Capítulo 13: "Ante la ley".

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Todos los presentes en la mesa se quedaron viendo la escena, hasta que Karla decidió cortar ese silencio: - Ya, no importa. Ahorita seca. - Joaquín fue hacia su hermano y a él sí le recibió el pañuelo para secarse mejor la ropa, estaba en eso. Christopher intentaba ayudarle pero el menor se negó, él podía solo.

- Déjame pedir otro té. - Intervino Antón volteando para llamarle al mesero con la mano.

- No importa, Joaquín. - Dijo Christopher mientras que Emilio, procedió a sentarse de nuevo en su mismo sitio, al igual que Karla y el abogado. - No pediremos más té, gracias. - Dijo sabiendo que su hermano claro que ya no querría tomar.

- Ya no. - Le dijo Antón al mesero antes de que empezara el camino hacia ellos, con la mano indicándolo también.

- Arruinó su ropa, se podrá secar pero la mancha seguirá ahí. - Se quejó Karla, viendo como Joaquín aún trataba de limpiarse, ya lo había hecho en la mayor parte. Christopher había limpiado su asiento y ahora éste estaba completamente seco. - He visto varias tiendas cerca, ¿no podemos comprar algo de ropa por aquí? Emilio está bien vestido pero vean a Joaquín, ¿cómo va ir así a casarse? - Comentó para después tomar un sorbo de su té.

Emilio tan sólo miró hacia otro lado, incómodo por lo que dijo la mujer, qué tan inoportuna podía ser, ¿acaso era así siempre? Por otra parte, Joaquín se aguantó y la ignoró, tal y como lo hacía casi siempre con sus comentarios mal intencionados, sentándose cuando notó que se había secado casi todo. Pero aún así, siguió pasándose encima ahora servilletas, estando sentado ya. Christopher se volvió a sentar a su lado.

- Sí, puede ser pero... - Decía Antón pero justo en ese momento, sonó su celular así que se interrumpió a sí mismo. - No, esperen. Quizás después, aquí están las noticias. - Dijo mientras que sacaba su celular. Finalmente, contestó. - Hola... Dijiste que ya estaba listo... ¿Entonces sí se podrá hacer hoy? - Era uno de sus contactos de la municipalidad. - ¿Hablaste con el juez? ¿Los testigos?... Sí, sí. Está todo listo. Nos vemos, gracias. - Y dicho esto, cortó la llamada. - Vámonos. - Les dijo a todos, poniéndose de pie y guardando el celular.

- ¿Qué pasa? ¿Se casarán ahora? - Preguntó Karla aún sentada. Joaquín dejó de limpiar la mancha para alzar la mirada en cuanto escuchó esto. Emilio también, él sólo miraba hacia otro lado del lugar.

- No, todavía tenemos tiempo pero tenemos que ir por las fotos y luego, iremos a registro. El juez, los testigos y todo lo demás, está todo listo. Vamos, apúrense. - Y dicho esto, todos se fueron poniendo de pie para dirigirse hacia sus respectivos automóviles. La familia Bondoni junta y Antón con Emilio.

CDMX, México.

A pesar de que la hora indicara que era más de medio día, Sergio se encontraba durmiendo. Nunca había vuelto a su casa, seguía en uno de los yates, con unas cuantas botellas de alcohol vacías a su alrededor. Con un brazo en su frente ya que la luz del día le fastidiaba, sus ojos le pesaban y lo ponía de mal humor.

Lo que no sabía era que Sebastián justo se estaba estacionado cerca, caminando molesto hacia los botes de la playa ya que sabe perfectamente que Sergio estaba allí. Había ido primero a su casa pero la madre le había dicho que no había regresado. Por eso es que estaba aquí, a punto de reclamarle por lo que hizo anoche. Azul aún seguía molesta con él.

- ¡Sergio! - Gritó el pelinegro al llegar a uno de los yates y al no encontrarlo en el primer piso, fue hacia las escaleras para subir a la segunda planta, todo estaba al aire libre. - ¡Oye, Sergio, despierta! - Gritó más fuerte cuando lo encontró dormido en uno de los sofás blancos. - ¡Despierta, imbécil! - Dijo pateando el sillón. Sergio despertó y fue abriendo los ojos de a poco, reconociéndolo. - ¡¿Qué te pasa? ¿Por qué hiciste eso?!

¿Qué culpa? | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora