—Cariño... —se agarró a sus hombros, y subió una de sus pequeñas manos a la nuca de Ymir. Al acercar su nariz a ella y olerla, notó ese aroma tan característico, tan atrayente que tenía la de piel más morena. Ymir volvió a jadear, ahora más fuerte, y abrió los ojos para mirarla fijamente. Estaba bastante nerviosa, no sabía manejar tal placer y eso la animalizaba. Los golpes contra Historia se sumaron a un fuerte tirón de pelo con la otra mano, donde la agarró para hacerla mirar arriba y tener más accesibilidad a su cuello. Allí la mordió y chupó mientras jadeaba con necesidad y mucha fuerza.
—Historia... —Murmuraba totalmente entregada, bien pegada a ese cuerpo pequeño. Pronto Historia sintió una gran calma, pues Ymir estaba agotada y sin moverse, con el cuerpo enteramente acalorado. Notaba las fuertes contracciones de sus labios vaginales contra los de ella, y entendió que acababa de tener el primer orgasmo. Pasó la mano por su espalda, notando cómo el vello se le erizaba.
—Ni siquiera me has preguntado si podías correrte, con esas hormonas raras que dijiste antes de partir...
Ymir estaba en otro mundo para entender lo que le decía. Era la segunda vez que hacían el amor, era todo maravilloso y era lo único en lo que pensaba. Historia la miró con ternura respirar hondo, agotada ella también. La verdad es que pese a ser mujer Ymir tenía bastante fuerza.
—Te ha crecido el pelo... eres aún más preciosa, Ymir.
Ymir sonrió, con la cara medio oculta en la cama.
—¿Sabes lo tarde que es? —continuó la rubia. —Debería irme a palacio...
Ymir abrió el único ojo que tenía sin aplastar contra la almohada, mirando a Historia con un tono inquisitivo.
—Tranquila, que volveré... pero mañana por la mañana tengo tantísimas cosas que hacer... —recordó, sintiéndose aún más agotada que antes.
—Por favor, no es momento de pensar eso. Desayunaremos por la mañana y te acompañaré donde necesites.
—No, necesitas descansar. Llegaste hace nada. Quiero que duermas y cuando estés bien, hablaremos.
Ymir se giró despacio sobre la cama, exponiendo su larga y estilizada figura. A Historia le encantaban las piernas de Ymir, largas y deportistas. No sabía cómo ningún chico se le había declarado sólo por lo sexy que era.
—Lo de Marley... lo de las hormonas, es... un tema interesante. No es algo que me haga especial ilusión, pero a la vez me hace mucha. Quiero probar.
—No te sigo. Quedaste en contármelo y no lo hiciste. —Le dio con un cojín. —Así que ya estás tardando.
Ymir se irguió sentándose en la cama como Historia, sonriendo, pero mostrándose más pensativa. Buscó con la mirada su bolso y alargó el brazo para acercarlo. Al abrir el maletín, tenía todos los huecos vacíos, pues la gran mayoría de utensilios que había traído se los había dado a Hange para que investigara. Pero había un segundo fondo, y de ahí, Ymir extrajo una especie de bote. Leyó por encima las instrucciones (instrucciones que Historia no podía entender, pues estaban en marleyense) y lo destapó, tomándose una pastilla. La tragó y siguió leyendo los efectos secundarios.
—¿Qué te has tomado...? —preguntó Historia, muerta de la curiosidad. Le quitó el bote y trató de leer, pero era una codificación de símbolos muy extraña. —No entiendo...
—En Marley las mujeres pueden tener hijos con otras mujeres. Las pastillas hormonales pueden hacer que tu flujo pueda embarazar a otra chica. Pero las hay de dos tipos. La que yo me he tomado ahora es una que... te cambia.
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El verdadero sacrificio
FanficYmir ha escapado junto al acorazado y el colosal, y nadie sabe qué se traen entre manos ni adónde irán. Viéndose completamente sola y sin su mejor amiga, Historia no puede dormir mirando las estrellas, pues no para de recordar sus pecas. Sin embargo...