Epílogo.

2.4K 120 23
                                    

Años después…

La vida da muchas vueltas. Hay subidas y bajadas. Caídas, golpes,
problemas... pero todo vale la pena por las pequeñas alegrías que nos
puede dar. En este momento estoy viendo a una de esas dichas. Al
amor de mi vida, mi pequeño príncipe.
— ¡Mami! ¿Puedo ir? —me pregunta jalando mi camiseta.
— Si, mi amor… ¡pero ten cuidado! No vayas a caerte. —me rueda los
ojos. Dios, a veces no puedo creer que sólo tenga seis años.
— Ya sé, no soy bobo. —sale corriendo hacia los otros niños que juegan
al fútbol. Suspiro. No puedo creer cómo pasa el tiempo… parece ayer
cuando lo tenía en brazos por primera vez. Es igual a su padre. ¿Quién
diría que después de todo lo que vivimos terminaríamos así? Dentro de
poco vamos a cumplir ocho años de casados y seguimos igual de
enamorados.
Un perro pasa corriendo en frente mío casi haciéndome caer.
—Ven aquí perro del demonio —grita una voz familiar. ¡Dios! No he oído
esa voz en años. Agarra al gran perro de su correa y alza la vista, sus
hermosos ojos me miran con reconocimiento. Sigue igual de ardiente
como recordaba... los años solo lo pusieron mejor. Que injusta es la vida.
— ¿Abby? —pregunta con sorpresa en su voz. Bueno, esto es incómodo.
No lo he vuelto a ver desde que rompimos cuando éramos más jóvenes.
Ni siquiera sabe que me casé con su persona favorita en el mundo.
— Hola L… —antes de poder nombrarlo una niña pequeña corre a sus
brazos.
— ¡Papi, cómprame algodón de azúcar!
— Aquí no venden, no es la feria, cielo —le dice. Miro a la niña: es
hermosa, tiene rizos dorados y sus mismos ojos. — Ella es Julieta —me
dice mientras la toma de la mano.
— ¡Hola! Me dicen Julie —dice con una vocecita adorable.
— Hola, Julie... ¿cuántos años tienes?
— Tengo cinco —dice orgullosa. Es tan linda.
— Es hermosa... ¿así que te casaste?
— Sip… me cazaron —responde divertido.
— Sí, a mi también… Tienes un lindo perro.
— Siempre quise tener uno —se encoge de hombros.
— Bueno...
— Te ves bien —me sonríe.
—Está gorda — dice Julie arrugando la nariz. Oh, por Dios, ella es un
diablo disfrazado de angelito. Su padre me mira avergonzado. Si…
tengo un par de kilos de más ¡pero es normal!
— Eso es de mala educación —la regaña.
— ¿Por qué? Siempre me dices que no tengo que mentir —maldita niña.
—Oh, sí, bueno...
— ¡Justin! —grito hacia el grupo de niños. Mi pequeño me mira
frunciendo el ceño y camina hacia mí. Vuelvo a mirar a mi
acompañante y me está viendo con los ojos como platos, confundido.
— ¿Ese es su nombre? —trato de mantener una cara seria pero es
imposible.
— ¡No! Era una broma, quería ver como reaccionabas —digo liberando
la risa.
—Humm...
— ¿Qué pasa? —dice mi hijo haciendo pucheros porque lo interrumpí.
— Nada, sólo quería que conocieras a un viejo amigo.
— ¿Para eso me llamaste?
— Sip.
— Hola... y chau.
— ¡Hey! compórtate. —le regaño. Me rueda los ojos otra vez.
— ¡Es igual a ti! En la actitud me refiero —dice riéndose.
— Si...
— Ya conocí a tu amigo, ¿puedo ir a jugar? —me pide mirándome
como un cachorrito. Sus grandes ojos azules me imploran que lo deje ir.
Y por poco lo hago…
Casi.
— Solo dijiste “hola”, no te vas a librar así de fácil.
— Pero...
— Pero nada. —resopla molesto.
Niños.
— Así que… ¿al final terminaste con el chico malo?
— ¿Qué? ¿Cómo lo sabes? ¡No es tan malo!
— Oh, vamos... el niño es exactamente igual pero en versión miniatura.
Y si es malo, ¡me golpeó! —sonrío, tiene razón.
— Te lo merecías —me río al recordar la escena. Aunque en ese
momento no fue tan gracioso. Para nada de hecho.
— ¿No tienes más hijos? —pregunta.
— No… aún.
— Tiene a mi hermanito en la panza —chilla mi pequeño entusiasmado.
Él insiste en que va a ser un niño. Yo por otro lado presiento que es una
niña.
— Menos mal, ya estaba pensando que con los años te pusiste floja —
dice dándome una mirada divertida.
— Ya tengo 3 meses —protesto. Es normal que esté más rellenita.
— Solo era un chiste —se está riendo a carcajadas.
— Con razón está gorda... ¡se comió un bebé! —grita Julie horrorizada.
—Tienes razón, princesa… es un caníbal de niños, será mejor que huyas
— dice Justin con cara seria.
Idiota.
De repente se agacha y mira a mi príncipe fijamente.
— Eres igual a Liam —dice Justin concentrado.
—Yo soy Liam, duh —responde como si fuera obvio. Y bueno… en
realidad, lo es. Me había olvidado que él solía llamar a Logan así.
Luke me mira sorprendido.
— ¿Le pusiste así a tu hijo?
— Es un lindo nombre —respondo encogiéndome de hombros.
—Interesante.
— ¡Papi! ¿No tenemos que volver temprano a casa?
— Oh, si... Becca se va a enojar si no llegamos pronto. —dice
distraídamente. ¿Becca? ¿QUÉ DIABLOS? El ríe ante mi reacción.
—Deberías haber visto tu cara. Esa fue mi pequeña revancha por lo de
hoy.
— Ja, ja. Que divertido. —no me hizo gracia. No he vuelto a saber de
ella desde que nos graduamos.
— Oh, por cierto... ¿porque el niño tiene los ojos azules?
— Son los ojos de mi mamá —me han hecho esa pregunta cientos de
veces. Mi pequeño Liam tiene unos ojos hermosos.
— Oh, si… tu mamá... tienes que mandarle saludos de mi parte.
— Lo haré.
— Y también a Logan, me alegro de que seas feliz.
— Lo mismo digo.
— Adiós, Abby —se despide dándome un beso en la mejilla.
— Adiós, Justin.
—Adiós, pequeño —revuelve el cabello castaño de Liam y se aleja con
Julie en sus brazos y la correa del enorme perro alrededor de su
muñeca.
Si tiene otro hijo no le van a alcanzar los brazos.
El primer amor, el primer beso… nunca se olvidan. Creo que jamás
olvidaré todos los problemas que tuve por ese hombre. Pero me pone
feliz que al final todo haya terminado bien para ambos.
Como dije más temprano: la vida da muchas vueltas y me alegro de
que sea así.

Sabía que serías un problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora