Capítulo 04: "El anillo".

335 38 26
                                    


"¿Y si el tal Joaquín habla?", pensó Sergio. Al llegar a su habitación, fue directo a una de las mesas del balcón personal que tenía. Ni siquiera se bañó o se cambió de ropa. Necesitaba tomar aire para pensar y procesar lo que había pasado. "Si mi papá se entera, me mata". Y es que en eso sí tenía razón. Si su padre se enteraba de lo que había hecho, se molestaría demasiado, más si se divulga.

Ese miedo incrementó más cuando se asomó por el balcón y vió como un auto policial con las típicas luces encendidas pero no las bocinas se acercaba hacia la hacienda. "Mierda, no. Maldito escuincle, ¿qué acaso no le da vergüenza? ¿Cómo se atrevió a hablar?", pensaba llevándose una mano a su frente, molesto y angustiado.

Cuando vió que aquel coche ya entraba a la hacienda, salió a paso rápido de su habitación y en las escaleras, se encontró a su madre quien, a diferencia suya, estaba subiendo.

- ¿Sergio? - No respondió, incluso se asustó al verla. Tenía miedo de que descubrieran lo que había hecho. - Mírate hijo, no pareces haber dormido nada. Sergio... - Por más que la señora hablara, él sólo la ignoró y siguió bajando las escaleras. La madre suspiró cansada y siguió su camino, dándole menor importancia. Supuso que había pasado lo normal: Que su hijo salga a tomar y a divertirse, ya estaba acostumbrada.

Sergio corrió hasta casi llegar a la gran puerta principal, empezó a espiar desde cerca sin que lo notaran, tras de una pared. Dos oficiales habían salido del coche luego de que les abrieran el portón, se dirigieron hacia el primer hombre que vieron, este era un empleado.

- Hola, buenos días. ¿Tú trabajas aquí? - Preguntó un policía.

- Hola, no. Somos de la compañía de organizaciones.

- ¿Y con quién podríamos hablar?

- Hay un mayordomo... Justo allá. - Señaló hacia un hombre que estaba cerca. Estaba en lo correcto, era el mayordomo. El de la compañía de organizaciones se fue.

- Señor, disculpe. ¿Podemos hablar? - El oficial ahora se acercó al mayordomo.

- Por supuesto, ¿qué pasó, comandante? ¿Hay algún problema?

- Buscamos a un chico, el hermano mayor dice que trabajó aquí en la fiesta de anoche.

No muy lejos, se encontraba Guillermo bajando las escaleras hacia el patio donde se reuniría a tomar desayuno con sus invitados. No notó que a su atrás, venía su esposa. Bueno, de paso aprovechaba en llegar con ella ante todos.

- Buenos días. - Dijo la mujer empezando a caminar al lado de su marido.

- ¿Qué tienen de bueno?

- Para mí, mucho. Lo pasé muy bien anoche.

- Bueno, me alegro por ti. Hay que desayunar rápido para irnos. - La mujer le escuchó pero empezó a ignorarlos cuando visualizó de lejos a dos oficiales hablando con uno de sus empleados. - Más bien deberías despertar ya a Sebastián, olía tan mal que no pudo respirar en su cuarto.

- ¿Qué pasa? - Preguntó ella dejando de caminar y aún viendo hacia el portón. Guillermo también lo hizo y empezó a ver en su dirección.

- ¿Y ahora qué? - Preguntó molesto.

- Seguro alguien se quejó porque había mucho ruido y mucha gente.

¿Qué culpa? | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora