Capítulo Seis

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¡Oye! ¡Espera! — cierto demonio de alas negruzcas corre en medio del bosque, apartando como puede a aquello que se cruza en su camino, intentando alcanzar a la bestia de pelaje oscuro que atraviesa el lugar como si lo conociera con la palma de su mano, corriendo a cuatro patas y esquivando con agilidad los obstáculos.

Quackity maldice cuando por poco cae de bruces al suelo, manteniendo el equilibrio pero perdiendo el rastro del hombre lobo, escuchando ahora su risa melodiosa y tan maravillosa que le hizo negar indignado; se estaba burlando.

Bueno, no era alguien perteneciente al bosque por lo que era normal que no estuviera muy acostumbrado a correr por medio de este, al contrario del menor, quien prácticamente nació en el bosque.

Intentó seguir el sonido de su risa, pero esta hacía eco por el lugar y no podía estar seguro de dónde provenía con exactitud. Quedó entonces de pie en medio de la nada, fácilmente podría extender sus alas y abrir vuelo en busca del pelinegro de ojos azules, pero sería complicado tomando en cuenta lo ágil que era para escabullirse entre los arbustos y los árboles.

Fue en ese momento cuando le vio salir de un arbusto con su forma humana, como si lo estuviera buscando para volver a retomar aquel juego de perseguirse, haciendo señas con una de sus manos para que continuara por donde iba.

El largo cabello oscuro del menor se encontraba atado en una coleta, con algunos mechones rebeldes cayendo por su rostro y con su pecho subiendo y bajando con rapidez, teniendo su respiración agitada y una hermosa sonrisa en su rostro que el demonio no dudó en corresponder, no teniendo de otra más que hacerle caso y seguirlo.

Esa tarde como suele acostumbrar el demonio desde que les conoció, visitó aquel lago con esperanza de poder ver a sus dos chicos allí, pero se encontró con la sorpresa de no ver ni siquiera a Karl en el lago. Se preocupó un segundo por ello, pero el pelaje oscuro de Sapnap le llamó la atención, persiguiéndole en cuánto notó como este huía, acabando justo en ese momento, lejos del lago el cual el elfo no solía salir.

No se encontraba agotado, pero si llevaban un buen rato en esa persecución y la verdad estaba comenzando a preguntarse qué era lo que estaba sucediendo. El hombre lobo parecía estarse divirtiendo como si fuera un niño pequeño gozando de su libertad, pero no podía ver en ningún lado al elfo y no sabe que es lo que tramaban.

¡Sapnap! No todos somos perros salvajes que están acostumbrados a correr todo el tiempo — se quejó, fingiendo cansancio mientras intentaba seguirle el paso al hombre lobo, que pasaba por entre los árboles y atravesaba los arbustos — ¿Qué estamos haciendo?

Voy a ignorar el hecho de que me llamaste perro salvaje y que estás siendo un dramático — el pelinegro de ojos azules rodó sus ojos, deteniéndose entonces y dando una sonrisa ante las vistas que tenía en frente, dejando que el demonio se colocara a su lado — Mira, ya hemos llegado.

Los ojos carmesí de Quackity se fijaron entonces en el cambio del bioma, soltando un sonido de sorpresa al notar como aquel tipo de árbol era diferente, al igual que el ambiente había cambiado drásticamente, sintiéndose como un lugar de fantasía, donde pequeños destellos azules sobrevolaban por el aire de manera mágica y algunas mariposas iban de un lado a otro, posándose en aquellas flores tan majestuosas que contenían un brillo propio.

Esa parte del bosque definitivamente no pertenecía a los humanos.

Si no mal recuerdo, nos dijiste a Karl y a mí que sabes tocar la guitarra, ¿Cierto? — Sapnap continuó el camino, esta vez a paso normal, dejando por un segundo atrás al demonio, quien aún seguía admirando aquel bosque mágico.

Si... creo que lo dije en alguna de nuestras miles de conversaciones en estos meses — murmuró algo perdido el más bajo, sin comprender exactamente el porqué de la pregunta del hombre lobo, pero limitándose a seguirlo — ¿Qué es este lugar? — se atrevió a preguntar, realmente fascinado.

Incubus | KarlnapityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora