Capítulo 15: Escalofrío

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La luna se ocultó tras dos nubes espesas; sin embargo, el brillo del manto mantenía la ciudad iluminada

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La luna se ocultó tras dos nubes espesas; sin embargo, el brillo del manto mantenía la ciudad iluminada. También hacía frío, como nunca lo había sentido Emma en toda su vida. La joven cerró los ojos y ocultó su cuerpo entre las cobijas.

Una parvada de silbadores trinó al pasar frente al puente.

«Qué aves tan hermosas», pensó Emma. Al instante, un fuerte escalofrío envolvió su cuerpo y tiritó.

Una semana después de la visita al mercado mágico, los hermanos aún vivían bajo el puente. Pero Emma no olvidaba las maravillas que había presenciado.

«La mejor aventura de toda su vida», decía. Y lo mismo Hugo, que no dejó de hablar de la experiencia por días. Comieron exquisitos dulces y alimentos de tantísimos sabores. Emma aún creía que había sido un sueño.

Pero ahora, la comida escaseaba. Para empeorar las cosas, Emma había enfermado. Cinco días después del mercado, mientras Emma lavaba su escasa ropa en el río, se desmayó. Hugo la alcanzó a agarrar del brazo antes de que cayera en la corriente y se dejara llevar por las aguas. La había cuidado y alimentado, pero en vez de mejorar, parecía que empeoraba con el pasar de las horas.

Emma se recostó sobre los cartones que hacían de cama y se cubrió con un par de cobijas. Escuchó los pasos de Hugo al llegar al puente.

—¿Por qué te demoraste tanto, Hugo? —su voz era casi un susurro.

El joven también se veía demacrado, como si no hubiese dormido en días.

—Pasé un momento por la ciudad —dijo, cabizbajo—. Lamento dejarte sola tanto tiempo, hermanita, pero debía conseguir algunas cosas.

Emma volvió la mirada hacia su hermano. Estaba frente a ella, pudo ver que en las manos traía una cobija acolchada y un par de bolsas.

«Lo ha robado», pensó.

Lo entendió, y sin juzgarlo, le sonrió. El frío se la estaba comiendo viva.

—Gracias, Hugo.

—Sé que prometí no volver a robar...

El Guardián de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora