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Al día siguiente Nain regresó a la misma hora de siempre, al mismo lugar de todos los días, y estoy segura de que pedirá lo mismo de siempre.

Pero no quiero que sea igual que siempre. Aun tengo preguntas que quiero que se me respondan. Que él me responda.

Tengo su nombre, sé que le gusta el café negro por su sencillez, pero necesito más. ¿Alguna vez han sentido que algo no es suficiente? Pues lo estoy sintiendo ahora, no es suficiente lo que ya sé. Quiero más.

¿Eso me hace una rarita, una acosadora, o poco profesional? Posiblemente, pero no me importa.

—Asumo que quieres un café negro —Digo a modo de saludo. Le dedico una sonrisa que me devuelve con timidez.

Me sorprende que un chico con su apariencia sonría con tanta timidez. La verdad es que casi siempre que conozco personas atractivas resultan ser muy seguros y seguras de sí mismos.

Pero Nain no, y eso me intriga demasiado.

—Asumes bien —Responde en voz baja—. ¿Cómo está tu mano?

Muevo la mano que el día anterior me había quemado y hago una mueca. Ese día duele. Pero me parece tan encantador que se haya acordado y hubiese preguntado que respondo con una sonrisa.

—Está mejorando.

Abre la boca para decir algo más, pero se limita a asentir. Decepcionada me doy media vuelta y me dirijo a prepararle el café de siempre.

Ese día no ha habido demasiado público en la cafetería. Culpo al frío del día y el hecho de que parece que va a llover.

Siendo sincera, me parece raro que no esté lloviendo ya, porque en Osavia las lluvias comienzan apenas el otoño lo hace. Los inviernos son muy largos a veces.

Mi teléfono vibra sobre la encimera, le echo un vistazo rápido sabiendo de quién debe tratarse.

Tyty: lo invitaste a salir ya? Le dijiste algo?

Bianca: No seas entrometido. Y no, no le pediré una cita, puedo hablar con él sin una cita.

Tyty: no me engañas Bi, sé que quieres ver al chico desnudo.

Bianca: no sé qué tipo de citas tienes, pero las mías casi siempre involucran ropa.

Tyty: casi es la palabra clave.

Tyty: avísame si decides lanzarte.

Ruedo los ojos y dejo el teléfono en su lugar antes de caminar hacia la mesa de Nain, dejando el café sobre su mesa.

—Gracias Bianca —Me mira y sonríe abiertamente, y algo en mi interior se derrite.

Miro alrededor, solo hay dos mesas ocupadas y ya tienen sus pedidos. No pierdo nada si me doy unos minutos para... ¿Para qué, exactamente? ¿Acosarlo?

No me permito pensar en eso, así que me siento frente a el y le dedico una sonrisa que pretende ser tranquilizadora pero que sé que debe ser tenebrosa.

—Disculpa si te molesto, pero necesitaba sentarme.

—No molestas —Asegura mirando hacia el lago.

Ese día las nubes no permiten ver el sol esconderse en el horizonte, pero tienen unos colores relucientes y brillantes que compensan ello, y permiten ver un atardecer precioso.

—Eres suertuda, ¿sabes? —Dice tras darle un sorbo a su café.

—¿Por tener dotes para preparar café?

Sin proponérmelo, logro que ría ligeramente.

—Eso también —Mira el atardecer—. Pero me refería a esto. A poder tener esta vista todos los días.

Inclino la cabeza y observo el atardecer. La verdad es que me gusta observarlo, pero nunca he pensado que sea una "suertuda" por poder hacerlo.

Pero observando el lado reflejar las nubes, los colores del paisaje y la sensación de calidez que embarga mi pecho...

—Es curioso que no me considere suertuda por solo poder mirar un atardecer —Musito, pensativa.

—No me sorprende —Se encoje de hombros—. La mayoría de las personas no aprecian lo que tienen a su disposición, esas pequeñas cosas de la vida que nadie considera importantes, y las toman por sentadas. No es hasta que las pierden que se dan cuenta de lo valioso que tenían.

Se calla y vuelve su vista a mí. Sus mejillas adquieren un ligero tono rosado.

—Lo siento, no quería sonar impertinente.

Es adorable.

—No importa —Le tranquilizo, volviendo mi vista a él—. Y tienes razón.

No puedo evitar pensar en mi hermana, mi pare, mi madre y mi abuela. No sé si di por sentado su presencia, pero sí sé que no los aprecie lo suficiente cuando tuve la oportunidad y a veces, gran parte del tiempo, me arrepiento de ello.

—¿Cómo pierdes un atardecer? —Preguntó.

Cuando me mira sonríe y mi estómago se revuelve con una sensación extraña.

—Te lo digo mañana.


Tendré unos días de descanso de la universidad, así que intentaré actualizar más seguido 🤗
Muchos besosososos

Un Café al AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora