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Maratón 2/3

Generalmente no me agradan los borrachos, pero este en particular me parece divertido.

—No estoy bromeando —Ríe suavemente—. Él solía creer que existían las vacas de leche de chocolate. No paraba de pedirle a sus padres una.

—¿Le dieron una? —Inquiero sirviéndole un café negro lo suficientemente cargado como para quitarle el alcohol del cuerpo.

—Le dieron un perro. Se llama Vaca, y le hace honor al nombre porque caga en todas partes —Bebe un sorbo del café y hace una mueca—. Demasiado fuerte, ¿tienes leche?

—Es una cafetería —Recuerdo, divertida.

—Entonces sí tienes.

Me giro, divertida, y saco leche tibia de una pequeña tetera.

Diez minutos antes había entrado ese chico rubio y se había sentado en la barra, sonriendo como un idiota. De lejos se notaba que traía unos tragos encima, pero era un cliente, así que me acerqué a hacer su pedido.

"¿Eres Bianca?", me preguntó. Asentí y su sonrisa idiota creció. "Soy amigo de Nain", explicó y luego agregó: "quería conocerte, aunque creo que él se molestará por verme aquí".

"¿Por qué?", pregunté y su sonrisa se ensanchó. Luego me preguntó si quería saber cosas de la infancia de Nain, y sin responderle empezó a parlotear sin parar.

Era agradable.

No me había dicho su nombre, pero evidentemente conocía a Nain desde hacia años, y la forma como hablaba de él me daba a entender que lo apreciaba mucho.

—¿Sabías que su apellido es Herzog? Significa "duque" en hebreo. Siempre me ha molestado con que es de la realeza, y cuando éramos niños era un verdadero dolor en el culo.

Me percato que tanto su nombre como su apellido son de origen hebreo, y no me resisto a preguntar sobre ello.

—Ah, sí. Sus padres son judíos, o solían serlo. No estoy seguro —Frunce el ceño, como si le molestara que se le olvidara—. En fin, ¿sabías que tiene un título en psicología y una especialización en psicología infantil?

—No, no lo sabía —Admito asegurándome de que se tome su café.

—También es profesor en la universidad de Osavia —Sonrío con orgullo—. Es un buen partido, ¿no crees?

La verdad es que no había pensado en ello. Claramente era alguien inteligente y educado, pero ¿un buen partido? Lo conocía muy poco como para hacer tales declaraciones.

Sin embargo, ese rubio medio ebrio había respondido una de mis preguntas: qué hacia Nain durante el día, a qué se dedicaba. Profesor había sido una de mis opciones, pero la parte de ser psicólogo no me la esperaba.

Aunque encajaba con su perfil: silencioso y contemplativo...

—Nunca mencionaste tu nombre, borracho amigable.

Y atractivo. Agradable y atractivo. El rubio de su cabello es casi castaño claro, sus ojos son de color avellana y su piel está cubierta por lunares. No es musculoso, o atlético, es... Normal, supongo. Su cara es agradable de mirar, pero no te deslumbra. Pero su sonrisa... Hay algo en su sonrisa que te hace querer acercarte.

Es el tipo de chico con el que saldría un par de veces.

La campanilla de la cafetería suena distrayéndome y Nain entra con las mejillas ligeramente sonrojadas.

—¡Graham! —Agarra al rubio sin detenerse en mi—. Por favor, dime que no bebiste y manejaste.

—No papi.

Un Café al AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora