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Chico lindo, hiciste esto conmigo, ahora está a punto de acabar. Mira hasta donde llegamos

Manejaron al menos dos horas fuera de la ciudad hasta llegar a la casa de campo de los Kim. No era precisamente el lugar más secreto, pero solo desaparecerían un día, a lo mucho dos.

El viaje fue silencioso sin mucho que decir y con tanto que sentir, la compañía mutua que disfrutaban cuando estaban en paz era más gratificante que empezar conversaciones que después llevarían a temas tristes que les arruinaban el buen humor.

Al llegar, Seungmin subió a la segunda planta y se lanzó sobre la mullida cama con olor a polvo y aserrín. Se preocuparía por las posibles chinches más tarde. Le gustaba la vista desde esa habitación porque la puerta al balcón era totalmente de vidrio y en las noches la luna se asomaba para hacerle compañía escondida entre las montañas. Estaba exhausto y agotado tanto física como mentalmente, así que no podía ni pensar en ayudar al pobre Hyunjin a desempacar las cosas que habían traído. No tuvo tanto remordimiento porque solo se trataba de un par de mochilas y una caja con comida.

Se quedó dormido abrazado a la comodidad de la naturaleza y los sonidos de sus pequeños habitantes que cantaban para él estirando sus alas para empezar una nueva jornada, los pajaritos cantaban anunciando la fresca madrugada.

Lo siguiente que supo fue que unas manos estaban acariciando su costado con cariño, los ojos afectuosos de Hyunjin que solo podían ser dedicados a él lo miraban fijamente.

—¿Qué hora son?—Preguntó estirándose, se fija en que está vestido con ropa de dormir y, a diferencia de cómo recuerda haberse acostado, también está debajo de las sábanas.—¡Hyunjin! ¿Me desnudaste para ponerme el pijama?—Reclamó cubriéndose un poco.

—Nada que no haya visto ya.—Responde éste sin mucho interés.—Vamos abajo, preparé el desayuno.—Le informa y besa su puchero.

Ahí están, se tiene que recordar a sí mismo en lo que se ha metido y afrontarlo sin culpa para poder disfrutarlo. Sabe que ambos están mal, pero no sabe cómo hacer para dejar de desear la atención de la única persona que siempre se la ha brindado.

Hyunjin estaba sobre el comedor acomodando unos cubiertos debajo de las servilletas, el olor exquisito a pancakes hizo a sus entrañas rugir. Detectó incluso una pequeña flor amarilla parecida a un girasol que yacía en un florero.

—La fui a cortar de una mata que está en el jardín, pensé que ayudaría a adornar por aquí.

—Literalmente la mataste. No sabes como recortar los tallos de una planta.—Respondió burlón mientras tomaba asiento.

Sintió ternura al ver la expresión apenada del alfa que se había quedado a mitad del comedor con la revelación de sus pésimas habilidades de jardinería.

—Es tan difícil intentar complacerte.—Se quejó cual chiquillo mientras presentaba el plato de hot cakes frente a él.

Seungmin se rió fuertemente ante la presentación, si bien el olor era lo suficiente para poner a sus tripas hambrientas, los intentos fallidos de caritas sonrientes del mayor le resultaban enternecedores. Decidió probarlos, no juzgaría a un libro por su portada.

—Dios, Hyunjin.—Excepto que tal vez tendría que haber echado un vistazo a la contraportada también antes de dar la oportunidad. Estaban quemados completamente por atrás.—Yo los prepararé.

saturn & mars || hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora