involuntariamente a los de ella. Esta vez yendo a un rumbo despacio, pacifico y suave para no causarle ningún dolor. En ese momento se sentía tan impotente y presionado. Saber que estaba probando los labios que habían probado otro hombre, lo hizo perder los estribos. El quería ser el único. El quería dejar sus marcas y que ella las vea al despertar y se dé cuenta de quien las dejo fue el famoso Justin, no empleado de una empresa con deudas que lo único que hacen es ir en picada. Y se dejo llevar por la lujuria que emanaba de sus venas y la pasión. Paso sus manos por la cintura de ella, dejando salir la camisa apretada que le quedaba de maravillaba. Bajo el cierre de la balsa un poco y la subió, dejando ver sus bragas blancas. Gimió al sentir sus braguitas algo húmedas. Sonrió por encima del beso. Levanto sus piernas, apoyándola en la pared. Bajo sus labios a la alturas su cuello, besando con delicadeza mientras desabrochaba su blusa.
Termino segundos después. Para suerte suya, aquel brazier se desabrochaba por adelante. Solo fue necesario un jaloncito y listo, sus pechos estaban expuestos ante él. Los tomo entre sus manos mientras seguía ocupado en su cuello.
-ahora yo me ocupare de dejar mi marca - bajo hasta sus pechos - para recuerdes que tu eres mía
Sin decir ni una palabra más, comenzó a besar sus pechos mordisqueando en algunas zonas levemente. Para después dejar chupones por todo su pecho. Dejando limpio de cualquier delito su cuello. Pensándolo mejor, había llegado a la conclusión que si les dejaba marcas en el cuello sería muy evidente lo que había pasado allí adentro. Y eso no era oportuno en este momento.
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Lust
FanfictionElla se dejo llevar por la caricia que provocaba los largos dedos de él sobre sus labios. Y así sus manos le explicaron que gemir no era opcional.