━━𝟸𝟷༊*·˚

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Si fuera un hombre cualquiera, Rosinante ya estaría muerto. La medicina no es la especialidad de Robin, pero incluso ella sabe que en este punto el hombre ya ha perdido mucha sangre. Eso, por supuesto, no significa que vaya a morir. Un hombre capaz de soportar firme frente a ellos sin agonizar por el dolor de sus heridas debería ser capaz de sobrevivir. No es que alguno de los cuatro tenga mucha idea de cómo ayudar, pero al menos entre Robin y Sabo podrían coser sus heridas y dejarlo descansar en la calidez de su barco.

El problema es que ni Robin ni su familia son ninguna clase de héroes que van por ahí brindando ayuda a los necesitados.

Su vacilación se resolvió cuando su padre se dio la vuelta para buscar a este tal 'Mingo' que ha comenzado todo este embrollo. Ella lo sabe bien. Si Luffy no piensa que deben ayudar a este hombre, entonces no tiene por qué molestarse. Después de todo, Rosinante nunca ha pedido ayuda.

Es por eso que los ruegos del hombre la toman desprevenida. Robin se gira con curiosidad y arquea una ceja al ver la expresión suplicante en su rostro. El hombre que pudo mantenerse tranquilo charlando con ellos casualmente mientras se desangraba en la nieve, ahora los mira como si fueran su única salvación.

Su padre también se gira a mirar a Rosinante. Arquea la cabeza con evidente impaciencia mientras espera a que el hombre forme sus palabras.

"Tengo... un hijo", dice un poco jadeante. "Yo... Por favor, cuídalo. Te lo ruego", implora tratando de evocar compasión en sus últimos momentos.

Robin parpadea con sorpresa y mira la mano del hombre que acaricia con impotencia su espalda. Con haki de observación, confirma una presencia que había pasado desapercibida todo este tiempo. Ella da unos pasos para acercarse de nuevo al hombre ensangrentado, preguntándose qué es lo que ha hecho que decida revelar al niño en este momento.

Mientras tanto, Luffy lo mira durante unos segundos antes de que su rostro se tuerza con disgusto.

"¿Eh? ¡No quiero! ¡Cuídalo tú!", exclama con molestia.

El hombre se queda boquiabierto, su rostro toma una expresión de sorpresa que resulta risible incluso en estos momentos.

"¡Me estoy muriendo, estúpido!", chilla con incredulidad. "¿No lo ves?", le pregunta al final, como si estuviera tratando de asegurarse de que no está hablando con un idiota.

Por desgracia para él, de hecho está hablando con un idiota.

"¡Y yo me estoy muriendo de hambre!", exclama Luffy.

Rosinante parece más cerca de morir de una aneurisma que por los agujeros en su torso, por lo que Robin le brinda un poco de la compasión que busca.

"Papá, si lo dejamos aquí morirá lentamente desangrándose mientras que su piel se vuelve morada como una uva exprimida", dice Robin.

"Suena bien", opina Ace.

"No sé, creo haberlo oído pidiéndole a nuestro padre que se quede con su hijo. Creo que ya está enloqueciendo a las puertas de la muerte", dice Sabo con dramatismo.

"Ciertamente", dice Robin arqueando sus labios con diversión. "Quizás Sabo y yo podríamos intentar ayudarlo mientras tú lidias con Mingo. Si no lo hacemos, su fantasma podría perseguirnos hasta el final de nuestros días."

Los tres varones de la familia se quedan mirando a la joven mujer por unos segundos. Ace finalmente se encoge de hombros y le da un codazo a su padre.

"Lo que sea, prefiero que se ocupen de ellos mejor que lidiar con cualquier mocoso llorando porque han matado a su padre. Vamos nosotros a por la diversión, bastardo", le dice a Luffy.

Luffy también se encoge de hombros, pero en estos momentos su atención está en otro lugar. Robin oye los pasos amortiguados por la nieve antes de verlos. Es un grupo excéntrico, pero ninguno de ellos llama la atención tanto como el líder. A parte de su tono de piel bronceado, su cabello dorado y el abrigo de plumas, no comparte tantas similitudes con Rosinante como para confundirlos. Sin embargo, es evidente que este debe ser el hombre que los ha encerrado en esta isla.

El Rey de los PapásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora