Dilailah Gin
El portero abre la puerta, yo solo puedo pensar una cosa: Dios deséame suerte.
Una oleada de alcohol con mezcla de sudor inunda mis fosas nasales, ni siquiera han pasado diez segundos y ya quiero irme. La horrible música comercial hace que mis oídos sangren, encima Sasha ha empezado a alejarse de mi ya que va a saludando a todo aquel que se encuentra. Si estaba así sin haber ingerido nada de alcohol no quería ni imaginármela con el.
No os voy a mentir, el local esta de lujo. Hay una barra enorme, un escenario para el dj, la típica bola de discoteca, varios focos y lo que más me sorprendió; unas escaleras que conducen como a una segunda planta, parece estar hecha para gente VIP.
Voy a la barra y pido un cubata, necesito soportar esta situación y se que si estoy sobria sería imposible. Cuando me lo sirven me lo bebo de golpe, quería que hiciera efecto lo antes posible.
—Más te vale que hayas cenado bien, porque sino... dios sabe como reaccionaras ante el trago que te acabas de echar.
Giro mi cabeza hacia la procedencia de la voz. Cuando veo quien es, sonrío como nunca, quizás demasiado... el efecto del alcohol estaba subiendo.
—Pídete uno Zac.— Digo eufórica. Él solo se ríe, negando con la cabeza.
—¿Bailamos?— Sugiere Zac, su petición me hace la más feliz del mundo. Me tiende su mano y yo acepto.
Vamos al centro de la pista y dejamos que el ambiente nos lleve con él. Los focos golpean mi cara, la música me ensordece y el alcohol corre por mis venas. Estamos ahí sin prejuicios ni preocupaciones, bailando al son de la asquerosa música, pero que a medida que pasa el tiempo mis oídos se iban acostumbrando. Las manos de Zac se posan varias veces en mi cintura haciendo que mi piel se erice. Cada vez que lo hace solo puedo pensar en una cosa: le quiero besar hasta que no sienta los labios.
Sasha llevaba más de una hora y media desaparecida y aunque estaba un poco preocupada se que estará bien.
—Con que aceptan a yonkis en esta fiesta.— No tengo ni que girarme para saber quien era. Su voz y las palabras drogata, fumar o yonki solo podía ser de una persona, Dylan.
Zac abre la boca, pero lo freno. No voy a tirar esta magnífica noche por la borda, he venido a pasármelo bien. Además; fiesta, más peleas, más alcohol es algo que nunca termina bien. Me acerco al lóbulo de su oreja y le susurro.
—No merece la pena Zac.— Él me hace caso y se aguanta las ganas de callarle.
—Oye Dilailitah.— No puedo evitar hacer un gesto de vómito ante el apodo que me ha puesto— ¿ser drogadicta viene de familia?— rezo con todas mis fuerzas para que se calle o esto puede acabar muy mal.— No, ya está ¿tu madre te lo ha inculcado?— Dice riéndose.
No me da tiempo ni a reaccionar, que Zac ya estaba encima de él propinándole puñetazos. Mierda.
Intento separarles, pero Zac estaba descargando una fuerza descomunal.
—¡ZAC! por favor, para.— Le suplico con lágrimas en los ojos— ¡joder, dejar de grabar y ayudarme a separarlos, hostia puta! — Como era de esperar nadie me hace caso y siguen grabando la maldita pelea. Me pongo detrás de Zac intentando quitarle de Dylan, pero no sirve de nada. De repente alguien me golpea y caigo rendida. La imagen se vuelve negra.
✑
—¡Gin! oye eh ¡GIN!— Escucho una opaca voz llamarme con preocupación. Abro los ojos despacio, la cabeza me da vueltas. Estoy tumbada en uno de los sofás de "la sala VIP", veo la mirada de Zac llena de rabia y unos cuantos moretones en su cara, entonces reacciono.
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Lienzo blanco
RomanceDilailah Gin, es una joven cuyo pasado le atormenta haciendo que su vida se torne en una nube gris. Es entonces cuando Zac se cruza en la vida de ella logrando así, que desaparezca esa nube. Juntos empiezan a ver el mundo en colores, pero tendrán qu...