Maya

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Dani y yo nos impulsabamos cuesta abajo con nuestros skates, huyendo de una horda de muertos. Volviamos de lo que una vez fue ua escuela de hipica, pero que en ese momento nos servia de huerto y para guardar los cereales y los diferentes animales, yo tenía un caballo menorquín llamado Blackjack. Yo tenia lagrimas en los ojos, pero hice todo lo posible para que Dani no se diese cuenta. Me impulsaba lo mas rapido que podia para llegar a nuestro refugio lo antes posible, pero al parecer, Dani tenia otros planes. Se le cayó la bolsa que tenia en las manos y paró en seco para recojerla.

-¡Dani! ¡Dejalo, no es importante! ¡Esa zorra puede vivir sin maquillaje!- Grité desesperada, los caminantes estaban demasiado cerca.

Dani no me hizo caso, corrió hacia la bolsa de plastico y recojió el contenido, que se habia esparcido por el asfalto gastado. Levantaba la mirada cada pocos segundos para comprobar que los podridos estubiesen a una distancia prudente. Pero no fue así, tiene los tenia encima. Se levantó y estampó la tabla de su monopatin contra la cabeza de un mounstro que alguna vez fue una niña pequeña con un pijama de ositos.

Suspiré y solté una maldición, pero aún así, paré en seco para ayudar a mi amigo. Saqué mi daga (era de la colección de mi padre) y corrí hacia Dani, apuñalando a todos los muertos que pasaban por mi camino. Dí gracias al universo (si es que me escuchaba) por que los caminantes fueran tan poco.

-Ve-vete, Maya-Dijo Dani entre jadeos-Puedo con ellos.

-¿Como quieres que te deje aquí?- Pregunté.

Supuse que pensaba que no podria con un puñado de caminantes y la rabia hizo todo el trabajo. Hice mano de mi elasticidad para propinarle una patada en la cara a una abuela que queria comerme el cerebro y con la mano derecha clavé la daga en la sien de una mujer, supuse que era una mujer, pero tenia la cara tan podrida que podria haber sido un hombre con el pelo largo. Saque la daga y me agaché, haciendo que uno de esos hijos de puta que querian morderme tropezase y cayera al suelo, permitiendo que lo decapitara sin problema. Seguí matando zombies, derribandolos a base de patadas para luego clabarles mi daga en la cabeza. La ira que llevaba varios dias aguantandome, ira que venia de que me tratasen como a una muñeca de porcelana y no creyeran a mi, pensando que era una carga, salió en esos pocos minutos que me llevaron matar a esa pequeña horda de caminantes, mientras Dani me miraba atonito, tenía los ojos abiertos como platos y la mandibula suelta, casi podia ver como sacaba la lengua y se le caía la baba. Eso me hizo sonreír. Apuñalé al último que quedaba y respiré hondo. La adrenalina del momentó no me había permitido sentir cansancio, pero en cuanto ya no quedaban mas muertos, el cansancio me golpeó, dejandome casi sin energía. Me dejé caer, sentandome en el suelo, respirando lo mas regular que podía.

-¿Que, coño, ha, sido, eso?- Preguntó Dani, sorprendido y asustado al mismo tiempo-¿Donde has aprendido a luchar así?

-Son zombies, idiota. Soy mas lista que ellos- respondí casi gritandole- ¡Lo hubieseis visto antes si no me trataseis como a una muñeca de porcelana! ¡ Siempre es igual, si vienen zombies, Maya tiene que irse, no se vaya a romper una uña! ¡ESTOY HARTA!

Entonces cojí el monopatín y partí en direccion a la carcel de Menorca, que no estaba muy lejos de donde estabamos. Dani me alcanzó al poco rato y me puso una mano en el hombro mientras bajabamos una pendiente lijeramente empinada.

-Ha sido impresionante.- Dijo y me dió la bolsa donde llevabamos el maquillaje de Marta, bolsa que yo tiré al suelo.

Una vez dentro, Marta vino a nuestro encuentro. Marta era la actual novia de mi padre, era una mujer bellisima por fuera, nada que ver con lo que tenia dentro. Era un demonio de mujer. Nos mandaba continuamente a que le trajeramos ropa nueva y cuando se acabó, tubimos que limpiarsela para que siempre fuera guapa. Ella nunca salia del campamento, y tenia una reserba de botes de mascarilla reparadora tan grande que podria haber evitado que acabase cortandome el pelo, aunque mi pelo negro no se veia mal así de corto. cuando llegó forzó una sonrisa que rebeló unos dientes completamente blancos, algo impensable en un mundo apocaliptíco. Yo estaba limpiando los restos de zombie de mi daga.

-Mi maquillaje,- dijo a la vez que extendia la mano- vamos.

Miré a Dani y sonreí.

-Lo he tirado.-Dije. volviendo al mantenimiento de mi daga-Casi morimos por ese maquillaje.

Escuché que Dani intentaba contener la risa y ví como las aletas de la nariz de Marta se movian. Me encojí de hombros y le sonreí.

¿Que has echo que?- Dijo en un intento por contener una pataleta, pero yo me limité a finjir que no la habia oido y empezar a andar, dejandola a mi espalda. Caminé en dirección a la celda a la que llamabamos " teen zone", una celda en la que solo podiamos entrar Leo, Marco, Dani y yo, ellos tenian dieciseis y yo quince años. De vez en cuando, dejabamos entrar a Laura, que tenía veinte años y a mi me viene bastante bien pasar tiempo con una chica.

Escuché a Leo cantar antes de verlo. Leo tocaba la guitarra, antes pertenecia a un grupo de rock y ahora se tiraba los dias tocando la guitarra, echando de menos grupos como guns n' roses, green day, metallica, red hot chilli peppers y otros mas duros como Black Veil Brides, My chemical romance, avenged sevenfold, sleeping with sirens o falling in reverse. La canción que tocaba y cantaba ahora era una llamada nigthmare de avenged sevenfold. Tocaba la guitarra como los angeles, no cantaba mal, pero se le daba muchisimo mejor tocar la guitarra. Sentia mucha lastima por el, yo lo conocia antes de que todo estallase y habia ido a muchos de sus conciertos. La chica que cantaba era amiga mia y acabé conociendo a todo el grupo, pero el fué el unico que no acabó intentando comerse la carne de la gente. Leo me cayó estupendamente desde el principio, recuerdo que la primera vez que hablé con el le dije que iba a robarlela chupa de cuero que llevaba y le quitaba todo el tiempo el sombrero negro que tanto me gustaba. Leo acabó regalandome la chupa y yo siempre la llevaba, incluso cuando estalló todo, la cuidaba mas que a mi alma.

-Hey- saludé, cortando el ritmo- ¿Sigue sin salirte bien?

-¿Que te pasa?- Preguntó muy serio.

Las lagrimas me subierón por la garganta y empezaron a picarme los ojos.

-¿Que? Na-nada, solo estoy.. -Se me quebró la voz antes de poder acabar la frase.

Leo dejó la guitarra y me abrazó, el era el único del campamento, quitando a mi padre, que me habia visto llorar.

-Vamos a mi celda- susurró.

Asentí y subí hasta llegar a su celda, que estaba tapada por cortinas de color azul marino.

-¿Es por Blackjack? ¿O Dani te ha echo algo?

Con solo escuchar el nombre de mi caballo muerto rompí a llorar.Asentí e intenté hablar.

-Lo he encontrado fuera, supongo que habrá saltado por la pared baja, ya sabes, esa que es capaz de pasar sin pincharse. Bueno, creo que lo han mordido, estaba en la entrada y tenia una herida muy fea y...-Las lagrimas salieron de mi y yo no hice nada por impedirlo.

Leo me abrazó fuerte y me besó en la frente. Nos quedamos un rato arriba, tranquilos, hablando de el mundo de antes y de todos los conciertos a los que lo fui a ver, pero también de las actuaciones de baile y teatro que vino el a verme a mi. Pero de repente, subió Marco.

-Chicos, teneis que bajar -respiraba entrecortadamente- es importante.

Leo y yo nos levantamos casi automaticamente, bajamos a toda leche las escaleras y nos encontramos con los demás en el comedor, donde Ray, mi padre y el lider del grupo, tenía noticias para todos.

Experiencia ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora