Capítulo 8

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Hacía tres días que habían dejado la cabaña de Clarke para revisar los bosques de las montañas, que la guardaparque Cotter debía controlar. Pero la concentración de la rubia funcionaria del estado de British Columbia estaba algo distraída esta vez.

Su dulce e insaciable compañera de viaje hacía algo difícil la tarea. Aunque ella no se quejaba en absoluto, de la cálida y dedicada atención que recibía constantemente. En particular cuando se acomodaban en el interior de la tienda donde dormían. Obviamente el frío de la noche hacía que ambas tuvieran que dormir un poco más juntas, y de alguna manera brindarse extra-calor....

- Hmmmm.... Si sigue así mi bella pianista vamos a tener problemas para despertarnos mañana... Aun nos queda por revisar... ohhhhh.... Siiiii....

- Aja.... Seguro que es un gran problema... Hmmmm... eres deliciosa y preciosa y... hmmmm...

- Ohhhhhh.... Cielos.... me vas a dejar seca como el desierto amor... - Bromeó Clarke haciendo reír a Lexa entre sus piernas algo temblorosas ya.

- Seguro que eso te molesta guarda parques Cotter...

- Ven aquí traviesa... Enserio... ¿qué he hecho contigo...?

- Mostrarme el paraíso... Hacerme adicta a ti y a tu cuerpo... y tus... gemidos... - Respondió Lexa dejando una estela de besos húmedos por el cuerpo de su amada, de la que no tenía suficiente, hasta llegar a sus labios y depositar otro beso en ellos. Clarke pudo sentir su propio sabor en ellos y la ponía a mil.

- Te amo... Y todavía no me creo que estés aquí conmigo... ¿No extrañas tu piano...? – La pregunta sorprendió un poco a Lexa que volvió a reír negando con su cabeza, para comenzar a hacerse del cuello de Clarke, que solo se estiró para brindarle esa piel.

- No... aunque debo admitir que es extraño no tocar por un tiempo, cuando casi toda mi vida lo he hecho cada día. Pero ahora tengo algo más importante que atender... - Dijo Lexa para volver sus labios a ese cuello del que no tenía demasiado. Clarke apenas podía controlar su cuerpo y esos shocks eléctricos que la recorrían por dentro y por fuera.

- ¿A sí...? ¿Y como ser, qué es eso más importante que tu amado piano? – Obviamente Clarke sabía la respuesta, pero le gustaba escucharlo de los labios sedientos de su hermosa pianista, que le propinó un mordisco suave debajo del oído izquierdo, haciéndola saltar y gemir levemente.

- Mi amada novia... Te amo Clarke, y nada puede compararse con lo que estoy viviendo estos días contigo, nada...

- Huy, eso sonó muy bonito... Novia... - Lexa se detuvo en su ataque al cuello de la rubia al escuchar es comentario. Algo preocupada de no haber asustado a Clarke de alguna manera rotulando tan segura ya, lo que apenas estaban comenzando. Pero al mirar sus ojos azules tan oscurecidos y enamorados, además de risueños, supo que todo estaba bien - ¿Cómo te sientes Lex...? – continuó Clarke ahora acariciando sus mejillas con dulzura, retirando algunos mechones rebeldes de su sudado rostro. - Digo, esto es todo nuevo para ti, y aunque sea un hermoso momento, no es que sea aguafiestas, pero... ¿Has pensado qué deseas hacer de ahora en más? – Lexa sintió un pinchazo en su pecho. Ella no deseaba pensar en ningún futuro, ella solo deseaba disfrutar lo que tenía en esos momentos. Algo que había soñado por los últimos dos años. Su rostro se tornó algo tenso y serio, parpadeando un par de veces.

- Demasiadas preguntas. Apenas nos hemos reencontrado Clarke... y estamos comenzando algo muy hermoso. ¿Tenemos que meditar en el futuro ahora mismo? – Clarke entendió que su pregunta había estado bastante fuera de tono o en el momento equivocado. Pero ella a veces no podía detener su maldita mente, siempre pensando en un par de pasos adelante.

Atardecer -PostergadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora