D O C E

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—¿Puedo? —preguntó intentando leer los gestos de Jimin al acercarse a tomar su camiseta.

Jimin asintió y respiró hondo. Yoongi quitó con cuidado y paciencia cada una de sus prendas, observando su cuerpo a la luz del fuego a medida que lo descubría. Se detuvo y tragó saliva al faltar solo una última prenda por quitar: su ropa interior.

Jimin notó que estaba dudando demasiado, por lo que sin previo aviso, bajó su bóxer y se lo quitó. Notó los ojos de Yoongi posarse justo en su entrepierna y abrirse ligeramente, seguido de su nuez de Adán moverse de arriba a abajo al tragar saliva con fuerza.

—Yoongi, estamos perdidos en medio de la nada, da igual si me ves desnudo... —explicó intentando minimizar la situación. Volteó y se tomó de una de sus manos para que lo ayudara a entrar al agua.

Se sentó allí, juntando las rodillas con el pecho, y aunque estaba algo apretado, cerró los ojos disfrutando cada instante del agua caliente llevándose toda esa tierra que llevaba consigo desde hacía semanas.

Yoongi tomó su bufanda limpia y la metió al agua, la escurrió con las dos manos y la pasó delicadamente por el cuerpo de Jimin, usándola como una esponja. Refregó sus brazos, sus axilas, su cuello, su pecho y su espalda, observándo con detenimiento su piel brillante y naranja por el reflejo del fuego.

Sabía muy bien que él podía hacer eso solo, pero también entendía como debía sentirse. Estando perdidos en medio de la nada, las reglas mundanas quedaban anuladas. Y Jimin tenía razón, daba igual si se veían desnudos, esas eran reglas inventadas por la sociedad, y allí no habia una, solo dos chicos perdidos intentando sobrevivir.

Pasó la bufanda lentamente por su espalda, y mientras tanto observó cómo él tiraba su cabeza hacia atrás con sus ojos cerrados, disfrutando del sentimiento reconfortante de un baño caliente.

—Pareciera que estoy preparándote para entrar a la caldera de la bruja... —bromeó.

Jimin rió con los ojos cerrados y suspiró largamente.

—Esta bien... —abrió sus ojos y ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos—. Solo si quién me come se llama Yoongi...

Él le sostuvo la mirada. Estaban muy cerca, y su mano se encontraba refregando los rastros de tierra de su pecho.

—Pensé que tu eras el niño caníbal que prometió comerme cuando nos conocimos... —susurró.

Jimin volvió a sonreír; con tanto estrés, habia olvidado eso por completo.

—Está bien, hagamos un trato, el primero en morir será comido por el otro sin culpa, ¿que dices? —le ofreció su mano mojada para cerrar el trato, y Yoongi la tomó.

—¿Hace falta que estés muerto para que te coma? —preguntó en voz baja, y sus ojos se posaron en sus labios gruesos.

—¿Quieres comerme vivo? —rió Jimin.

Yoongi se aferró a su mano y muy lentamente se acercó a él, queriendo ver cómo reaccionaba. Cuando notó que Jimin no se corrió, unió sus labios húmedos con firmeza, y sintió lo mismo de parte de Jimin; lo estaba besando sin dudarlo.

Soltó su mano y llevó ambas a su mandíbula, tomando su cuello, profundizando en ese beso que había quedado pendiente desde hacía días.

Luego de un minuto, Jimin se alejó y lo miró a los ojos.

—¿Quieres bañarte tú también? El agua aún está caliente...

Yoongi se levantó y se quitó la ropa bajo la luz de la chimenea, siendo observado por él. Y entonces fué el turno de Jimin de limpiarlo. 

Se levantó cediendole el lugar, y pasó la bufanda por todo su cuerpo. El ambiente estaba calentito por el fuego, por lo que estar desnudos en medio de la cabaña no era precisamente un problema.

Se tomó el trabajo de quitarle toda la tierra, teniendo cuidado con las heridas que se había hecho a lo largo de los días. Todo su cuerpo tenía raspones y rasguños, al igual que el suyo.

Cuando estuvo completamente limpio, Yoongi se levantó del agua y lo abrazó. Pero no fué un abrazo romántico, sino más bien un abrazo cariñoso y desesperado. Se aferró a él, a su cuerpo desnudo y mojado, y aguantó las lágrimas.

—Te prometo que te sacaré de aquí —susurró en su oído.

Jimin sonrió melancólico acariciando su espalda.

—Lo sé... —respondió. Y no tenía dudas de eso. Habia tenido la suerte de toparse con una de las personas más inteligentes que había conocido. A veces se ponía a pensar que hubieran hecho otras personas en su lugar, sus padres, su mejor amigo, y siempre llegaba a la conclusión de que ya hubieran muerto. De alguna manera, Yoongi lo sabía salvado.

Se alejó de él y lo miró a los ojos llenos de agua a punto de caer, y le sonrió; quería hacerle sentir que todo estaba bien.

—¿Que dices si nos secamos y vamos a dormir? Debemos descansar para convertirnos en criminales mañana por la mañana... —rió.

—Si, pero... —observó su propio cuerpo desnudo y luego miró a Jimin —, ¿quieres dormir conmigo?

Jimin sonrió mostrando todos los dientes; esa pregunta había vuelto a llenarle el alma.

Desde que Yoongi había decidido dormir abajo, por las noches Jimin se sentía muy solo, le costaba dormir, escuchaba cosas terroríficas provenientes de afuera, y solo deseaba poder tenerlo cerca. Por lo que escuchar eso le devolvió la tranquilidad.

—Claro, pero en la cama de arriba. Lo siento, pero no dormiré en la cama de... Brad —miró la cama con espanto. Aún no entendía como Yoongi había podido dormir allí todos esos días.

—Está bien... —contestó él.

Tomó su camiseta y se acercó a Jimin. Secó con cuidado cada parte de su cuerpo, y mientras lo hacía, no pudo evitar rozar su piel con sus dedos, sentir su olor corporal, y su calor cerca de él. Y por su puesto que Jimin notó el efecto que eso tuvo en él; estaban desnudos, y no podía esconder la evidencia entre sus piernas.

—Dame la camiseta —dijo Jimin tomándola de sus manos.

Comenzó a secar su cuerpo de a poco, notando como cerraba sus ojos cuando pasaba cerca de sus piernas, y cómo su abdómen se movía más rápido junto con su respiración.

Tomó la camiseta y la sostuvo sobre su pecho. Lo miró a los ojos, y se acerco un paso más. Observó su boca de cerca, ésta gritaba silenciosamente que lo besara.

Bajó la camiseta, secando su abdómen, y siguió bajando, pasándola por su entrepierna.

Yoongi suspiró sonoramente y cerró los ojos cuando Jimin secó sus partes. No podía evitar que su deseo se notara, por lo que nisiquiera intentó ocultarlo. Se dejó tocar por él, y pronto, ya no era la camiseta la que pasaba por allí, era su tibia mano masajeandolo.

No dijo nada, ni abrió los ojos. Dejó que él continuara.

Jimin lo besó sin quitar su mano, y mientras tanto lo tocó, aprovechando para quitarse las ganas que, no le había dicho, tenía desde el beso de la vez anterior. Besó su cuello con ganas, y entre beso y beso lo contempló relajarse, y eso le gustaba; Yoongi siempre estaba en modo alerta y modo tenso, y era realmente hermoso poder verlo así, entregado.

PERDIDAMENTE © (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora