Capítulo 06: "Cargar con todo".

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— Estás mintiendo, estás calumniando a mi hijo. — Dijo Guillermo cuando se alejó aún más de la mesa para llegar a una sala en el interior de la hacienda que estaba cerca, había una puerta vitral. No quería que ninguno de sus invitados los escuchara. Karla tan sólo lo siguió.

— Sí es una mentira, debería ir a entregarse a la policía y probar que no fue él, ¿no? En el lugar hay pruebas, en los análisis de Joaquín lo hay. Si tanta confianza se tiene, que se haga los exámenes. — Respondió Karla, ya le había dado el anillo a Guillermo y este se encontraba viéndolo, corroborado que sea el de su hijo y lamentablemente, al parecer sí era. — O podemos solucionarlo de otra manera, averigüé que el matrimonio entre hombres es posible en nuestro país, más si son gente importante, como ustedes, ¿no? — Propuso, Guillermo alzó la mirada, molesto.

— ¡¿Se volvió loca, señora?! — Sí se dió cuenta que es lo que la mujer quería pero nunca permitiría que Sebastián se casara con el tal Joaquín, que su apellido se asociara con una familia insignificante de Chiapas.

— Yo sólo digo.

Y en ese momento, Sergio Padre ingresó a la sala. Había decidido buscar a Guillermo luego de notar cómo éste se alejaba molesto de la mesa y a paso rápido hasta llegar a este lugar. Él preguntó al escuchar el último grito de su amigo, lo siguiente: — ¿Qué pasa?

— No pasa nada, ella... Inventó una historia y ahora está tratando de estafarnos. — Respondió Guillermo.

— Primero que nada, mucho gusto, señor presidente. Y segundo, no es así. No estoy inventado nada, lo que digo es cierto. Puede corroborarlo cuando quiera. — Añadió Karla, muy segura de sí misma.

Desde afuera, tras el vitral y escondidos por una pared, estaban Sebastián y Sergio Hijo espiando y escuchando todo atentamente. Este último notó como su padre se iba y por eso, lo siguió junto a su amigo.

— ¿Qué vamos a hacer ahora? — Preguntó Sebastián, susurrando.

— Desaparecer, ¿qué más nos queda? — Respondió Sergio sarcástico y también entre susurros.

— Yo ya le dije todo lo que tenía que decir, señor Poza. — Decía Karla. — Sólo le aviso que Joaquín no ha hablado nada hasta ahora porque está en shock y con muchos sedantes, no ha culpado a nadie pero no tardará en recordar y hacerlo. Ahí será demasiado tarde para ustedes, cuando él hable. Entonces... Lo lamento, pero no podré ayudarlos. Y no sólo mi familia se levantará, lo hará también el pueblo. — De acuerdo, de esto último no estaba segura sí lo harían también por Joaquín como con esa chica pero valdría decirlo. — No sé si sepa pero acá somos muy unidos, señores. Casos como estos casi nunca han ocurrido acá. Sólo una vez y fue hace años, le ocurrió lo mismo a una adolescente, ¿y en dónde está el abusador? Aún encerrado, gracias al escándalo que hubo. — No mentía. Cuando estuvo un rato usando el computador del hospital, investigó sobre esto y sí era verdad. — Con esto, no los amenazo. Sólo quiero que lo tomen en cuenta, que lo averigüen si desean. Yo lo único que deseo es llegar a un acuerdo que nos beneficie a todos, nada más. Gracias, que tengan buena noche. — Dicho esto, se fue. Pasando por el vitral, sin percatarse de Sergio o Sebastián ya que les dió la espalda. Estos se asustaron al verla y por eso, se quedaron inmóviles en su lugar.

— ¡Espera, detente! — Decía Guillermo, siguiéndola.

— Ah, mire. Allí está. — Añadió Karla al voltear y darse cuenta de la presencia de Sebastián junto a otro chico que no conocía y no le importaba hacerlo. Guillermo salió, seguido de Sergio Padre y también los encontraron. 

— ¿Qué hiciste, imbécil? — Le preguntó Guillermo a su hijo, acercándose a él, molesto. — ¿Es verdad lo que ella me dijo?

— No, papá. — Respondió mintiendo y nervioso.

¿Qué culpa? | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora