El Rey de los Papás

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Año 1505.

Monkey D. Luffy es el enigma más grande con el que se ha cruzado en sus 70 años. Todo empezó cuando lo salvó de la soledad del Florian Triangle. Brook simplemente estaba teniendo un día normal cuando el chico, que aparentemente lo conocía con antelación, vino y lo sacó de allí. Luego lo ayudó a cumplir su promesa de reunirse con Laboon y lo convirtió en una estrella del pop.

En el tiempo que conoce a Luffy, Brook ha aprendido a no cuestionarlo. Es por eso que, el día en que se convirtió en el abuelo de dos niños pequeños, ni siquiera parpadeó antes de aceptarlo. ¿Luffy ha sacado a dos niños de la nada? Bueno, también regresó a los Cabos Gemelos con un esqueleto con afro, eso no es nada sorprendente.

Lo único que tiene claro de Luffy es que trae la felicidad. Pocas veces se ha sentido tan tranquilo como ahora, sentado en la cubierta del Great Father, que está siendo remolcado por Laboon, viendo a Luffy jugar con sus dos hijos.

En un principio pensarías que Luffy no es material de padre... Y es un poco cierto. En el transcurso de un mes, Brook ha visto más accidentes que en toda su vida. El otro día un pequeño Rey Marino se comió a Ace, nadie sabe cómo pasó excepto Luffy, que estaba supervisando al niño pequeño.

Sin embargo...

En los ojos grandes y redondos de Luffy se puede ver todo el amor y el cariño que le tiene a los niños. Incluso ha visto esa mirada dirigida a sí mismo y no puede decir que su inexistente corazón haya quedado intacto. Luffy no es una persona sensible, pero hace que todos a su alrededor se derritan con todo su afecto. Las sonrisas de Robin se vuelven más grandes cada día, cada vez que Luffy se sienta a su lado y le pregunta de qué trata el libro que está leyendo. Ella se ilumina y habla a una milla por hora, e incluso si todos saben que Luffy no entiende ni una sola palabra, es increíblemente dulce todo el interés que muestra.

A pesar de la ineptitud de Luffy para hacer cualquier actividad paterna, Brook se da cuenta de lo afortunado que es Ace de tenerlo como padre. Porque cada vez que Ace se hace daño en las rodillas, siempre hay un Luffy dándole besos y abrazos para que deje de llorar. Por cada vez que el niño intenta hacer sus necesidades en un baño real en vez de en sus pañales, siempre hay un Luffy animándolo para que sea valiente y se convierta rápido en un niño grande.

Y sí, es Robin la que tiene que hacerle comida real a Ace cada vez que Luffy quema algo, y es Robin la que se encarga de contarle cuentos a Ace por las noches, pero eso no significa que los esfuerzos de Luffy no tengan mérito.

La parte favorita de Brook, sin embargo, son las historias. Sin importar en qué parte del barco esté, la voz animada de Luffy siempre llega a él. Su entusiasmo es contagioso y, la mayoría de veces, se encuentra a sí mismo fantaseando con ser parte de esas historias.

"¿Y entonces qué pasó?", pregunta Robin metida en la descuidada narración.

Luffy se ríe y mira a los niños con los ojos muy abiertos. "¡Robin apretó sus joyas de hombre y lo hizo llorar! ¡Pensé que realmente lo dejaría sin bolas!"

Ace arruga la naricita mirando a Robin acusadoramente. "¡Robi-nee!"

"Yo no soy la Robin de las historias de papá, Ace", explica la niña una vez más, un poco divertida por la indignación del niño. Luego mira a su padre. "¿Y eso lo convenció?"

"¡Sí! ¡Así es como Franky se convirtió en el carpintero de los piratas de Sombrero de Paja!"

Los piratas de Sombrero de Paja son los protagonistas de las historias de Luffy. Siempre narra las aventuras de su capitán Mugiwara, un chico con una ridícula habilidad de goma, y sus nakama. Son historias locas y muy fantasiosas, a menudo hablan sobre animales parlantes, casas de chocolate e incluso viajeros en el tiempo. Lo más extraño de las historias son los personajes. No solo porque Robin, Brook e incluso Franky, el chico al que conoció en Water 7, suelen formar parte de las historias, sino porque también reconoce los demás nombres.