D I E Z

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Jimin subió las escaleras intentando no hacer ruido y miró la cama: Yoongi se recostaba de lado, y observaba un punto fijo en la pared de madera ogujereada.

—Hola —susurró—, ¿no duermes?

—No puedo —contestó él con notable cansancio en su voz; se oía débil.

Jimin lo miró con tristeza, entendía como debía sentirse.

—Hay algunas manzanas calientes si quieres comer... —le ofreció parándose junto al colchón.

—Estoy bien, gracias. 

—Deje el fuego prendido, ya que si se apaga no podremos volver a encenderlo y por lo tanto moriríamos de frí...

—¿Puedes hacerme compañía? —interrumpió Yoongi en voz baja. Abrió las mantas y le indicó con la mano que se recostara a su lado.

Jimin tragó saliva, y lo hizo. Se quitó las zapatillas y se metió dentro de las mantas con él. No supo muy bien que hacer o decir en ese momento, por lo que solo lo miró a los ojos y le dijo que todo iba a estar bien, pero se sorprendió cuando él lo abrazó con fuerza, pegándolo a su pecho.

—Gracias por lavar mi ropa —susurró Yoongi.

—No es nada —tartamudeo Jimin metiendose entre sus brazos calientes. Levantó la cabeza para verlo a la cara: podía notarse a una milla que se encontraba devastado, pero sus ojos brillaban mirándolo fijamente—. ¿Por qué no duermes un poco? —propuso algo nervioso de tenerlo tan cerca.

—¿Puedo? —preguntó él.

—¿Que cosa? —contestó Jimin, viendo como la mirada de Yoongi se dirigía lentamente de sus ojos a sus labios.

Yoongi llevó su mano a la frente de Jimin y acomodó su cabello lentamente, y luego, en lugar de quitar su mano, bajó por su pómulo con sus dedos rasposos. Acarició su cuello, y allí se detuvo, con los ojos puestos en los de él, esperando por una respuesta a su movimiento repentino.

Jimin tragó saliva, esa caricia se notaba diferente a un simple toque. Suspiró entrecortado y cerró los ojos sintiendo el tacto caliente de Yoongi en su cuello.

Acaso quería... ¿besarlo? ¿Por qué?

Sintió algo de pánico, pero si eso era lo que quería, no sería él quien lo hiciera primero.

Esperó pacientemente hasta que luego de unos segundos que parecieron eternos, sus resecos labios chocaron contra los suyos.

Recibió su beso con timidez. Yoongi tampoco lo estaba besando desesperadamente, más bien era un beso tierno, como los del jardín de infantes, cuando el chico que te gusta roza inocentemente su boca contra la tuya.

Pareció una eternidad hasta que Yoongi movió la mano que tenía en su cuello y la subió otra vez por su mandíbula. Sus labios se movieron poco a poco atrapando su labio superior, y Jimin reaccionó copiando sus movimientos. Llevó su mano a su cintura y se aferró a él.

A pesar de que nunca había pensado en él de esa forma, y de que no supiera que Yoongi tenía esas intenciones, se sorprendió de si mismo cuando se encontró disfrutando ese beso de tal manera, que el frío que sentía minutos atrás, se había tornado en un calor sofocante.

Pero de repente algo pasó por su mente...

Terminó el beso bruscamente y lo alejó un poco con su mano. Yoongi buscó sus labios con los ojos cerrados, casi desesperado por volver a unirlos con los suyos.

—Espera un segundo... —dijo en voz baja—, tu... ¿no me dijiste que tenías novio? —frunció el ceño confundido.

Yoongi abrió los ojos instantáneamente y su expresión se tornó diferente, como enojada. Pasó su lengua por sus dientes y se levantó de la cama sin decir nada.

—Lo siento Yoongi, yo solo... se me ocurrió pensar en eso y... —se encontró hablando solo cuando Yoongi bajó las escaleras al galope.

"Tal vez solo debí callarme la boca", pensó, mirando las escaleras como si esperara que él regresara, pero no lo hizo.

Escuchó los platos de cerámica en el piso de abajo, sus pasos rondando por la casa, y suspiró. Cerró los ojos y se mordió el labio saboreando ese beso; repitiendolo una y otra vez en su mente.

Quizás Yoongi solo se habia confundido, le había ganado la soledad, y el estar abrumado.

Se levantó de la cama y decidió bajar a enfrentarlo. Si simplemente se habia confundido era mejor dejarlo claro, pero no podían darse el lujo de no hablarse; solo se tenían el uno al otro.

—¿Que haces? —preguntó llegando al piso de abajo y aproximándose a él, quién removia el carbón del fuego para que no se apague.

—Lo que ves... —volteó para echarle una mirada rápida y luego volvió a lo suyo.

Jimin asintió en silencio; esperaba que no se tornara todo extraño luego de ese beso.

Mientras lo observaba agachado frente a la chimenea debatió en su mente sobre si era preferible hablar sobre eso, o hacer como que nunca ocurrió. Y llegó a la conclusión de que, conociendo a Yoongi lo poco que lo conocía, sería mejor no volver a tocar el tema nunca más.

—¿Hay suficientes manzanas? —preguntó, por preguntar algo. Y pensó que Yoongi optaría por el silencio absoluto, pero se sorprendió cuando él le contestó como si nada hubiera pasado allá arriba.

—Mañana debemos ir al pueblo, no podremos vivir de manzanas todos los días. Hay que hacer un plan... no sé, entrar a las granjas a robar gallinas, o algo así.

Jimin lo miró fijamente, perdiéndose en su boca al hablar. Luego observó sus ojos, y tardó en reaccionar.

—Si, claro... —respondió. ¿Que había dicho? No había oído una palabra.

—Bien. Por hoy solo tenemos manzanas calientes, sopa de manzanas, jugo frio de manzanas, manzanas frías hervidas o manzanas sin hervir, ¿que prefieres? —preguntó seriamente.

Jimin lo miró a los ojos; entendía que era su forma de hacer un chiste para terminar el momento tenso. No aguantó la risa y largó una carcajada, y Yoongi sonrió divertido. Suspiró aliviado al saber que el tema del beso había quedado completamente olvidado.

—Mmm... déjame pensar —se sentó en un tronco junto al fuego y Yoongi hizo lo mismo—, hace mucho que no como este manjar, así que creo que hoy pediré manzanas calientes —le hizo entrega de un menú imaginario—, ¿y tú?

Yoongi tomó el menú y pretendiendo leerlo eligió con el dedo.

—Pediré lo mismo —dijo en un tono altivo, como si se encontrara sentado en la zona VIP de un restaurante caro. Luego sonrió divertido mostrando las encías. Jimin lo miró; debía admitir que se veía hermoso cuando reía. Muy hermoso...

PERDIDAMENTE © (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora