Enamorados por Accidente [TERMINADA]

Capítulo 37: Pequeños enamoradizos

LUKE

Bajo las escaleras de dos en dos a la vez que tarareo la canción Sugar de Maroon 5. Al bajar el último escalón de un gran salto, llamo la atención de mamá y papá que se encuentran en la cocina.

—¡Buenos días familia! —saludo de forma entusiasta mientras me acerco hacia ellos.

Papá me observa con una ceja alzada bajando el periódico que anteriormente tapaba su rostro. Al pasar por el lado de mamá, dejo un sonoro beso en su mejilla, haciendo que ella se remueva mientras sigue cocinando.

—Nos cambiaron a nuestro hijo, Anthony —se burla mamá sin dejar de voltear los Waffles en el sartén.

Papá suelta una gran carcajada.

—Un terremoto se acerca —se cubre con el periódico —Stell, escóndete.

Suelto una risa fingida, haciendo muecas.

—Que graciosos ustedes dos —los apunto y abro los brazos en señal de desconcierto —¿Acaso no puedo darles los buenos días?

Papá deja el periódico en el mesón de la cocina. Se acomoda su cabello dorado, negando con la cabeza. Las tenues arrugas en su entrecejo se marcan cuando vuelve a alzar las cejas.

—Siempre le dices a tu madre que parece un algodón de azúcar —me reclama.

Ruedo los ojos, tomando una manzana roja de la frutera en medio del mesón, dándole un mordisco.

—Bueno —me encojo de hombros, sentándome en un taburete —Uno puede cambiar sus opiniones ¿No?

Mamá se da la vuelta y me sonríe.

—Claro que si, Luky —me ordena el cabello con una de sus manos.

Papá suelta un bufido acercándose a nosotros.

—Eres muy fácil de engañar, querida —deposita un beso en la frente de mamá.

Algo de lo que siempre me he sentido afortunado, es de mis padres. A pesar de los años, se aman como desde el primer día en que se conocieron. No todas las familias tienen esa oportunidad. Admiro profundamente lo valiente y fuerte que es Mia. Yo no podría ser ni la mitad de perseverante como lo es ella.

Abro mi boca, ofendido.

—¡Oye! —le golpeo su hombro cubierto de un traje azul marino.

—¿Que? —Me mira —Solo digo la verdad —ríe, sacudiendo mi cabello.

Ruedo los ojos y vuelvo a darle otra mordida a mi manzana.

—Así te ves mejor —me susurra, cuando termina de desordenar el cabello que mamá había acabado de arreglar.

Asiento, levantándole mi dedo pulgar.

—¿Y Zack? —pregunta, mirando hacia todos lados.

El ambiente es opacado por un carraspeo de garganta bastante fuerte. Todos nos damos vuelta hacia la dirección que proviene.

—Tu rey está frente a tus ojos —se apunta, comenzando a caminar hacia unos de los taburetes.

—Ya que el rey ha llegado —se burla papá —Iré a trabajar.

Luego de besar castamente los labios de mamá, golpearme amistosamente las mejillas y hacer una reverencia frente a Zack, papá se esfuma por la puerta principal de casa co una gran sonrisa pintada en su rostro.

Mi hermano mayor suelta un gran bufido cuando se sienta en uno de los taburetes. Sus cejas se fruncen levemente.

Ladeo la cabeza, curioso.