Capítulo 10

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Tras Lexa despertarse en una cama de esa enorme mansión, el primer rostro que se encontró fue el de Costia, observándola de cerca, con ojos preocupados, y fue al que sin dudarlo le propinó un cachetazo de lleno.

La agente no había advertido que su amiga haría algo tan violento, y su rostro recibió todo el impacto de esa mano abierta sorprendiéndola. Lexa además le advirtió que jamás se atreviera a hacer algo similar en su vida. Y lo siguiente fue exigirle ver a Clarke sin perder un segundo.

A Lexa no le importaba el motivo que tuviera Costia para drogarla a la fuerza como lo había hecho. Ella simplemente estaba furiosa con esa actitud de la agente secreta británica, que se suponía era su mejor amiga. Resultando ser otra persona a su lado que la decepcionaba. Una llena de secretos, y qué secretos, pensó la pianista, sin sentir el más mínimo arrepentimiento de ese cachetazo que le había propinado con todas sus fuerzas.

Costia se limitó a expresarle sus disculpas nuevamente, alejándose de ella dolida, tomándose de la mejilla golpeada. Pero su dolor no era tanto por el cachetazo en sí, físico, sino más interno, en su corazón. Costia sabía que Lexa en parte tenía toda la razón de enfurecerse con ella por algo así, y trataba de no tomarlo de manera personal, pero dolía igualmente. Sin lugar a duda Lexa era su gran talón de Aquiles, su más vulnerable punto.

Conteniendo su dolor y alguna lágrima que se había acumulado en sus ojos, que se desviaron de la mirada intensa de la pianista, seguidamente Costia le informó que Clarke estaba bien, y que se hallaba descansando en otra habitación.

Asimismo, le dijo que primero debía hablar con una persona muy especial. Sin más Costia, aun frotando su mejilla, como no podía hacerlo con su dolido corazón, que latía demasiado a prisa, procedió a retirarse de la habitación, para dar paso al ingreso de la supuesta madre difunta de la pianista.

Lexa había visto fotos de su madre, ya que su padre siempre le había mostrado con pesar y nostalgia, además de siempre mirar ese enorme cuadro que existía de Rebecca en la mansión de Bly Manor. Así que tenía idea de su imagen, y simplemente se quedó de piedra, cuando la vio ingresar a la habitación como si fuera un mismo fantasma.

Cuando la doctora Pramheda ingresó bastante tensa y nerviosa, pero manteniendo la mirada alta y el paso firme, Lexa simplemente supo quién era. El corazón de la joven pianista parecía haberse detenido allí mismo, como su respiración, porque no daba crédito de lo que veía. Y a cierto punto, incluso, pensó que se trataba de algún efecto secundario de esa droga que Costia le había inyectado. Su visión estaba algo turbia, y su cabeza un poco mareada aún.

No fue realmente fácil para Lexa enterarse de que su madre en realidad estaba viva, y ahí mismo, parada junto a su cama ahora, mirándola con una dulce sonrisa en los labios, y sus ojos emocionados. No fue fácil porque no entendía cómo podía ser posible, y porqué esa mujer nunca se presentó en su vida antes.

La hubiera necesitado tanto a lo largo de sus ahora veinticinco años. Especialmente cuando era una cría y batallaba con esa maldita fobia, y su padre a veces siendo tan egoísta, tan estricto y rudo. Como si no pudiera lograr entenderla, o no le importara lo que ella sufría realmente, cuando le exigía ser normal como las demás niñas, o ante sus malditos amigos para quienes debía tocar el piano y ser amigable y simpática.

Tras la doctora Pramheda acercarse a su hija Alexandra, y presentarse como su madre, con cuidado se agachó junto a la cama, para estar a la altura de su rostro, al que por lógica no se atrevió a tocar, aunque se moría por hacerlo. Pero la doctora sabía de la condición de su hija, y no deseaba molestarla, más de lo que ya estaba haciendo con su sola presencia.

Becca estaba muy emociona, no pudiendo creer que finalmente, luego de veinticinco años, podía conocer a su hija en persona. Era un momento tan único y especial para la doctora, uno que nunca creyó que podría cumplir realmente. Se quedó en silencio mirando todo en ese hermoso rostro de la joven y famosa pianista con detenimiento.

Atardecer -PostergadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora