Capítulo Dos

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Cuando se encontró en camino hacia el bosque donde el castaño de ojos grises habitaba, su mente divagó. No creía en la posibilidad de que el demonio asistiera ese día con ellos como lo dijo. El día anterior se había visto con mucha prisa y probablemente estuviera muy ocupado arrancando el alma de las personas como para preocuparse en ver a dos chicos que ya eran felices hasta que apareció él.

O al menos eso fue lo que asumió Sapnap.

Desde el día anterior había pasado las siguientes horas convenciéndose de que todo aquello era un simple juego, que era imposible que pudiera gustar de otro chico más, ya tenía a Karl, ¿Por qué habría de tener otro? No eran muy comunes los casos en los que las almas gemelas eran un trío, en dicho caso ya no deberían ser almas gemelas y colocaba en duda que aquello funcionara.

No sólo porque se trataría de una relación de tres, sino más por el hecho de que un demonio en la relación jamás significaría algo bueno. Su principal temor era que pudiera dañar a Karl, porque no dudaba en que estaba interesado en él, ¿Cómo no estarlo? Era realmente hermoso, pero si Quackity creía que podría hacerlo pecar estaba muy equivocado, no lo permitiría, no en su guardia.

Oye, ¿Por qué vas tan rápido? Me estás dejando atrás.

Los ojos azules del hombre lobo se fijaron entonces en ciertos ojos bicolor, una mirada azul y café que expresaba curiosidad. Aquel humano de 23 años con cabello castaño era probablemente el único que toleraba de aquel mundo habitado por ellos, fue el único que se convirtió en su amigo en aquellas épocas donde era un cachorro, lo consideraba como parte de su manada y permanecía siempre a su lado para cuidarlo y protegerlo.

Prácticamente ha sido por él que conoció a Karl, decidió acompañarle por una vez a la biblioteca en la que siempre estudiaba sobre las criaturas que vivían en el mundo, conociendo entonces al guardián de esta y sintiendo el cómo su corazón latía con fuerza, hipnotizado por el sutil aroma a lavanda que le relajó por completo.

Lo siento George... — murmuró el hombre lobo, bajando un poco la velocidad de su caminar para así ir a la par del castaño, quedando en silencio mientras bajaba su mirada, aún algo pensativo.

Te pasa algo — aquello no fue una pregunta, sino una afirmación; han estado desde pequeños juntos, se conocían perfectamente el uno al otro y sabían cuando algo estaba fuera de lugar, por lo que no fue difícil para George darse cuenta de que el silencio del pelinegro era muy extraño, principalmente porque él casi nunca guardaba silencio — ¿Tuviste algún problema con Karl? — se atrevió a preguntar, ladeando ligeramente su rostro.

El pelinegro le miró unos segundos, negando antes de volver su mirada al suelo, aun avanzando hacia aquella biblioteca mientras poco a poco el sonido de una flauta era presente, un sonido que por nada del mundo deberían de seguir a menos que quisieran morir, una trampa hipnótica creada por el guardián.

Todo está bien con él — admite, siendo sincero — Es sólo que ayer nosotros... — Sapnap hizo una pequeña mueca, sin saber exactamente cómo explicar aquello, puesto que la misma situación le confundía hasta a él — Nosotros quizás encontramos a alguien que podría ser nuestra pieza faltante — explicó de forma breve.

Sin embargo, a George le costó un poco comprender a que se refería, frunciendo ligeramente el ceño mientras meditaba sus palabras.

Te refieres a que... ¿Es también tu pareja predestinada? — el humano estudiaba todo tipo de criaturas mitológicas, conoce sus costumbres, sus tradiciones y sus habilidades; sabia por parte del pelinegro que este ya había encontrado a su pareja predestinada, el elfo, sin embargo, el que ahora le dijera que había encontrado otra más realmente le sacaba de lugar — ¿Eso es posible?

Incubus | KarlnapityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora