Capítulo 3

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- ¡Clarke! Dios mío que gusto verte...

- ¡¿Lexa qué demonios haces aquí?! ¿Cómo me...?

- Una larga historia, pero no importa...

- A ti no te importará pero a mi sí, porque son muy muy pocos los que saben quién soy y dónde vivo...

- Mira, no fue mi intensión molestarte... yo...

- Lexa nosé a qué has venido, pero necesito pedirte que te marches con quien te haya ayudado para llegar aquí. Porque dudo que te hayas aventurado en las montañas sola, además para llegar acá debes...

- ¡Ya Clarke! Sí, me han acompañado, pero no me iré. No sin antes hablar contigo... ¿No crees que me lo debes?

- ¿Deberte?

- ¿Enserio Clarke? ¿Necesito recordarte nuestra última plática...?

- No.... No la he olvidado y lo siento de veras Lexa pero...

- Clarke necesito que hablemos por favor. – Clarke se maldijo internamente por seguir siendo tan débil ante esa mujer que sí, aun amaba.

- Ya estás acá.... Asi que vamos...

- ¿Vamos a dónde?

- A mi casa... La manada me hace caso, pero hace un tiempo que no logran cazar algo bueno, y tú te vez tentadora, si me permites decirlo...

- Bueno. Gracias, sonó a cumplido. – Clarke rodó sus ojos y solo se giró emprendiendo el camino hacia su casa.

Lexa siguiéndola detrás se permitió sonreir algo más aliviada. Había logrado cruzar la primera barrera, y aunque le había dolido la negativa inicial de Clarke, supo que solo debía presionar, como le dijo su hermana Octavia, si la amas lucha por ella...

Tras unos diez minutos de subida, finalmente una hermosa cabaña se divisó entre una abertura en ese espeso bosque. Lexa podía sentir que esos amigos de Clarke las seguían de cerca, como acechando todo el resto del camino. A pesar de saber que eran amigos de la rubia, o de que podía controlarlos, no se sentía muy segura que digamos, especialmente luego de que Clarke le dijera que se veía tentadora como la cena. Pero trato de concentrarse en caminar junto y detrás de la rubia, que parecía que nada le afectaba en esa larga subida, y a ella ya no tenía piernas ni pulmones. Se maldijo por su pésimo estado físico.

Clarke podía percibir el temor de Lexa caminando detrás de ella y sabía que no era muy bueno, sintiendo como la manada las seguía de cerca, así que necesitó hacer una breve pausa.

- Lexa, sé que no es fácil para ti, pero debes repirar y relajarte. Ellos no te van a hacer daño estando conmigo, pero emites un olor muy atractivo para ellos y no es precisamente tu perfume a rosas.

- Yo... lo siento es que... son gigantes y salvajes Clarke.

- Lo sé, pero en verdad no debes temer, ellos me respetan y harán lo que les diga. Pero necesito que tú hagas tu parte, asi que solo relájate lo más que puedas. Anda, bebe un poco de agua, pareces necesitarlo...

Lexa se sentó siguiendo los consejos de Clarke que simplemente se mantuvo parada aguardando por ella, mirando a sus amigos que se mantenían cerca, algo ocultos pero estaban allí. Fue cuando se le ocurrió una pequeña idea...

- Lexa... Necesito hacer algo para mostrarles que eres amiga...

- Dime, lo que sea para que no siguan mirándome como la cena.

- Necesito abrazarte

- Oh...

- Sí, lo sé no es muy cómodo para ti pero...

Atardecer -PostergadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora