Capítulo 03: "Recuerdos y culpa".

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Era una mañana como cualquier otra cuando dos mellizos, una niña y un niño, se encontraban corriendo y jugando. Ese día, sus padres les habían dado el permiso para que los acompañaran a trabajar en la tierra donde cosechaban las frutas y verduras que vendían en el mercado. De paso, les enseñarían cómo era el sembrado de una vez, para que en unos años sepan hacerlo a la perfección y se encarguen del negocio, o al menos para que ayuden.

Pero los niños son niños, les aburría esa actividad. Se ingeniaron para escaparse, primero jugando alrededor pero luego, se fueron alejando aprovechando que sus padres andaban distraídos y así, llegaron hasta el bosque. Corrían y reían jugando a "las traes", ese juego en el que si tocabas al otro, a este le tocaba atrapar, y así sucesivamente.

- ¡Hermano, espera! ¡Mira qué encontré, ven! - Dijo la niña cuando llegó a la laguna. - ¡Córrele, ven rápido! - El mellizo llegó.

- ¿Qué pasó?

- Es que mira... Pobrecito. - Ambos niños se encontraban viendo a aquella persona que estaba dormida, echada en el piso, con la ropa sucia, con la camiseta rota, con diversos moretones por todo su cuerpo, entre brazos, piernas, cuello y cara. También se notaba que había llorado ya que sus mejillas parecían estar semi húmedas. Siguieron viendo hasta que se asustaron por ver restos de sangre por todo el suelo. Esta persona era Joaquín.

- ¿Está muerto? - Preguntó el niño sentándose a un lado del joven. La niña hizo lo mismo yendo hacia el otro lado.

- Ojalá que no... - Dijo ella para después acercar su rostro al de Joaquín. Allí pudo comprobar que aquel chico seguía respirando. - ¡Que bueno, aún vive! - Dijo emocionada, enderezándose en su lugar.

- ¿Pero qué le pasó?

- Yo creo que se cayó del árbol.

- O seguro le atacó un monstruo... ¡O un zombie!

- Los zombies no existen.

- ¿Y cómo explicas que esté así? ¡De seguro se lo intentaron comer!

- ¡Claro que no! ¡Y ya levántate, hay que ir a avisarle a mamá y papá! - Dijo la niña poniéndose de pie.

- ¡Sólo un rato! Es que creo que lo conozco... Pero no sé de dónde. - El niño también empezó a acercarse a la cara de Joaquín para intentar recordar de dónde lo conocía, fruncía el ceño confundido.

- Bueno, yo me voy. ¡Ahí te ves! - La melliza empezó a correr, yéndose a donde sus padres estaban trabajando. No era tan lejos.

- ¡No, espera! - El niño empezó a seguirla. Así siguieron corriendo hasta que llegaron a su destino, completamente agitados por haber corrido. Y de manera impulsiva, empezaron a hablar interrumpiéndose el uno al otro cuando tuvieron de frente a sus padres.

- ¡Encontramos a alguien muy herido!

- ¡Sí, parece muerto!

- ¡No, es mentira, yo me acerqué y aún respira!

- ¡Ella dice que se cayó de un árbol pero es imposible con lo mal que se ve!

- ¡Más imposible es que un zombie lo haya intentado comer!

- ¡Claro que no!

- ¡Que sí!

¿Qué culpa? | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora