Ymir había partido hacía más de dos meses. Los titanes habían seguido molestando ocasionalmente la vida normal de los ciudadanos, pero por suerte, la sensación de conocimientos era distinta gracias a la pecosa. Ahora, sabían que todos esos titanes eran eldianos que no podían fallecer, eldianos que como ella, podían pasarse 60 años deambulando por la nada, y que ante nadie que los matara en las inmediaciones marítimas entre Marley y Paradis, habían aumentado en número con el paso de los años. Matar a un titán a sabiendas que era una persona eldiana ajusticiada sólo por ser eldiana cambiaba el paradigma social de todo lo conocido. Historia Reiss apenas podía creerse que aquello fuera cierto, y que el racismo marleyense pudiese llegar a tal nivel.
—Estás increíble, Historia —la chica dirigió sus enormes ojos azules a la voz que acababa de hablarle, al lado del trono. El granjero Jamie, su nuevo mejor amigo, no perdía ocasión para adularla. Pero es que aunque ella no pudiera verse a sí misma, su imagen, pese a su estatura, irradiaba grandeza y serenidad. Cada vez que debía presidir en el castillo o atender algún deber militar debía hacerlo con sus vestidos y una larga túnica brillante. Su corona le otorgaba un nivel superior ante cualquier hombre, mujer o niño. Por otro lado, su gran belleza y pureza la hacía parecer un ángel hermoso. Era normal que varios hombres se le hubieran insinuado y acercado, pero definitivamente, fue Jamie el que se había ganado su confianza, después de tantas horas en el orfanato campestre. Al mirarle y ver la cicatriz que le cruzaba la nariz volvía a sentirse impotente, recordando la rabia con la que su compañera le había sacudido. Como siempre, tener un cetro no te convierte en nada, Historia, se decía a sí misma.
Hange no había dado información acerca de los cálculos que Ymir había hecho. Ymir le dijo antes de partir que si tardaba dos meses debían darla por muerta, sin embargo, no haría tal declaración pública hasta que pasara medio año por lo menos, a menos que las circunstancias empujaran a elaborar un plan de urgencia. Sabía lo buena luchadora que era en el cuerpo a cuerpo, la fuerza que tenía pese a su delgadez, y lo escurridiza que podía ser en el ámbito social, probablemente pasaría desapercibida. Si alguien de la guardia marleyense la reconociera, sin embargo, ya le habrían arrebatado al titán mandíbula y sus restos ahora formarían parte del nuevo sucesor. Pero deseaba con todas sus fuerzas que esto no se hubiera cumplido.
Al otro lado del muro...
Tenía que aguantar, como fuera, pero debía hacerlo. Estaba completamente sola en aquella misión. Sabía que había cometido bastantes errores en el proceso y, por conversaciones oídas entre Reiner y Zeke, Galliard estaba preparado para atacar a la "chica alta, morena y de pecas en las mejillas" cuando llegaran a Paradis, debían recuperar el mandíbula a todo coste. Ymir pudo anotar varias de sus investigaciones en un cuaderno, y también logró infiltrarse exitosamente en los almacenes de Zeke Jaeger. Nada era un esfuerzo con un traje robado de la guardia marleyense, más aún si jamás optó por ponerse la estrella eldiana. Odiaba esas estrellas con todo su ser.
En el momento que Ymir repasaba todos estos pensamientos, era perseguida por todo un batallón a un kilómetro de distancia. El terreno era plano y podía identificar a las masas, y dos luces cegadoras que evidenciaban la conversación de alguno de ellos en titán. El carguero fue el que vio en las filas delanteras, lo que hizo que Ymir golpeara más fuerte con la fusta a la yegua. Ese maldito cuadrúpedo corría muy deprisa, si se convertía, no creía que la longitud de sus brazos fuera a poder hacerle competencia, el cuadrúpedo tenía extremidades más largas.
Su ventaja fue la distancia que les separaba de ellos. Los árboles la ocultaban bien, y los buques de guerra de Marley no estaban preparados; Reiner había descubierto a Ymir fisgoneando y toda su captura estaba siendo muy precipitada. Algunos otros contendientes prepararon cinco ballestas al mismo tiempo, y las dispararon en un arco ascendente. La yegua de Ymir corría a mucha velocidad, pero hasta ella oyó el impacto de las flechas incrustándose en las rocas laterales por las que pasaban. Avanzó entre los caminos más recónditos que encontraba, buscando amparo en su espalda para que ninguno de los ataques la sorprendiera.
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El verdadero sacrificio
FanfictionYmir ha escapado junto al acorazado y el colosal, y nadie sabe qué se traen entre manos ni adónde irán. Viéndose completamente sola y sin su mejor amiga, Historia no puede dormir mirando las estrellas, pues no para de recordar sus pecas. Sin embargo...